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Visita a la peluquería de Don Luis by Diego


He desarrollado esta fascinación por todos los temas que tienen que ver con los cortes militares, a rape o barberías antiguas desde los 15 años aproximadamente. Actualmente tengo 26 y mi gusto no ha cambiado en absoluto, aún sigo teniendo este cosquilleo en el estómago cada que visito una nueva peluquería/barbería y siento esa adrenalina de no saber que tan pelón voy a salir de ahí, o si en algún momento el experimentar cortarme el cabello con un nuevo barbero pueda salir mal al grado que tenga que pedirle que me afeite la cabeza por completo. Hasta el momento no me ha pasado, al menos no con un barbero real. (Digo real porque tengo una anécdota de una pelada que me metió un vato no profesional, pero eso es parte de otra historia).
Desde que desarrollé mi gusto por las peladas he llevado el cabello de muchas maneras, desde desvanecidos hasta llevar cortes tipo marine. Poco a poco voy a ir redactando algunas de mis historias que espero sean de su agrado y que tengan el suficiente nivel de detalle para que puedan trasladarse al momento en el que yo estuve.
La historia de hoy comienza conmigo después de haber dejado crecer mi cabello cerca de casi un año, la verdad a pesar de que me gusta mucho andar rapado y disfruto cada que me pasan la máquina sin ningún tipo de peine, creo que no hay nada más placentero que dejar crecer el cabello para después verlo caer en la capa y dejar el suelo cubierto de él.
A mí en lo personal, me gusta visitar las barberías peinado con bastante cera o pomada que haga que mi cabello se note espeso, pesado y obscuro. Siento que es como entregarle un jugoso tesoro al peluquero que me pasara la máquina sin piedad.
Había estado dejando crecer mi cabello bastante, lo recortaba cada quince días eso sí, pero solo los costados y la nuca. No muy corto, únicamente desvanecido del cero al dos y pidiéndole específicamente a mi peluquero de cabecera, mejor conocido por todos como Don Luis, que no cortara nada de la parte de arriba porque precisamente, lo quería dejar crecer.
Don Luis era un hombre relativamente joven, 48 o 50 años aproximadamente, cabello negro casquete corto con algunas canas y un bigote obscuro a juego con su cabello, se veía que en sus buenos años había sido atractivo, no era muy platicador, únicamente al principio del corte, cuando preguntaba un poco como había estado y algunas otras banalidades mientras ataba la capa a mi cuello, para después preguntar cómo deseaba mi corte.
Su barbería era antigua, sillones de cuero rojos, amplios espejos de los que te podías ver de varios ángulos, incluso si te dejaba de espaldas mientras cortada (lo cual siempre hacía) te podías ver, ya que enfrente había otro espejo grande que reflejaba como ibas quedando pelado. También tenía un mueble de madera largo con varias máquinas para cortar, desde las comerciales Wahl hasta una Oster de las antiguas que se veía que no usaba frecuentemente. Colgando del reposabrazos de la silla dejaba siempre la capa y al fondo en un perchero dejaba su bata blanca que se ponía únicamente hasta que iba a empezar a trabajar.
Para entrar a la barbería, había un de aluminio con amplios cristales sin ningún tipo de polarizado, únicamente un letrero de "Peluquería para Caballeros y Niños". Cualquiera que pasara por fuera podría ver perfectamente lo que estaba sucediendo adentro de la peluquería.
Aunque tenía dos sillas para barbero, solo estaba Don Luis, por lo cual la otra siempre había algún cliente sentado esperando o una pila de periódicos viejos.
Don Luis fue autor y dueño de mis cortes durante todo un año, me conoció después de haber estado una buena temporada rapado, por lo cual él se encargó de que mi cabello fuera tomando forma hasta alcanzar el largo suficiente para que pudiera llegar hasta mi boca cuando tiraba de él hacia abajo para ver que tan largo iba, ya sabes, cuando tomas un mechón de arriba y jalas de él para ver que tanto ha crecido.
