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La Historia De German - II Parte by BABS


Germán cerraba la puerta con llave. Veni que te paso la maquina”.- me dijo .-“Ya está todo listo”.
.-“¿Listo?”.- ¿Cómo listo? ¿Este tipo no escucho cuando dije: después vemos, quizás me animo?.
Él estaba decido a cortarme el pelo y yo totalmente desconcertado no me animaba a decirle que no. Me llevo a un cuarto detrás de la oficina, el cuarto de los empleados; es chico pero Germán se había arreglado bien para colocar una mesa y una silla, era todo el mobiliario de aquel lugar. Sobre la mesa de madera solo estaba su bolso azul, la silla miraba de frente a la puerta de entrada del cuarto.
Dejo la puerta abierta, las luces de la oficina aun seguían prendidas, Germán estaba tan excitado que había olvidado el ritual de cierre del local.
.-“Bueno, por fin llego el viernes, dale sentante así empezamos”.- dijo sobresaltado.
Me senté casi en la punta de la silla con total desconfianza, ahora le daba la espalda a un fanático de las rapadas que estaba decidido a todo.
Sentate bien atrás, me agarro de los hombros bien fuerte y me sentó correctamente como si fuera un nene. Ahora solo veía la puerta abierta y parte de la oficina, no sabia que estaba haciendo, puesto que estaba de espaldas a la mesa, solo escuchaba el ruido del cierre del bolso abrirse, al instante una tela blanca paso sobro mi cabeza y se acomodo alrededor de mi cuello, era una improvisada capa que se aseguro de ajustar muy bien. Otra “capa”, mas chica pero más gruesa, fue ubicada en mis hombros y caía hacia delante, creo que se trataba de una toalla.
Volvió a buscar en su bolso, caminó unos metros y se paró frente a mí con una máquina de cortar pelo en su mano derecha. Era de los más vulgar, ni siquiera era de marca, era más que obvio que la había comprado en alguna oferta de supermercado.
Al tomar conciencia de la situación, de un salto me levanté de la silla, realmente perdía el control de la situación y no me gustaba.
.-“Epa, a donde va amigo”.- me dijo y con fuerza me agarro los hombros y volvió a sentarme.
.-“No, es que no sé, lo dejamos para otro día. Mejor me quedo con este corte un tiempo mas y lo vemos”.- dije tratando de terminar con este error.
.-“No te preocupes, quedate tranquilo, espera que te saco la capa”.- Su voz me calmo e hizo que me dejara caer en la silla esperando a que me sacara todo ese disfraz de encima y agrego:.-“Sabia que esto podía pasar, a todos nos pasa cuando estamos a punto de hacer algo radical, nos acobardamos, vos quedate tranquilo yo lo arreglo”.- En un segundo un cinto de cuero paso sobre mi cabeza se poso sobre mi pecho y sé cerro con fuerza ajustándome bien fuerte a la silla.
Ignorando mis reclamos y mi cara de desconcierto, Germán dio la vuelta y me agarro de la mano la apoyo sobre el brazo de la silla y la ajusto con una correa de cuero. Por eso se retraso al tomar su turno, no era para ponerse el uniforme, era para tomar todas las precauciones por si me arrepentía. Estaba mas que claro que él me iba a cortar el pelo me guste o no, quiera o no; ese día mi voluntad ya no importaba, él me iba a hacer el corte que se le cantara las pelotas. Tomo mi otra mano que ahora trataba de zafar y la apretó fuerte contra la otro brazo de la silla.
.-“Yo se que ahora no entendés nada”.- me dijo.- “Pero después me lo vas a agradecer. Hice lo mismo con mi cuñado siempre quería raparse y no se animaba así que un día lo agarre a la fuerza y le pase la maquina. Vos quedate bien quietito que vas a ver como quedas”.-.
Ya estaba perdido, por la fuerza no podía zafar, no solo estaba atado a la silla sino que además Germán era bastante robusto. Solo me quedaba persuadirlo con la palabra.

En ese momento sentí un liquido espeso y frío caer sobre mi cabeza.
