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Historia real - taekwondo by Eze


Esto me paso a mi cuando tenia 14 años, creo que es la razon por la cual hoy en dia sigo sintiendo un atractivo por los cortes de pelo. Voy a intentar ser breve.
Cuando era chico, iba tres veces a la semana a tae-kwon-do. Me encantaba y comence a dar los examenes para ir subiendo de nivel, ya saben, ir cambiando el cinturon y eso a la par que comence a competir.

En el primer examen estaba tranquilo, convencido de que era bueno y que pasaria, hasta que el señor que tomaba el examen me confundio con una niña por mi pelo largo, el cual llegaba hasta el pecho y me cubria los ojos. Para mi fue bastante vergonzoso, no era la primera vez que me pasaba pero igual me habia afectado. El profesor, un hombre recto, con un corte de pelo militar solo se reia y disfrutaba de mis caras. El examen paso, aprobe y segui yendo a las clases.

Un tiempo despues tuve que rendir el proximo examen, y fue tanta la verguenza que decidi no presentarme, por lo cual mi profesor se mostro confundido e insistio en que lo intentase. Me anime a decirle que no queria ir por miedo a que me volvieran a confundir con una niña y me prometio que le diria de antemano al hombre que tomara el examen que detras de esa inmensa cabellera habia un varon, para que no pasara verguenza. Asi que me tranquilice y segui practicando.

El dia anterior al examen, el profesor me dijo que seria bueno encontrarnos una hora antes para repasar los contenidos teoricos que tambien forman parte de la prueba y que si por favor podia reunirme con el en la escuela a esa hora, y que iban a estar el resto de mis compañeros. Accedi y fui. Cuando llegue, me estaba esperando cruzado de brazos, me saludo y me pidio que lo acompañara hasta dos cuadras que tenia que comprar algo y que los demas iban a llegar mas tarde. Fuimos hablando de cualquier cosa hasta que de repente me encontre en un "atelier masculino" así decia el cartel, una peluquería de hombres, de las que siempre me generaban escalofríos porque sentía que era imposible salir de ahí con pelo.
El profesor me miro fijo y me dijo, vamos, entra que vamos a solucionar ese problema. No quise y me dijo que tenia la autorización de mis padres, con quienes había estado hablando. Me tomó del brazo y sin dejarme pensar me introdujo dentro del local, estaba vacío, había dos sillones y dos peluqueros de unos 50 años esperando ansiosos. Recuerdo que la nuca del profesor era muy plana y estaba siempre cortada al cero, me encantaba verla pero me producía algo extraño. Yo llevaba el pelo atado, me llegaba por los omoplatos y sin atar me cubria fácilmente la cara. Yo estaba en shock y tenía lágrimas en los ojos, me sentaron entre mi profesor y un peluquero, el cual me iba a cortar la melena sin piedad.

Mi profesor me sacó la colita del pelo y todo mi cabello ondulado cayó sobre mi espalda. El peluquero se entusiasmó y le preguntó a mi profesor como lo cortaba.
Yo llorando pedí que solo me cortaran un poquito pero mi profesor introdujo sus manos en mi cabellera y dijo: "queremos un cambio radical, pelalo antes de que salga corriendo". Empecé a patalear y llorar más fuerte pero la mano dura de mi profesor enseguida me paralizó sobre el sillón, no me golpeó solo me sostuvo y la máquina se introdujo por mi nuca dejando caer todo el pelo sobre la capa. Me pelaron toda la nuca en cuestión de segundos, seguido de los costados.
Cuando llegó la parte del pelo de arriba, con la misma máquina y otro peine lo redujeron casi a nada. Yo lloraba en silencio, me sentía humillado. Cada tanto el peluquero y mi profesor decían cosas sobre el pelo largo en los varones, de manera despectiva y que era mucho mejor tenerlo bien cortito.
Terminó la tortura y el profesor me paso su mano por la nuca, "ahora me gusta más" dijo. Y le pidió al peluquero si podía cortarle a él.
Se sentó en la silla y pidió una media americana.
Yo deje de ir a la escuela luego de rendir bien ese examen pero me sigo cruzando al profesor por el barrio y siempre que me ve me dice: "pórtate bien o te llevo a la peluquería" y me entran escalofríos, creo que me lo va a decir hasta el día que se muera, y siempre lleva su media americana que combina perfectamente con su cara y su cuerpo robusto. Experiencia por demás inolvidable que me marcó de por vida. La peluquería todavía está, los que quieran conocerla me escriben a pietraezequiel@gmail.com y les digo como ir, es en Avellaneda, buenos aires. Esos peluqueros aman pasar la máquina sin piedad… ya les contaré otras historias mías en ese local.
Escribi sin tildes para que no salgan los simbolos. Espero que les haya gustado.




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