Así que el día había llegado, salí de casa con la idea de que era momento de un corte bien pelado, con la nuca y los laterales totalmente afeitados y arriba rapado con la cero o el uno, eso aún lo venía meditando. Para mi era como una ofrenda el dejar que Don Luis me pelara por completo y en el fondo sabía que é lo disfrutaría ya me había comentado que se sentía más cómodo cuando hacía cortes rapados o muy cortos porque terminaba más rápido.
Iba nervioso, ya que había mantenido el cabello relativamente largo y el cambio era grande, durante el camino iba pensando en que tal vez podía esperar un poco más, dejarlo crecer otro mes, entonces en mi cabeza debatía dos opciones: si llego y hay gente esperando, pediré el corte que he pedido los últimos meses, pero si no hay nadie esperando pasaré directo a la silla de cuero y le diré que quiero un corte a rapa como soldado, y cuando Don Luis me pidiera ser más específico le diría que la nuca y los costados afeitados totalmente y lo más alto que se pudiera y arriba la cero o la uno, lo dejaría a su consideración.
A medida que me acercaba a la barbería sentía como se agitaba mi corazón, podía ver ya el letrero de abierto de la peluquería y el caramelo tricolor girando en la pared, lo único que estaba por verse era que corte me tocaría, con gente o sin gente… esa era la única pregunta sin respuesta aún.
Por fin llegué y al estar totalmente de frente a las puertas de aluminio con cristal me topo con la sorpresa de Don Luis, sentado en la silla de barbero leyendo el periódico cómodamente, con una playera polo color verde militar, muy ad-hoc con el atuendo de un militar que está por dejar a rape a uno de sus reclutas. Sin una sola alma en la barbería más que la de Don Luis. Bajó el periódico un poco y me sonrió, se levantó de la silla y me dijo:
- Permíteme, voy por las llaves.
Fue a una sección al fondo donde tenía un baño y tomó las llaves, quitó el seguro y recorrió la puerta.
-Pasa â€" me dijo â€" Estaba por irme a comer, unos 10 minutos más y no me alcanzas.
-Gracias- le dije. Y tomé asiento en el sillón que estaba frente a la silla de barbero.
Para ese momento mi corazón latía muy fuerte, sabia que ese era el último día de mi cabello, yo mismo me venía diciendo de camino que si no había gente me tocaba pelada y ahora no podía echarme para atrás.
Don Luis fue al perchero, tomó su bata blanca como de costumbre y se la colocó, me hizo una seña con la mano indicando que pasara a sentarme. Me levanté del sillón y me senté, sentía como me escurría el sudor frío por la espalda.
Don Luis tomó la capa del reposabrazos y la sacudió fuertemente varias veces, el suelo estaba sin un solo cabello lo cual me indicaba que había pasado un buen rato sin gente.
Colocó la bata alrededor de mi cuello y la apretó con fuerza, me tomó de los hombros y con fuerza me empujó hacia atrás para que me recargara por completo, en mi mente volaba la idea de que Don Luis quería estar cómodo porque sabía que ese día era el momento de cosechar lo que había estado cultivando desde hace tiempo, una mata de largo y espeso cabello negro bien peinado con cera, listo para caer y dejar el suelo cubierto.
Bajó un poco la silla para acomodarse mejor y llegó por fin la pregunta:
-Cómo te pelo chato?
No sabía si Don Luis entendería lo corto que quería el cabello, así que saqué una imagen de mi celular de un vato muy pelado que había buscado hace días, y le dije:
-Así lo quiero Don Luis, bien peladito, con la nuca y los costados rasurados, hasta arriba, quiero que quede alto el afeitado.
Don Luis apenas miró la imagen y me dijo:
-Uf, ahora si quieres quedar bien pelón, está bueno, está de moda creo entre los chavos andar muy pelones, no se diga más.
