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peluquero a domicilio by Charly
De la manera más tonta me caí de una escalerita de ¡¡¡ 4 escalones¡¡¡ y me rompí una gamba. Me tuvieron que operar y me pusieron dos clavos en la pierna . Como estoy con reposo y licencia en el laburo no sé hasta cuando, mi vida transcurre mirando tele y dándole a la PLAY , es decir haciendo huevo total. Tengo 30 años y mi mujer ya no me aguanta en casa. Quiere que la ayude pero en verdad no puedo ni apoyar la pierna. Siempre me recrimina algo: mucha tele, mucha play, que no hago nada....y el otro día se la agarró con que tengo el pelo largo y debería cortármelo. Yo le dije ya medio cansado de los reprochas, como quería que hiciese si no me puedo mover y estoy todo el día con la pata estirada, entonces me dijo que llamara a Ruben, mi peluquero, a ver si podía venir a casa a cortarmelo. Primero me causó gracia y segundo, como sabía que eso sería imposible, le dije :- ah, tenés razón ( todo para sacarme el compromiso de encima). Como se imaginó que yo no lo iba a llamar, lo llamó ella. Claro está, Ruben le dijo que con la cantidad de clientes que tiene en su local le resultaba imposible ir a domicilio. Él tiene su peluquería en el centro y vive en Liniers y yo vivo en Quilmes, así que ...imposible. Cuando vino me dijo que Ruben no podía venir pero que le había dado el teléfono de otra persona que corta el pelo a domicilio. Yo me quise morir, pero no podía decirle nada. Ella misma se comunicó y me consiguió un turno para las 11 de la mañana siguiente. Ahí medio que me calenté y le dije si era tan de apuro, que cuando estuviera un poco mejor me lo iba a cortar. Ella se calentó más que yo ( jajaja) y me dijo que ya era insoportable verme con ese pelo.
La mañana siguiente, durante el desayuno, ni nos hablamos. Casi a las once en punto sonó el timbre.A mí se me hizo un nudo en el estómago pero pensé que , como lo había recomendado Ruben, sería algun amigo de él entonces medio me tranquilicé. Mi mujer fue a atender y escuché que le decía:- pase por acá. Cuando lo tuve frente a mí casi me desmayo. Era una persona de unos 70 años con una valijita de madera que apoyó sobre la mesita del living. Mientras el tipo me saludaba, mi mujer, detras de él se sonreía y yo , por dentro, la puteaba en siete idiomas. Le preguntó si allí estaba bien para trabajar y el viejo le dijo que sí. Yo sentado en el sillón de siempre sólo miraba los movimientos del peluquero. Sacó de la valijita una tela de algodón blanca, un par de tijeras y un peine y , grande fue mi sorpresa cuando lo ví sacar dos máquinas cortapelo de las antiguas del año del pedo. Mi mujer se escondía para no reirse delante del viejo. El peluquero me dijo que me quedara tranquilo y me colocó la tela cubriéndome por completo. La ajustó con un brochecito y puso un paño menor en mi nuca doblandolo por dentro del cuello de mi camisa. Yo ya estaba como un pibe al que su madre lleva a la peluquería. Cuando me vió con la tela al cuello no pudo aguantar la risa. Le dijo al peluquero que el corte fuera bien corto porque no se sabía hasta cuando iba yo a estar así. La fulminé con la mirada. El viejo asintió y , notándome tenso, me dijo que me relajara. Fue detrás mío con la tijera y el peine y me empezó a cortar todo el pelo de la nuca y arriba. En los costados, con dos tijeretazos me desnudó las orejas haciendo detras de ellas un gran arco. La turra de mi mujer miraba y sonreía. Cuando ví que tomó una de las máquinitas y fue detrás mío me agarré fuerte de los apoyabrazos del sillón, y sentí como empujó mi cabeza hacia adelante y me la sostenía con fuerza. Empezó a subir la máquina hasta más allá de la mitad de la cabeza y me la fue pelando por franjas. Ya no había retorno. Me siguió pelando la nuca mientras me hablaba preguntándome por mi accidente. Como yo le contestaba con monosílabos, mi mujer me hacia de traductora. Ellos charlaban y yo seguia con la cabeza gacha como un muñeco. Cada tanto dejaba de cortar para hablar boludeces con ella. Luego volvía y me seguía pelando a su antojo. Cuando se cansó de pasarme la máquina me pasó un cepillito y me desabrochó la tela. La sacudió en el aire yb la volvió a anudar. Mi mujer me pasó la mano por la nuca a contrapelo y le preguntó al tipo si así de corto iba a quedar, a lo que el peluquero le dijo que todavía faltaba pulir el corte. Con la otra máquina me volvió a pelar la nuca y ya sentía el frío del metal en mi cuero cabelludo desnudo. Me peló a su voluntad y en un momento le dijo a mi señora que pase la mano por la nuca para aprobar el corte. Yo los puteaba a los dos.Me dió otra pasada con la máquina y me cepilló toda la cabeza. Me pasó la navaja en seco en la base de mi nuca, en las patillas y en los arcos de las orejas. Mientras el tipo me desabrochaba la sábana alcancé a pasarme la mano por la cabeza y estaba totalmente pelado. Guardó todo en su valijita , le pagó el corte y lo acompaño a la puerta después de que me saludó con un apretón de manos. Cuando mi mujer volvió le pregunté si se había vuelto loca, se rió y me dijo que me quedaba bien. Lo llamé a Ruben y lo puteé un ratito, él se reía y me hacía bromas. Hace diez días , estoy todavía maldiciendolos. Ahora pasé a ser el peladito de la casa.