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Cortes de Pelo de Cine 5 by BARBERO MILITAR


ESPÉRAME EN EL CIELO
Nacionalidad: española (año 1988)

Se trata de una película muy divertida, de una gran originalidad en sus planteamientos. En ningún momento se hace una crítica política, al menos de forma directa. Al director le interesa lo anecdótico, reflejar los usos y costumbres de la sociedad española en aquellos años de posguerra.

Según decían las lenguas ociosas de la época, el general Franco tenía un doble. Teóricamente, este individuo le suplantaba siempre que existiese algún tipo de riesgo, cuando corriese peligro su integridad física. En caso de que ocurriera un atentado, el auténtico jefe del Estado salvaría su vida; daría la sensación de que había salido ileso del magnicidio.

La policía política encuentra a un hombre, llamado Paulino, cuyas facciones se asemejan mucho a las del Generalísimo. Se trata de un ortopédico que lleva una doble vida; a pesar de estar casado, acude a burdeles en compañía de un íntimo amigo. Al final, es detenido por la policía y conducido a un lugar secreto. Comienza el proceso para transformarlo en un réplica exacta del Caudillo.

En los sótanos del palacio de El Pardo, han instalado una barbería improvisada. Con los ojos vendados, conducen al caballero a esta misteriosa estancia, custodiado por dos policías de paisano. El cámara Sinsoles es el encargado de coordinar y dirigir toda la operación; le agarra del brazo al ortopédico y le conduce al sillón del barbero, una auténtica pieza de museo. El espejo tiene forma de tríptico, para así poder contemplar mejor, desde todos los ángulos, el proceso de caracterización. Sinsoles intenta tranquilizarlo y le exige un buen comportamiento:

-Vamos, no haga ningún movimiento de resistencia y todo marchará bien.

El jefe de los servicios secretos da una palmada. De inmediato, acude el especialista en maquillaje y peluquería; se trata de un hombre delgado, con gafas gruesas, que viste bata blanca y corbata; se coloca unos guantes de látex para realizar la operación con la mayor asepsia posible. Con la mano sostiene la barbilla del pobre ortopédico y le gira la cara para estudiar sus rasgos físicos. El sillón es reclinable y empujan bruscamente a Paulino, hasta colocarlo en una posición casi horizontal; Sinsoles le apunta con un foco; se necesita un luz muy intensa para realizar un trabajo tan minucioso.

El barbero, de rostro rígido y duras facciones, toma entre sus manos unas enormes tijeras y las mueve en el aire. Acto seguido, comienza a cortarle el flequillo al bueno de Paulino, que no se atreve ni a parpadear. Más tarde, utiliza una maquinilla del dos ceros para raparle la zona superior de la cabeza. El traqueteo que produce esta herramienta es inconfundible; se trata de un sonido mecánico y a la vez agudo. En el suelo comienzan a acumularse mechones de pelo.

Todo aquel proceso de transformación es observado atentamente por el camarada Sinsoles. Los dos policías de la secreta, que al parecer eran hermanos gemelos, permanecen con los brazos cruzados, lucen poblados bigotes y visten el mismo atuendo.

Con unas pinzas, el peluquero elimina los pelos del entrecejo de Paulino; después le coloca un bigote postizo, con la ayuda de un pegamento especial. Aquel caballero permanece en estado casi catatónico, inmóvil y aterrado.

Por último, colocan el sillón en posición vertical. Al verse en el espejo, el pobre Paulino no se reconoce. Su abundante cabello ha desaparecido por completo en la zona superior de su cabeza; al igual que el Caudillo luce una espléndida calva natural. Para que el elegido compruebe el gran parecido que tiene con el Franco, le colocan por detrás un cuadro con la imagen del Caudillo. En ese momento, el ortopédico empieza a atisbar de que va todo aquello.

SOLDADITO ESPAÑOL
Nacionalidad: española (año 1988)

Es la historia de un muchacho español, un tal Luis, que debe cumplir el servicio militar en Ceuta. Cuando se encuentra en el barco, camino de su destino, se le acerca uno de sus futuros compañeros llamado Braulio; como música de fondo se escucha una habanera en la que se hace referencia a los soldados españoles. Comienza un diálogo muy interesante:

Braulio:
-¿Tienes fuego?

Luis:
-No, no fumo.