“¿Que es eso?” .- le pregunté.-
.-“Es aceite no te preocupes, se pone antes para que corra mejor la maquina”.-
¿De que estaba hablando? leí sobre todos los cortes de pelo, conozco muchas clippers y se que cortan perfectamente con el pelo seco. Estaba seguro que esta era otra de sus fantasías, deje que siguiera adelante, mientras pensaba en como salir de ese cuarto.
Derramaba bastante liquido sobre mi cabeza, quede empapado en aceite. Se escucho de pronto el roce de una tela, estaba buscando algo en sus bolsillos, a los segundos un peine ordinario chiquito de color negro comenzó a peinarme desde adelante hacia atrás. Germán disfrutaba esto al máximo, a cada pasada del peine el pasaba su mano afirmando el peinado, siguió así durante un buen rato, sentía correr el aceite sobre la nuca, era demasiado lo que me había puesto, por lo visto todo esa noche iba a ser exagerado.
Entonces se me ocurrió que si le gustaba tanto peinarme, podría evitar que me corte el pelo en la parte de arriba.
“Hagamos un trato”.- le dije. “Vos cortame con el número que quiera en los costados y la nuca, lleva el corte hasta la altura que se te antoje, pero arriba no me lo cortes, así podés peinarlo”.
“De la forma en que pienso pasarte la maquina en la nuca no creo que te quede my bien el pelo tan largo arriba, ni pensarlo”.- alegó, refutando mi teoría.
“Ok, entonces por favor adelante en el flequillo solo cortame a tijera... por favor”.- le rogué.
Suspiro, paro de peinarme y dijo: “Bueno, no se lo vemos......” estaba imitando mi frase del lunes anterior, no sé si era en broma o en serio. Solo me alivió cuando dijo: “Esperame acá que voy a buscar un par de tijeras, de paso apago todas las luces.
Se fue rumbo a la oficina y sin dejar de caminar guardó el peine todo aceitado en el bolsillo de atrás de su pantalón. Abrió el cajón de los útiles y sacó una de las tijeras que usamos en la oficina. “Una tijera de escritorio””, ¿Me va a cortar el pelo con una tijera común y corriente? Sé que cortan muy bien y están bastante afiladas, pero para el papel, ¿como podrían funcionar en el pelo de alguien?.
Comenzó a abrir y cerrar la tijera, como probando su funcionamiento, era un ruido perturbador, era el preludio del desastre que me esperaba. Una a una iban apagándose las luces del local y yo seguía atado a una silla con el pelo aceitado, sintiendo el exceso caer sobre mi sien.
La ultima de las luces fue apagada y vi la silueta de Germán hacerse más nítida a medida que se acercaba. Entró al cuarto y sí bien estabamos solos en todas la oficina, cerro la puerta.
“Bueno amigo ahora vas a portarte muy bien mientras te corto el pelo”.- y agregó: .-“Y para que veas que no quiero forzarte a nada, te dejo decidir por donde empiezo”.
“Por la nuca”.- dije inmediatamente. Seguía con la teoría, de que por mas que me rapara la nuca podría arreglar el corte si solo me cortaba apenas a tijera a arriba. Estaba por descubrir que era una inocente esperanza
“Bueno, ahora me agachas bien la cabeza”.- su mano grandota tomo mi cabeza y la empujo hacia abajo, mi mentón tocaba mi pecho, haciendo que frente a él se rindiera con total sumisión toda un área a ser podada.
El silencio se cortó de pronto por un zumbido eléctrico. Cuando había visto la maquina, tenia puesto el peine en uno, rogaba que aun lo tuviera puesto, no seria tan grave la cosa.
Lamentablemente la fría sensación del metal apoyándose en la base de mi nuca me confirmaba que había decido pasarme la cero directamente. Ahora solo tenia una chance mas, la altura que elegiría, ¿me pasaría la cero hasta la mitad o la levaría hasta la cima?.