Me dio la vuelta y empezó a cortar directamente con la Oster, sin ningún tipo de peine, hacía un ruido de un motor potente, de esos que no se atoran ni con los cabellos más gruesos o espesos. Empezó a cortar por el costado derecho, y en el espejo de enfrente ya podía ver como se veía mi piel, caían mechones grandes que parecían estar mojados, pero era en realidad la cera lo que le daba ese aspecto de estar húmedo. Sin más empezó a pasar la máquina por la nuca hasta arriba, sentía como subía la máquina mucho más de lo que la había pasado los últimos meses, definitivamente Don Luis había entendido que quería el afeitado hasta la coronilla, y justo cuando terminó de pelar la nuca por completo, empecé a sentir esa frescura que no sentía hace meses, después atacó el lado derecho hasta dejarlo igual de corto que el izquierdo.
La imagen para este momento ya era demasiado excitante, había bastante cabello en la capa y en el suelo y el espejo que tenía enfrente mostraba mi reflejo viendo la piel en los costados y el espejo detrás de mi reflejaba mi nuca totalmente pelada en el espejo de enfrente, aún no cortaba nada de la parte de arriba y ya parecía un militar ahí sentado.
De pronto Don Luis tomó un peine y empezó a "casquetear" (desvanecer), como decimos aquí en México a la acción de pulir el corte para que no se vean picos o cuadrado, lo cual me desconcertó un poco porque yo le había mostrado a Don Luis la foto de un vato que claramente estaba pelado con la 1 en la parte de arriba. Esperé alrededor de un minuto y le dije:
-Don Luis, pero arriba va corto.
A lo me dijo un poco disgustado:
-Si lo sé, todavía no termino.
Me quedé callado y lo dejé seguir trabajando, no quería molestar, pero definitivamente pensé que Don Luis no había entendido lo que le había pedido, lo que él intentaba parecía más como querer desvanecer el un poco en los costados para emparejar el ahora muy largo cabello arriba con la parte totalmente rapada de la nuca y los costados. Aun así, no quise decir más, esperaría a que terminara y si no era lo que pedí le indicaría que de arriba era a rapa, con la uno.
Después de estar desvaneciendo durante aproximadamente 10 minutos el corte lucía raro, mi cabeza parecía una piña, pero antes de que pudiera decir algo, Don Luis pasó a la parte de atrás y trajo un poco de espuma en una taza para comenzar a afeitarme.
Tomo un poco de espuma en lo que parece una brocha y lo unto en toda la parte donde había pasado la máquina sin ningún peine, ahora estaba con la nuca y los costados totalmente blancos y llenos de espuma, sentía la cabeza caliente y para rematar me colocó una toalla aún más caliente rodeando toda la cabeza. Esperó unos minutos y la retiró.
Don Luis tomó el cuero que colgaba de la silla y empezó a pasar varias veces la navaja para sacar filo y sin más comenzó a afeitarme, empezando esta vez por la nuca. Sentía cada vez más y más el aire freso a medida que iba retirando la espuma a punta de navaja, poco a poco desvanecía la sombra gris de la cero y se veía totalmente mi piel, algo brillosa por el reflejo de las luces en la recién cabeza afeitada. Terminó de afeitarme y retirar la espuma, me limpió los restos de espuma con la toalla y pasó al fondo para deshacerse de ella. En ese momento aproveché para pasar las yemas de mis dedos por la nuca en sentido contrario a donde crece el cabello y alcanzaba a sentir ligeramente la raíz del cabello, quería sentir liso totalmente, por lo que me apresuré a decirle (antes de que empezara a hacer otra cosa):
-Don Luis, cree que podría darle una segunda pasada, aún se siente el cabello cuando paso los dedos, quiero que se sienta totalmente liso.
Don Luis hizo una mueca, claramente se quería ir a comer, a lo que dijo:
-Pues ya te ves bien pelón, hijo. Pero sí quieres más, te vuelvo a afeitar y te paso la navaja en sentido opuesto, aunque a veces así los corto más eh.
-No importa â€" le dije- solo quiero que quede bien afeitado, totalmente liso por favor.
-Está bien â€" dijo â€" Al cliente lo que pida.
