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Nada como la primera vez by Francisco
No logro recordar cuándo empezó mi fascinación por todo lo relacionado a los cortes de cabello extremadamente cortos, pero desde mi infancia imaginaba que mi papá me obligaba a cortarme el cabello a lo militar o que el peluquero simplemente me cortaba el cabello a la fuerza, esto me causaba una adrenalina de solo pensarlo. Mis padres nunca fueron estrictos, eran del tipo relajados así que nunca tuve un corte demasiado corto, mientras se pudiera peinar todo estaba bien, además mi papa siempre ha tenido el cabello bastante largo y abundante, peinado de raya a un lado y pasándolo por detrás de sus orejas, así que mi fantasía no se realizaría por lo menos en ese momento.
Mi fascinación por los cortes militares siguieron durante mi adolescencia, imaginaba a esos hombres tan varoniles obligándome a cortar mi cabello, sentía que estas ideas solo las tenía yo, pero cuando conocí sitios como este supe que la fascinación era compartida y que había hombres que disfrutaban de lo mismo, agradezco cada historia escrita y que he disfrutado tanto.
Durante el último año de preparatoria deje crecer mi cabello, jamás acudía a la peluquería por que pensaba que cortarían de mas y perdería longitud, por lo que solo acudía con el estilista de mi hermana que solo cortaba un poco las puntas, amaba mi cabello castaño, en ese momento llegaba un poco por debajo de los hombros, era muy abundante y tenía una ligera onda como de estilo surfero, mis amigas lo elogiaban mucho, y era verdad era una cabellera hermosa.
Al entrar a la universidad sabia que en algún momento tenía que cortarlo, ya que cuando empezara mis rotaciones clínicas era imposible mantenerlo largo, pero me preocuparía al llegar ese momento y no ahora. Un día estaba mirando videos de cortes militares y rapados totales y soñaba con que cortaran mi larga cabellera, pero no soportaba la idea de perderla, pero una tarde no aguante más, sabía que había llegado el momento de cumplir mi fantasía, pensé en tomar una tijeras y cortarlo, pero no tenía el valor y no sería lo mismo, sabía que si acudía a la peluquería no tendría el valor de entrar. Debía que encontrar la forma de obligarme a hacerlo, mi hermano estudiaba arquitectura así que tenía una gran variedad de pegamentos para realizar maquetas y ese tipo de cosas, así que los tome y los lleve a mi habitación.
Espere a que fuera la hora de dormir y ya en mi habitación mezcle todos los pegamentos, tome una parte y lo coloque en un mechón de mi coronilla hasta que quedara todo impregnado y espere a que endureciera, pensé que al ir al peluquero no tendría otra opción que cortarlo y emparejar el resto, a la mañana siguiente estaba completamente seco y era imposible retirarlo, me puse una gorra y me aliste para ir a la universidad.
La idea de cortar mi cabello no me dejaba en paz así que, al acabar mi primera clase salí en busca de una peluquería antigua, sabía que en una de ellas no tendrían reparo en cortarlo todo, busque en internet alguna cercana, elegí una y camine hacia ella, durante el camino tenía un nudo en el estomago, por la emoción y el miedo, al llegar vi que estaba cerrada, mi plan se había arruinado para mi sorpresa en ese momento llego el dueño y abrió su negocio, era un hombre mayor como de 60 años de cabello cano y peinado hacia atrás no muy corto, vestía de manera formal, me acerque y le pregunte si tenía servicio, me respondió que si y pase.
Era una peluquería antigua ,con dos sillones de peluquero rojos, uno vacio y otro lleno de revistas, no estaba muy iluminada, pensé que encendería la luz pero no lo hizo, no era muy ordenada se veía que había tenido mejores días, pero no estaba mal, tome asiento, mientras él se colocaba el típico chaquetin de peluquero, me invadió el miedo y quise pararme y salir pero en ese momento me invito a sentarme en aquel sillón rojo.
No había mencionado palabra alguna, me metió el cuello de la camisa y me coloco una capa roja y la anudo de forma brusca, me quito la gorra que tria puesta y me pregunto que como me arreglaría el día de hoy, entre en pánico, le dije que había caído un poco de pegamento en mi cabello y que no había logrado retirarlo, tomo el mechón en cuestión y me dijo que no veía como retirarlo y que lo mejor sería cortarlo. Me congele y pensé lo mucho que me gustaba mi cabello y que no estaba listo para cortarlo, así que le dije que mejor iría a casa a intentar retirarlo y me intente poner de pie, pero me tomo por los hombros y me sentó, me dijo que ya estaba ahí y que haría todo por que quedara conforme.
Saco unas tijeras de la bolsa de su chaquetin y corto todo el pegamento, casi lloro al sentir las tijeras tan cerca de la raíz, lo tomo y lo tiro al piso, me costaba pasar saliva, no lo creía, no alcanzaba a ver como había quedado, empezó a cepillar mi cabello y pude ver lo largo que era, no podía perderlo, le dije que cortara los laterales y dejara intacto lo de arriba. Siguió cepillando mi cabello me puso frente al espejo, me tomo los hombros y exclamo adiós melena, solté una sonrisa forzada. Tomo nuevamente las tijeras y empezó a cortar todo el largo posible, primero de la nuca, veía mechones caer al piso y a la capa, estaba muerto de miedo, en ese momento se abrió la puerta, eran dos policías amigos del peluquero, lo saludaron y uno pidió permiso de pasar al baño, lo que menos quería en ese momento era público.