Los minutos eran eternidades, la clipper barata comenzó a podar mi pelo sin ningún problema, había subestimado el aparato, estaba claro que Germán lo tenia bien afilado. Una cosa si era cierta, la maquina sobre mi nuca aceitada se movía con una facilidad increíble, seguía cortando, seguía subiendo la mitad de la nuca estaba próxima y rogaba que ahí se detuviera. No tuve suerte, siguió, un poco mas,.... un poco mas de la cuenta. al llegar a la mitad del al nuca, subí la cabeza como indicándole que debía parar. Volvió a poner su mano sobre mi cabeza y ahora agarrándome del pelo la empujo hacia abajo. Mi acto reflejo lo había enfurecido un poco, entonces volvió a recordarme: “!Que te quedes bien quietito pendejo”. Creo que si le hubiese hecho caso la cosa no pasada de la mitad de la nuca, ahora estaba enojado y empuño bien arriba la maquina.
Llego hasta la coronilla, una franja rapada se abría paso desde la base de mi nuca hasta el tope de mi cabeza, la maquina volvió a bajar y subir unas cuatro veces mas, es todo lo que le hizo falta para quedar con apenas unos milímetros de pelo en la parte de atrás. Su mano dejo de apoyarse y pude con alivio volver a levantar la cabeza, la presión que hacia sobre mí estaba molestándome.
Otra vez sentí el aceite en la nuca, Germán había vuelto a la carga con su fetiche, aceitaba mi nuca rapada, mientras la acariciaba a contrapelo. La sensación ahora era totalmente distinta, sentía su mano directamente sobre mi cuero desnudo.
“No te acomodes pendejo, que no termine”.- Otra vez me agarró del pelo y me empujó la cabeza hacia abajo “Hasta que no te quede bien peladito no te suelto”.
La maquina volvió a pasar una y otra vez por toda la parte atrás, lo que no podía creer es que siguiera cortando pelo, eran milímetros, pero seguía cortando. Había desarrollado hábilmente la técnica del aceite, la maquina pasaba bien al ras, sin dejar marcas de irritación.
Germán terminó la primer fase de su trabajo y mi nuca ahora estaba totalmente pelada. Apago la maquina todo quedo en silencio, no sabia que estaba haciendo porque no se escuchaba ningún ruido. Imaginé que estaba admirando su obra maestra.
Sentí el ruido de la ventana que de al patio, al cabo de unos segundo comenzó a entrar un viento helado, a esa altura del invierno creo que la temperatura afuera llegaba a cero grado.
El aliento helado comenzó a subir desde mi nuca hasta la coronilla, sentí un escalofrío como nunca antes había sentido.
“Sentí la sensación del frío en la nuca”.- Germán se puso frente a mí para hablarme directamente a los ojos, en su mano derecha tenia su arma mortal, su clipper económica pero bien afilada.
.-“Ahora vas a sentir el frío en la cabeza, vas a ser como yo un peladito cagado de frío”.
Me mostró su nuca también rapada, lo que me produjo un doble escalofrío, primero por el viento que entraba por la ventana y después por saber que yo tenia la misma rapada que él aunque no pudiera vérmela por el momento.
Limpio la maquina de restos de pelo con un pincel de pintar, el tacho de basura estaba frente a mí así que vi caer los restos de lo que antes era parte de a mi pelo.
“Por ahora es suficiente” me dijo y cerró la ventana preparándose para seguir adelante.
Volvió hacia atrás prendió la maquina y sin ponerle ningún accesorio la coloco sobre mi lado derecho. Me agarró del pelo de arriba (aun largo) e inclino mi cabeza hacia la izquierda de manera tal que mi oreja pegaba con mi hombro y comenzó a cortar esta vez en forma horizontal.
Esto hizo que la mata de pelo podado cayera justo sobre la capa apoyada en mis piernas. El impacto de realidad fue impresionante, antes solo sentía pasar la maquina y me imaginaba como quedaba mi nuca, ahora no solo imaginaba sino que miraba los restos de la rapada que este tipo me estaba pegando.