Y nuevamente me cubrió la cabeza con espuma y volvió a afilar la navaja en el cuero, esta vez lo hizo varias veces conforme iba avanzando y cada que Don Luis sentía que la navaja perdía filo, la pasó varias veces y muy marcado en zonas donde se sentía más las pequeñas púas. Me pasaba su mano reseca por la nuca varias veces y me agachaba la cabeza en incontables ocasiones, para cerciorarse de que esta vez no habría queja y me estaba dando exactamente lo que le había pedido.
Cuan por fin terminó ahora si estaba totalmente liso, mi nuca y los costados eran más lisos incluso que la piel de mi frente.
Don Luis tiró de mis hombros y me empujó para recargar mi espalda totalmente en el respaldo de la silla, me quitó la capa y la sacudió un poco, después la volvió a colocar y esta vez la apretó con mas fuerza, como si no quisiera que un solo cabello se filtrara a mi playera.
Pero aún parecía una piña, todo el cabello de arriba seguía largo y sin tocar, Don Luis tomó el peine y comenzó a casquetear, después me sacudió con la brocha todo el cabello de la cara, nuca y costados. Tomó un poco de alcohol en sus manos y me dijo:
-Te va a arder bastante eh
Me puso alcohol en todo donde había pasado la navaja, ardió un poco y empecé a notar como algunos puntos de mi cabeza se ponían rojos, no eran muchos, porque a decir verdad Don Luis era bastante bueno con la navaja, me había metido una buena pelada. Acto seguido, tomo un poco de cera en sus manos y comenzó a peinar mi cabello en la parte de arriba, acomodándolo hacia atrás como lo había hecho los meses pasados cada que terminaba de cortarme el cabello, después aflojó la capa y la retiro cuidando no tirarme cabello en la ropa.
Me quedé desconcertado e inmediatamente me acomodé en la silla y le dije:
-Ya terminó? Pero, Don Luis, le dije que arriba iba pelado.
-Pues por eso, lo desvanecí para que no se viera la línea entre la navaja y el cabello â€" me dijo- Y arriba largo como siempre.
A lo que respondí:
-Noooo, a lo que yo me refería, era rapado totalmente, como el vato de la foto, trae la uno arriba, por eso le dije cuando casqueteaba que arriba le faltaba.
La cara de Don Luis reflejaba un emputamiento total, todos esos minutos que dedico a intentar desvanecer la línea de afeitado y el cabelló habían sido en vano, porque arriba iba el corte era a rape. Se notaba totalmente molesto, ya había pasado más de media hora y aún tenía que rapar arriba y desvanecer la nueva línea que dejaría pasar la máquina con la uno y la navaja.
-Qué hacemos? â€" me dijo-
-No pues no sé, usted dígame. ¿Quiere ir a comer y lo espero? - pregunté.
-Pffftt… no mijo, de una vez te pelo rápido, al fin que arriba lo quieres pelón no?, digo para que ahora si no haya pierde â€" dijo entre bromeando y enojado.
-Si, por favor, pásame la máquina arriba- Dije entre riéndome y nervioso.
-Te voy a dejar bien parejo entonces, no sabía que querías andar pelón, con eso de que estuviste dejándolo crecer. ¿Perdiste una apuesta o qué? â€" me preguntó como haciendo la plática para que el tiempo se fuera rápido
-No para nada, ya ve, cambio de look â€" respondí.
-Está bueno- dijo don Luis
En eso tomó la Oster del principio y sin ningún tipo de cuchilla la comenzó a pasar,
-Te la voy a pasar primero por en medio, no vaya a ser que te me arrepientas jajaja- decía don Luis bromeando, pero aun molesto, mientras comenzaba a pasar la máquina dejándome pelón totalmente, apenas se veía una sombra gris a modo de tapa.
-Te estoy pasando la cero, creo que es la que traía arriba el chavo que me enseñaste en la foto y además la cero sería la que le sigue a la navaja
Únicamente asentí con la cabeza, yo quería la uno para no verme en extremo pelón, pero ya era tarde, no podía objetar más o mi peluquero me iba a terminar degollando.
