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decisión by sergio
Sigo el sitio desde hace tiempo, pero hasta hoy nunca había escrito. Tengo atracción por las viejas peluquerías, los cortes de pelo muy cortos con maquinas antiguas y los peluqueros que toman el control de la situación frente a un cliente ( evidentemente debo tener un costado masoquista). Estas atracciones las mantenía solo para mí y nadie lo sabía. Tal vez lo que me llevó a escribir ahora fue algo que me ocurrió el año pasado.En una celebración de San Patricio , en Bs As, nos reunimos con amigos a tomar una cerveza. En esa reunión algunos de mis amigos invitaron a participar a compañeros de trabajo, por lo tanto había personas que nunca nos habíamos visto. Una de estas personas tenía el pelo corto , y se notaba que estaba recién cortado. Alguien le hizo una broma acerca de su corte al ras y sin querer surgió en la conversación el tema de los cortes de pelo. En un momento, y casi sin proponerlo, yo estaba exponiendo mi secreto a oídos de todos. Para mi sorpresa, y ante lo que yo suponía, nadie se extrañó ni hizo ningún comentario ni broma en contra. Es más, alguno adhirió a lo que yo decía, entre ellos esta persona de nombre Rafael. Sin quererlo había descubierto mi secreto y es como que me sentí más libre. Luego las conversaciones fueron otras y así se pasó una noche bastante buena entre amigos. Al despedirnos, Rafael se acercó y me anotó en una servilleta una dirección y me dijo ¨¨ tal vez quieras probar , creo que es lo que buscas¨¨. Todos nos despedimos y quedamos en volver a encontrarnos en algún momento próximo.
En mi casa miré la dirección y vi que me quedaba medio lejos ( de Quilmes a Villa Crespo ) , pero como trabajo en Capital , el viaje sería mas corto. Entonces me dije que el próximo corte sería allí.
Cuando fue el día, después del trabajo me fui a Villa Crespo con el subte B y al final no resultó tan largo el viaje. Tuve que caminar unas cuadras y llegué a la calle Camargo. Cuando estuve frente al local noté que era bien antigua, no dudé y entré. Un solo sillón, un peluquero como de 60 años y todo quedado en el tiempo. Me gustó. Un cliente estaba casi por dejar el sillón así que me acomodé en la espera. Miraba todo a mi alrededor, mesita con revistas, un viejo perchero de pie, en el espejo un papel con el precio de cada servicio, un ventilador de techo, un mueble con un gran espejo, y las herramientas de trabajo sobre él. Estaba en mi mundo. Cuando se desocupó el sillón el peluquero me dice: ¨¨ Vamos, arriba ¨¨ ( así me invitó a tomar asiento). Obviamente me senté. Me puso la tela de algodón blanca que me cubría por completo y mientras lo hacía me preguntó: ¨¨ ¿ lo dejamos cortito, no? ¨¨ ( habrá notado que era de usar pelo corto porque en realidad no lo tenía tan largo). ¨¨ Sí¨¨ , contesté.
Tomó una de las maquinitas del mueble y, sujetándome la cabeza hacia adelante me empezó a rapar la nuca. Fue una sensación agradable sentir la maquina por mi nuca. Me movía la cabeza a un lado y otro con movimientos medio bruscos como haciéndome saber quien mandaba. Yo estaba encantado. Me siguió pelando la nuca y los laterales que ya estaban casi al ras de mi cabeza. Arriba usó tijeras de entresacar y cortó casi todo el pelo. Sacudió los pelos cortados con un cepillo, desabrochó la capa, pero luego de sacudirla la volvió a poner. Otra vez con su mano tomándome la cabeza me pasó otra maquinita más pequeña cortándome más el pelo de la nuca . Yo sentía la presión que hacía la máquina sobre mi cuero cabelludo ya descubierto. Gobernaba mi cabeza como quería. Me peló los laterales y luego con la navaja que afiló en ese cuero que cuelga del apoyabrazos del sillón, me rasuró los bordes de las patillas, detrás de las orejas y en la base de la nuca. Como otra muestra de que él era el que mandaba ( yo lo interpreté así ) me pasó la mano por la nuca como verificando el corte. Me puso un espejito detrás para ver el final y recibir mi consentimiento. Me gustaba lo que veía.Había disfrutado ese tiempo. Me levanté del sillón y vi que había otro cliente esperando ( no me dí cuenta cuando entraron). Era un niño acompañado por su padre.Mientras me ponía el abrigo el peluquero dispuso una silleta en el medio del salón y lo sentó, mientras le preguntaba al padre por el corte. ¨¨ rapadito, como siempre¨¨ fue la respuesta. Mientras le pagaba al peluquero simulé que me pasarían a buscar y le pedí permiso para esperar dentro de la peluquería. No me quería perder el próximo espectáculo.