La maquina al principio fue rodeando la oreja, peor subió sin limites ni piedad hasta el tope de la cabeza. Parte del pelo no solo caía en la capa sino que iban a parar a mi cachete, mi nariz y hasta tuve que cerrar los ojos. A Germán eso no le importo demasiado, primero tenia que terminar su trabajo. Me enderezo la cabeza, tomo el pincel de pintar y como si fuera una brocha de barbero barrio los pelos sobre mi cara. Aceito nuevamente mi lado derecho y estaba vez paso la maquina a contrapelo, de abajo hacia arriba.
La operación duro apenas unos minutos, había que reconocer que era muy hábil para manejar la clipper.
Para el lado izquierdo decidió otra posición, mas haya de la euforia que lo invadía, se había dado cuenta que no era muy conveniente la posición anterior ya que el pelo podría caerme sobre los ojos.
Entonces dio la vuelta se paro frente a mí y comenzó a cortar pasando la maquina desde atrás de mi cabeza y llevándola hacia su lado. Otra alarmante mata de pelo caía ahora sobre mis piernas, el contraste de la capa blanco con mi pelo castaño hacia que se viera aun más extrema.
Como en el lado anterior aceitó mi lado izquierdo y corto de abajo hacia arriba.
Dio la vuela y volvió a abrir la ventana. “.- Lo lamento amiguito , pero acá está haciendo muuuucho calor”.- dijo entre risas.
Yo en cambio no le encontraba la gracia, sentía el frío correr desde la nuca pasando por ambos lados de mi cabeza en una sensación indiscutible de no tener nada de pelo para protegerme del frío. Por lo menos arriba todavía estaba intacto, aunque no por mucho tiempo, ahora le tocaba el turno y tal como lo prometió, dejo descansar la maquina y tomo el par de tijeras.
Cerro la ventana, y el calorcito volvió a invadir el cuarto. Se lo agradecí en silencio.
Todavía tenia restos de esperanzas como para luchar, el ultimo bastión de mi corte residía en la cima de mi cabeza, si esto quedaba mas o menos intacto, el resto se podría arreglar.
Se paro frente a mí y quede con mis ojos justo frente a su pecho. El no era demasiado alto y la silla por el contrario lo era por demás, la conjunción de ambos hacia que el tuviera una muy cómoda posición de corte, tal cual a su gusto.
Nuevamente saco el peine del bolsillo de atrás de su pantalón, ahora lo tenia bien cerca y pude ver que era de esos peines baratos que se compran en el ten o el colectivo; esas eran sus herramientas. Cuando empece a jugar este juego a pura histeria no pensé que terminaría de esta forma, totalmente indefenso e inmóvil a manos de un barbero totalmente inexperto con herramientas bien baratas, pero efectivas.
Esta vez comenzó a peinarme desde la coronilla llevando todo el pelo de arriba hacia adelante, se encargo de hacerlo varias veces, era obvio que lo disfrutaba, mi flequillo ahora caía ridículamente sobre mis ojos, sin ninguna proporción real con el resto del corte. Mas de una vez el peine se pasaba del pelo y trataba de peinar lo que ahora estaba rapado, sentía los dientes del mismo con total fidelidad.
Finalmente paro de peinarme, tomo la tijera y comenzó a cerrarla y abrirla produciendo un particular y perturbante eco que llenaba todo el cuarto.
Tomo un mechón de mi flequillo y lo tiro con fuerza hacia adelante. El primer golpe de tijera no resulto como yo lo había esperado, no corto solo unos centímetros sino que se inicio al ras de la frente. El mechón de unos diez centímetros caía ahora sobre mi pecho, antes que pudiera abrir la boca en señal de protesta el segundo mecho caía detrás del primero. La tijera se iba cerrando y abriendo a medida que recorría mi aceitada frente, el perverso personaje que tenia frente a mi estaba reduciendo mi añorado flequillo de diez centímetros a apenas milímetros.
Una vez que termino me peinó nuevamente. Era como una burla el peine pasaba de una matorral de pelo aceitado al vacío de la frente limpia.
