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le saltó la cadena by jorge7


Recuerdo mi último corte extremo forzado. Fue hace tres años, tenía 15. Mi viejo me venía advirtiendo que mi pelo estaba crecido y que iba a tener problemas en el colegio, así que en reiteradas ocasiones me dijo que me lo cortara. Con la rebeldía de los 15 años yo hacía oídos sordos y venía zafando. Un viernes cuando volvió de trabajar y comprobó que yo todavía lucía el pelo crecido, se le soltó la cadena y me dijo:- Cuantas veces más le tengo que decir que se corte el pelo? Cuando me trataba de Ud. era porque la cosa venía pesada. Continuó:- Acá tiene plata, vaya a lo de Don Alfredo que se lo corte, y nada de arreglitos, estamos? Yo le dije que al día siguiente iba a ir de Héctor, un peluquero más canchero, que hacía cortes de moda, pero mi viejo estaba decidido a todo. Me agarró de un brazo y me llevó a la peluquería de la vuelta de casa. Yo iba con un nudo en el estómago presagiando el final. A través del vidrio se veía al peluquero atendiendo a un viejo. Me metió de prepo en la peluquería y me sentó en una silla de espera. Habló con Don Alfredo y le dijo:- Acá le dejo a este melenudo. Me lo va a devolver hecho un soldadito, eh? Me lo pela como cuando lo traía antes de que fuese a ese otro peluquero moderno. El peluquero se reía y el viejo que estaba en el sillón también. Mi viejo se fue y me dejó esperando. El peluquero me miraba con una mueca de satisfacción, como disfrutando la venganza. Mientras estaba rapando al otro viejo le decía que a los melenita había que pelarlos al ras por una cuestión de higiene. Cuando terminó con el cliente y desocupó la silla, me llamó sacudiendo la tela blanca en el aire con una sonrisa y me dijo:- Vamos pibe, sentate que es tu turno. Así que bien peladito, no? Vamos a dejar tranquilo a tu viejo. Me cubrió con la tela y la apretó con fuerza a mi espalda. Yo , frente al espejo, miraba con cara de terror. El peluquero me empezó a peinar mientras me iba explicando como iba a ser el corte. Vamos a pasar la maquinita por la nuca hasta que quede bien cortito y vamos a descubrir esas orejaspara que te veas más prolijo, estas de acuerdo? Yo no contestaba, estaba pálido. Agarró del mueble una máquina de las antiguas y, bajandome la cabeza, la empezó a pasar lentamente hacia arriba hasta la coronilla.Empezaba a ver como la tela se iba cubriendo de pelos. Cada tanto charlaba con el viejo que no se había ido y dejaba de pelarme sin soltarme la cabeza. Volvía con la máquina y seguía su trabajo. Cuando me terminó de pelar la nuca, me inclinó la cabeza a ambos lados y me rapa las patillas hasta las sienes. Ahora podía ver la transformación en el espejo.Me estaba pelando sin contemplación. Con otra maquina me peló sobre lo que estaba pelado. Supuse que era la cero. Me la apretaba contra el cuero cabelludo para que el pelo quedara bien al ras. Me peló a su antojo. Cuando terminó y me puso el espejito en la espalda me dijo si me parecía bien o si quería mas cortito. Con un hilo de voz dije que estaba bien. Se reía de su obra. Me rasuró con una navaja toda la zona y me entalcó la nuca pasandome un cepillito de madera. Cuando me sacó la capa y me pude pasar la mano por la nuca la encontré totalmente al ras. Le dí el dinero y me dijo que no lo dejara crecer tanto y que volviera en un mes. Recuerdo el lunes siguiente lo que fue mi entrada al colegio. Todos tocándome la cabeza rapada se hicieron un festín con las cargadas. Ahora cada tanto voy solo a la peluquería de Hector para evitar que mi viejo me mande otra vez a lo del viejo peluquero.



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