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Inolvidable by Rafael


Un corte a mis 11 años.Entre el peluquero y mi abuelo me sentaron en la silleta alta para niños. En ese momento supe que estaba perdido. Con una sonrisa maliciosa , el peluquero me arrojó por encima la tela blanca que me cubrió por completo. Me reflejaba en el espejo y mis ojos se llenaron de agua. Veía por última vez mi pelo crecido que me cubría las orejas, bajaba unos centímetros del cuello de mi camisa y el flequillo me llegaba hasta los ojos. Habían pasado casi tres meses de mi último corte.Mi abuelo era mi acompañante ocasional porque mi viejo había quedado trabajando en el negocio, pero las indicaciones habían sido más que claras:- Decile al peluquero que se lo deje bien cortito, le había dicho a mi abuelo, y él estaba dispuesto a cumplir con la orden. Cuando Don Antonio, el peluquero, preguntó cómo lo cortaba la respuesta fue contundente:- Pelalo con la máquina, Antonio.
En un último intento de resistencia, dije:- nooo, con máquina no, abuelo. Me hizo callar con un suave tirón de oreja diciéndome que me quedara quietito así el peluquero podía trabajar. Don Antonio iba a disfrutar de esa esquila. Tomó del bolsillito superior de su chaqueta el peine y la tijera y empezó a levantar mi pelo y cortarlo justo sobre los dientes del peine. Una lluvia de pelo caía en la tela y en el suelo junto a la silla. Con dos tijeretazos casi mal dados me descubrió las orejas. Mi cabeza estaba tomando una forma irregular. Me cortó casi todo el pelo mientras charlaban de política. Cuando terminó con la tijera me pasó un cepillo de madera de cerdas duras y me limpió toda la cabeza. La capa blanca se había cubierto de pelo. Me la desabrochó , la sacudió en el aire y la volvió a anudar sobre mi espalda. En ese momento tomó del mueble una máquina cortapelos de las antiguas plateadas, la hizo funcionar en el aire y, mostrándosela a mi abuelo le dijo: - Vamos con la #1, Cosme? Mi abuelo aprobó, siempre parado junto a la silla.Me tiró la cabeza hacia adelante y , sosteniéndola con firmeza, la empezó a subir hasta la coronilla haciendo presión contra mi cuero cabelludo. Me peló detras de las orejas haciendo grandes arcos. Yo no podía moverme. Cuando terminó con la máquina le pidió la opinión a mi abuelo:- Está bien así, Cosme, o lo querés más cortito? Yo seguía con la cabeza gacha. Mi abuelo le dijo:- Nooo, más corto, pasale la cero así le queda bien a la moda. Ambos rieron y yo me sentía indefenso y humillado. Agarró otra máquina más pequeña, me volvió a bajar la cabeza y me peló sobre lo que ya estaba pelado. Cada tanto me pasaba la palma de la mano a contrapelo para verificar el buen corte de la maquinita. Me peló absolutamente. Me recortó aún más el pelo de arriba con la tijera y me cepilló con el cepillo cargado de talco. Me puso un espejito en la nuca y me mostró su obra maestra del terror. Estaba todo rapado. Mi abuelo me frotaba la nuca aprobando el corte del verdugo. Me sacó la tela y bajé llorando de la silla. Así fue el viaje hasta casa. Mi viejo al verme se sintió más que satisfecho y felicitó al abuelo por la tarea cumplida.



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