Pero el caos no terminaba ahí, el peine se adentro en parte del matorral y quedando bien al ras hizo de mediador entre la tijera y mi cabeza, éstas sonaban ahora más aterradoras que antes y mordían el pelo, con un poco de esfuerzo; no estaban hechas para eso.
El resultado era terrible no solo me estaba cortando bien al ras arriba sino que me estaba dejando todo desparejo.
Cuando llego la mitad de la cabeza, ya podía sentir todo el calor del cuerpo transpirado de Germán sobre mi cara, estaba como en transe, como en un éxtasis. En ese momento, abrió sus piernas y se acomodó de tal manera que quedaron las mías entre las suyas, inmediatamente como si no fueran suficiente los cintos que me ataban a la silla, cerro sus piernas inmovilizando las mías. Ahora estaba bajo su control total, me agarró bien fuerte la cara con su mano izquierda y apoyo la tijera sin peine mediador directamente sobre la parte de arriba que todavía tenia pelo, y la cerro de un solo golpe; el mecho cayo de costado haciendo que toda la escena pareciera una imitación de jardinero podando una enredadera. Germán me fue cortando todo el pelo que me quedaba a pura tijera. Una vez que termino se acerco hasta el bolso, saco un espero redondo con marco de plástico verde, lo puso frente a mis ojos y por primera vez pude ver el desastre que había hecho.
Mis costados estaban totalmente blancos, despojados de todo pelo, completamente rapados.
La parte de arriba era como una selva deforestada, mechones desparejos despuntaban hacia todos lados, rayas blancas se entrecruzan en todas direcciones, era humillante.
Germán,. Me miro y me dijo en tono de burla: .-“¿Viste que no era buena idea con tijera arriba, ahora te voy a tener que emparejar todo a maquina?
Tomo la maquina para despertarla de su siesta, era evidente que la última vez que la apago fue solo por un rato, sabia bien que volvería a usarla, se iba a encargar de que así fuera y así lo hizo.
La pendió y en nuevo juego sádico me preguntó: “¿Como le corto Señor”.
Esta ves la maquina tenia el peine en uno, comenzó a cortar desde atrás hacia adelante, intercalando con el peine, una pasada de peine y una pasada de maquina, el pelo iba cayendo como el agua de la cascada sobre la capa blanca, que ahora estaba llena de pelos.
Cuando termino con su etapa de frente, dio la vuelta, y me agarró fuerte del mentón con la mano izquierda y con la maquina en la derecha comenzó a pasarla desde la frente hacia atrás.
Ya todo estaba perdido, finalmente había logrado su objetivo, me había rapado.
Decidí entonces, bajar la guardia, entregarme, quedar en sus manos, me deje caer en la silla y a pesar de que aun seguía fuertemente atado ahora parecía estar más cómodo.
La maquina iba pasando una y otra vez, repitiendo la operación siempre de adelante hacia atrás. Cuando terminó, la apago y examinó atentamente el corte.
.-“Así está mejor”.- me dijo.- “¿Viste que no fue para tanto?”. Ahora estaba más tranquilo, como sí toda la euforia hubiese acabado de golpe. .-“¿Queres mirarte?” me pregunto, .-“Si”.- le respondí
Puso el espejo frente a mí y lo fue acomodando para que me pueda ver desde todos los ángulos, ahora que todo estaba más parejo no me parecía tan desastroso, seguía enojado, pero al mismo tiempo había gozado de la última parte del corte, la sensación de la maquina pasando sobre mi cabeza. Entonces de golpe y en forma inconsciente le pedí algo que nos sorprendió a ambos, si incluso a mi mismo, le dije .-“Arriba todavía me quedan algunas marcas de la tijera, creo que no va a haber mas remedio que me pases directamente la cero por toda la cabeza”.
Cuando encendió la maquina todo volvió a encenderse, también él. La excitación reinó nuevamente, me relaje eche mi cabeza hacia atrás y me rendí al placer del acero pasando desde mi frente hasta mi nuca, ahora que estaba entregado, el placer era absoluto, una y otra vez la maquina pasaba y cortaba los milímetros que pudieran quedar.
