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visita inesperada by Jorge
Hay una historia en el sitio titulada ¨¨ Rapada en familia ¨¨ que me hizo recordar algo propio que me ocurrió en mi infancia-adolescencia. Yo tendría 13 o 14. Habíamos ido en familia a visitar a la abuela Rosa que había sido operada y estaba teniendo su tiempo de reposo. Ella vivía en San Miguel con su segundo esposo. Mi abuelo había fallecido cuando yo era muy chico y casi no pude disfrutarlo. El nuevo esposo no era de mi simpatía. Era medio mandón y pretendía ocupar el lugar de mi abuelo. Yo nunca lo permití a pesar de las solicitudes de mi viejo que me pedía que tratara de llevarme bien con él. Para colmo de males era peluquero pero a mí nunca me había cortado el pelo por una cuestión de distancia, yo vivía en Quilmes.
Cuando llegamos nos recibió Jesus, así se llama el esposo de mi abuela, que estaba atendiendo en su peluquería. Pasamos a ver a la abuela y él siguió con un cliente que tenía. Por suerte la abuela estaba bastante mejor ya. Mis viejos empezaron a charlar y al poco mi hermana y yo estábamos mirando la tele. Al rato, escuché la voz de Jesús que se había incorporado a la conversación. Nos llamó para que fuéramos a saludarlo. Cuando entramos en la cocina el muy verdugo dijo que él creía que tenía un nieto y una nieta y no dos nietas como estaba viendo ( esto referido a mi pelo que estaba bastante crecido). Todos rieron de la broma menos yo. Mi viejo agregó que, sin duda ya necesitaba yo un corte de pelo. Jesús , envuelto en su chaqueta blanca, me preguntó si quería cortármelo y le dije que no, pero mi viejo me dijo:- dale , aprovechá que estamos acá y el abuelo te lo corta. Todos insistieron, incluso mi abuela, entonces la situación se me hizo inmanejable. Jesús me dijo:- dale, vamos al local. Mientras yo cruzaba el pasillo él se quedó hablando con mi viejo y luego me siguió. Ya en la peluquería me sentó en una silla para chicos porque yo era bastante menudo de físico y el sillón me quedaba inmenso. Me cubrió con una tela celeste y me empezó a peinar. Yo le dije que no lo quería muy corto y él , como burlándose, me dijo:- muy bien , caballero. Como la silla estaba de espaldas al espejo yo no podía ver cuales eran sus movimientos, pero me tranquilicé cuando me empezó a cortar el pelo con una tijera. Cortaba y cortaba y la tela ya empezaba a cubrirse con muchas matas de pelo. Me hablaba de como me iba en la escuela y como le iba a River en el campeonato y no sé de cuantas cosas más mientras me seguia cortando. Cuando abandonó la tijera me limpió con un cepillito de madera y me sacó la capa para sacudirla y librarla de todo el pelo cortado. Yo imaginé que ya había terminado y amagué bajarme de la silla pero me sujetó por los hombros diciéndome que todavía no había terminado. Me puso otra vez la tela y lo escuchaba que movía cosas en el mueble. En ese momento entró otro cliente que saludó y le preguntó si tenía que esperar mucho. Jesús le dijo que enseguida terminaba con su nieto y lo atendía. El otro empezó a darle charla mientras yo sólo miraba. Tras cartón sentí la mano de Jesús que me tiraba la cabeza para abajo aguantándola con fuerza y en un segundo sentí correr hacia arriba una máquina de cortar el pelo. Quise moverme de la silla pero me tenía la cabeza bien sujeta. Sólo le dije que no quería la máquina pero me dijo que mi viejo le había dicho que tenía que ser cortito. Todo esto me lo decía sin dejar de pasarme la máquina. Mis ojos se llenaron de agua pero nadie me veía porque mi cabeza estaba agachada. Me peló lo que quiso sin dejar de conversar con el otro viejo. Por algunos momentos me dejaba de cortar sin soltarme la bocha, para luego seguir su tarea. En un momento escuché , sin verlo, la voz de mi viejo que le decía:- Muy bien Jesús, que cortecito....Me terminó de pelar toda la nuca hasta la corona y me dejó sin laterales. Remató el corte con otra máquina y después me emprolijó afeitándome con una navaja. Cuando terminó me sacó la tela y me dijo ¨¨listo varón¨¨ (yo lo puteaba para mis adentros). Mientras el otro viejo ocupaba el sillón mi papá me llevó al fondo a lo de mi abuela. Todos se reían pero me decían que me quedaba lindo, yo llorando como un marrano. Conclusíón, fue una visita con un toque inesperado. Nos fuimos y en el auto mi hermanita me acariciaba la cabeza y le causaba gracia como le pinchaba la mano. Nunca más me cortó el pelo Jesús. Ahora él tambien está fallecido, pero a veces en casa nos acordamos de aquella anécdota y nos reímos.___(