Uno de ellos me miro y se rio, me pregunto si había perdido una apuesta, en eso el peluquero se adelanto y le contesto que sí, que por eso no debía de apostar al equipo incorrecto, y empezaron a hablar de futbol, empezó a cortar los lateral y movía mi cabeza a su antojo, sentía un placer indescriptible mezclado con adrenalina y pánico. en ese momento tomo mi cabello de arriba y lo tomo con una mano como haciendo una coleta, pensé que lo sujetaría con alguna pinza, pero tomo las tijeras y lo iba a empezar a cortar, lo mire y le dije que esperara, pero uno de los policías me dijo, apuestas son apuestas y se deben de cumplir como hombre, y el peluquero empezó a cortar, mis ojos estaban clavados en el espejo y veía como cortaba la parte superior, mis ojos se pusieron llorosos. en ese momento los policías se despidieron y se marcharon, al menos ahora estábamos solos y sentía mas control de la situación, aunque el daño ya estaba hecho.
Encendió la maquinilla y me dijo que me pasaría la n°1 para poder hacer un desvanecido con lo de arriba, empezó por la nuca, era una sensación placentera, mi entrepierna empezó a responder, aquello me causaba una enorme satisfacción, yo solo veía caer y caer mechones de cabello, ya no tan largos como los de antes, continuo con los laterales, veía la piel desnuda, no podía lo mucho que subía la maquina, tenía las sienes descubiertas, hacía años que no tenía el cuello descubierto, coloco espuma de afeitar y me rasuro los laterales y la nuca, me coloco un poco de alcohol, lo cual me ardió, ya que tengo la piel muy sensible.
Me miraba en el espejo y me veía tan diferente, no me reconocía, tomo de nuevo la maquina y me dijo que arriba pasaría la N°3, que esperaba que fuera suficiente, para este momento yo estaba extasiado, sentía una bomba en mi entrepierna, la empezó a pasar, pero no fue suficiente para emparejar, así que paso la número 2, pero nuevamente se veía la diferencia con el espacio que había dejado donde corto el pegamento, me puso sus manos en mis hombros y me dijo, lo siento tendrá que ser la n°1, para este momento yo estaba más que resignado, la empezó a pasar y movía mi cabeza a su antojo, estaba pelado, me veía con la cabeza desnuda, le quito el protector a la maquina y sin mas empezó a pasarla nuevamente por la nuca y los laterales, me quería morir, parecía que estaba completamente pelón. Dio los últimos detalles y me cepillo con algo parecido con lo que lustran zapatos, me mire al espejo, había terminado, estaba completamente transformado, lo que siempre había querido acababa de suceder.
Me saco el cuello de la camisa y me sacudió el cuello con una brocha y talco, me dijo que me veía bien y que no me quedaba mal, pero yo opinaba lo contrario, me sentía extraño y que lucía horrible. No podía creer que ese hombre me había dejado rapado, creo que en su lugar hubiera hecho lo mismo, la oportunidad de rapar a alguien que obviamente está sufriendo cada mechón perdido es invaluable. Pague y le di las gracias, me dijo que el podría darle forma mientras volvía a crecer para que no se viera desprolijo, le dije que gracias, pero no esperaba volver pronto a ese lugar.
Tome mi mochila y me puse mi gorra, todo el camino me fui observando, no creía lo que acababa de pasar, llegue a casa y no había nadie, me quite la gorra y por fin pude tocar mi cabeza pelada con toda libertad, la sensación era increíble, como papel lija pero al mismo tiempo con cierta suavidad, me mire al espejo y me miraba despojado, era como si no tuviera nada que ocultar, nunca en mi vida me había sentido tan varonil, me sentía fuerte aunque no lo fuera, no me quedaba y no lucia bien pero al final le tome cariño.
Mi familia y amigos no podían creerlo, no les gusto el resultado, pero ya estaba hecho, invente una escusa para justificar mi rapada. disfrute mucho mi cabeza pelada, mi cabello creció y al final solo fue un corte más, hasta el día de hoy no he vuelto a dejar crecer mi cabello tanto, en parte porque he perdido densidad y ya no luce tan bien, pero he experimentado muchos cortes en este tiempo desde un man bun hasta la típica americana, pero nada tan extremo como en esa ocasión, y es que como la primera vez creo que ninguna, he pensado probar una tapa plana pero siento que es para hombres más maduros y no me va, me sentiría anticuado, pero ya veremos.
Espero no haberlos aburridos y que no fuera una historia tan larga, pero quería hacer mi aportación antes de que olvidara más detalles, gracias a todos por sus historias y por mantener este sitio tan activo. Saludos desde la Ciudad de México.