Cuando ya no quedaba mas, Germán apago la máquina y volvió a aceitarme la cabeza, ahora totalmente calva, me pasaba sus grandes manos sobre toda el cráneo masajeando mi cuero desnudo de pelo.
Volvió a ponerme el espejo me sonrío ahora cómplice, ambos estabamos igual de rapados, éramos uno, mi barbero y yo, mi verdugo y yo, mi maestro y yo, no sé con cual definición quedarme.
.-“¿Está conforme con el corte señor?.- preguntó con tono teatral. .-“Si muy conforme”.- le dije y agregue lo que los dos esperábamos.- “Aunque para que quede perfecto, ¿porque no me das una repasada completa?”.
.-“A la orden Señor”. Ahora la maquina patinaba sobre el aceite como unos patines sobre la pista de hielo. Seguimos así durante media hora, la maquina ya estaba sobre calentada y decidimos apagarla, no queríamos fundir lo que tanto placer nos había dado.
Germán me desató las manos, quito la toalla que cubría mis hombros, me desato la capa que aprisionaba mi cuello y me libero de mis ataduras en todos los sentidos. Tomo el pincel de pintar y me sacudió los invisible pelos que pudieran quedar dando vueltas por ahí.
Me levante y mire a mi alrededor, lo que hacia unas horas había formado parte de mi pelo y mi original corte, ahora estaba todo esparcido, y desparramado por el piso, había pelos por todas partes. No pense que tendría tanto para cortar.
Germán limpio todos sus precarios instrumentos, guardo las tijeras en el cajón de útiles, el peine en el bolsillo de atrás de su pantalón y la maquina en el cierre grande del bolso. Nunca supe que traía en el otro bolsillo, el mas chico, siempre estuvo cerrado.
Salí del cuarto y fui a mirarme directamente al espejo del baño, no podía creer que el reflejo que me devolvía era yo mismo. Mi cabeza brillaba bajo la luz de las lamparas en parte por el aceite que aun acariciaba mi cráneo. Todavía tenia la marca roja que había dejado la capa el en cuello y comprobé que tenia las mismas en las muñecas.
.-“No te preocupes, las marcas se te van en un día”.- dijo para tranquilizarme.
.-“Y el pelo vuelve a crecer”.- conteste.
.-“ Y hay que volver a cortarlo”.- me retruco.
Germán se acerco hasta el armario, saco el abrigo y me ayudo a ponerlo. Ya eran mas de las 23:00 hs del viernes y me despedí de mi barbero hasta el lunes, cuando volveríamos cada uno a su puesto, aunque yo con algunos cambios.
Salí de la oficina y comencé a caminar, el viento helado congelaba mi cabeza pero calentaba otras partes, era estimulante la sensación del viento correr sobre mi reluciente rapada, Germán tenia razón, se lo iba a agradecer.
Espere un taxi en la esquina, el frío seguía dándome vueltas en la cabeza y revivía todos los momentos tan intensos que ahora comenzaban a ser recuerdos.
La sensación de la maquina, las tijeras, el peine. Comencé a sentir la misma euforia que sentía Germán, ¿seria contagioso?. Un calor comenzó a subir desde mis pantalones hasta mi cabeza, agradecía que hiciera tanto frío, equilibraba el infierno intenso que emanaba de mi cuerpo. Los recuerdos, los deseos y las sensaciones iban creciendo a medida que pasaban los minutos, quise controlarlos pero quede tan atado a ellas como atado estuve a la silla.
Sin pensarlo di media vuelta, comencé a caminar de regreso a la oficina desde afuera se veía la luz aun encendía del cuarto y como entre sombras a Germán barriendo..... mi propio pelo.
Dude solo un segundo. Toqué el timbre Germán se acerco sin sorpresa a la puerta de vidrio, la abrió, me miro y le dije: .-“Por favor afeitame la cabeza”.
.-“Pasa te estaba esperando....”.-
Lo que paso a continuación ya forma parte de otra historia.

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