Me empezó a pelar muy parejo, haciendo caminos con la máquina, pero sin pelarme al aventón, se tomó su tiempo y pasaba la máquina lento, como si fuera una máquina corriente de esas que pasas lento para que no se atore, aunque Don Luis sabía perfectamente que su máquina podía pelarme en segundos sin problema, era más bien que lo estaba disfrutando, después de todo el había visto crecer ese cabello por meses. Pasó la máquina varias veces, siempre de adelante hacia atrás hasta que dejó todo parejo. Después empezó a pasarla de derecha a izquierda varias veces, la recargaba mucho como intentando cortar hasta el último milímetro, la pasó más tiempo de lo normal a mi parecer hasta que finalmente la apagó. Me cepilló la cabeza con lo que parece un cepillo para bolear zapatos como intentando peinarme lo que quedaba y observar si aún había algo por cortar. Volvió a tomar la máquina y la encendió, esta vez giró la silla y me puso viendo de frente al espejo, aunque yo ya había visto el resultado en el espejo más cercano.
-Cómo ves? â€" me preguntó â€" Ya se ve bien parejo no? De aquí a la escuela militar chavo. Ahí me vas diciendo si así o te paso la navaja de una vez- Dijo bromeando otra vez.
Y siguió pasando la máquina mientras me sonreía, mientras la pasaba de a ratos también me acariciaba la cabeza, como supervisando que el terreno estuviera parejo. Finalmente apagó la máquina, tomo una máquina pequeña con la que por lo regular detallan la nuca y las patillas e hizo un pobre intento por desvanecer la sombra de la cero con la nuca y costados totalmente afeitados y brillantes. No duró mucho haciéndolo, apagó la maquina y la colocó en su lugar.
Me sacudió nuevamente con la brocha la nuca, me peinó un poco con el cepillo ese de bolear y me dejo viéndome frente al espejo. La capa estaba cubierta totalmente de mi cabello negro y lleno de cera, parecía que me habían rapado con el cabello mojado, el suelo de igual manera estaba cubierto de mi cabello. Don Luis tomó una escoba y comenzó a barrer torpemente como haciendo tiempo para que yo viera el resultado y como esperando una petición más de mi parte. Me quedé callado y finalmente regresó a mí, me quitó la capa, me terminó de sacudir el cuello y me pasó varias veces la mano en la nuca y la parte de arriba, como acariciando su obra maestra, ya no parecía molestó, era como si hubiera valido la pena aplazar su comida. Tomó un espejo pequeño y me mostró la nuca y la parte de la coronilla, aunque con la cantidad de espejos en la barbería ya había visto el resultado. Estaba totalmente pelado, tenías que mirar detenidamente si realmente querías distinguir que no traía la cabeza afeitada y que en la parte superior había pasado la máquina sin cuchilla nada más. Mientras hacía eso me dijo:
- ¿Que tal, ya conforme? Yo te veo como el de la foto, es más hasta creo que se nos pasó la mano â€" dijo riéndose ya con descaro â€" Pero te queda bien, a tu novia le va a gustar sobarte la nuca. Me hubieras dicho que lo querías así de corto y te hubiera pasado la máquina por la cabeza desde un principio, hubiéramos terminado más rápido. Pero bueno, valió la pena, tenía mucho sin hacer un corte de soldado a alguien tan chavo. Ahora para la próxima ocasión que vengas te pelo parejo desde un principio, aunque me temo que tardaras un buen rato en regresar, al menos de aquí a que crezca.
-Si, muchas gracias â€" le respondí mientras no dejaba de admirar mi corte â€" No se crea, igual y regreso más pronto de lo que cree.
-Pues solamente que quieras que te afeite por completo la cabeza, mejor siéntate de una vez -me respondió un tanto sarcástico.
Me reí, le pagué y salí de ahí, de camino a casa solo podía pensar cuanto tardaría en crecer nuevamente a como lo traía y la siguiente ocasión regresar por una afeitada total, para callarle la boca al hambriento Don Luis.




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