Braulio:
-Yo éste es el último. En llegando dejo el tabaco y me paso a la hierba. En Ceuta, mogollón de hierba, tú; "hachis" que le dicen los moros. ¿Tú también a marcar el paso?

Luis:
-Sí.

Braulio:
-Entonces colegas. Perdona, eh pero tú con esos pelos vas de culo. Mi hermano, que llegó a cabo, me lo decía. Braulio, el pelo al dos, que la melena encabrona a los sargentos. O sea, que te fichan y las has cagado para toda la mili. A mí me llegaba hasta aquí (se señala el hombro). ¿Tú cómo te llamas?

Luis:
-Luis.

Braulio:
-Perdona eh, pero tú tienes cara de llevar slip.

Luis:
-¿Y a ti, qué coño te importa?

Braulio:
-Cuidado, que yo también los llevaba pero ahora, gayumbos, o sea, de los de antes, mira, (con la mano se levanta los calzoncillos y los muestra un poco) para evitar novatadas, tú ya me entiendes. Los veteranos dicen que el slip es de maricones. ¿Serán blancos al menos?


Luis (mira discretamente el color de sus calzoncillos):
-Azules

Braulio:
-A un tío que llevaba un slip amarillo, le metieron por el culo una botella. Fue quitarle la chapa y con toda la fuerza del gas… ¡toma castaña! Dice mi hermano que al tío se le salían las burbujas por la boca.

Luis:
-Joder, pero ¿las novatadas no estaban prohibidas?

Braulio:
-Claro, pero ¿quién se chiva?

MUÑECO DIABÃ"LICO 3
Nacionalidad: estadounidense (año 1991)

Un muchacho problemático ha sido enviado por el juez a una academia militar. El objetivo principal es que se olvide de sus estúpidas fantasías de una vez y para siempre. El protagonista de la historia estaba convencido de que existía un muñeco diabólico, poseído por el espíritu de un criminal, que era capaz de cometer los crímenes más atroces.

La estancia habilitada como peluquería tiene las paredes revestidas de ladrillo; éstas han sido blanqueadas con cal, sustancia que se emplea como desinfectante. De los muros cuelgan, a manera de trofeos, mechones de pelo pertenecientes a los distintos cadetes que han pasado por allí; también aparecen las fotografías de los muchachos que fueron rapados por primera vez en aquel local. Han instalado un sillón de barbero, de estética tradicional, forrado en piel marrón. Los espejos, en forma de tríptico, están enmarcados con madera oscura; la encimera sobre la que se coloca la herramienta aparece recubierta de un mármol claro. En definitiva, el espectador puede recrearse la vista contemplando un excepcional local de barbería, muy del gusto de la armada americana.

Al frente de la barbería, se encuentra un autoritario sargento que ejerce de peluquero. Se trata de un hombre maduro, moreno y con bigote; se protege el uniforme de color caqui con una bata verde de cuadros negros. En esta primera aparición, observamos que disfruta de su trabajo de una manera morbosa; mientras le corta el pelo con la maquinilla a un niño de color exclama:

-Oh, eso es; oh, sí, oh, si… ahora ya se te ve el cráneo, cadete… Listo, se acabo.

El negrito, mientras se toca su cabeza, le comenta al protagonista de la historia:

-Al principio te encuentras un poco raro…

Tras sacudir la capa de manera violenta, el barbero, con cara de pocos amigos, ordena que pase el siguiente. El pequeño negrito sonríe al nuevo cadete y mueve la cabeza afirmativamente. El recién llegado a la academia se levanta y toma asiento.

El barbero le da todo tipo de explicaciones:

-Verás, los romanos inventaron el corte de pelo militar. ¿Sabes por qué?
-¿Por qué? -responde el joven-

El peluquero militar demuestra su erudición al respecto:

-Para tener el pelo corto, así los enemigos no podían agarrárselo en las batallas y degollarles de oreja a oreja, je, je, je… Estate quieto.

Mientras pronuncia estas palabras, el sargento le agarra del flequillo al nuevo cadete y le pasa las tijeras por el cuello, simulando que le rebana el pescuezo.

-Adiós pelo -exclama el pobre chico-

En otra escena, mientras desayunan los cadetes, el barbero se pasea por el comedor como si fuera una fiera al acecho. Mira hacia todas partes, en busca de sus posibles presas. En cuanto ve a algún joven con el pelo algo más largo de la cuenta, se abalanza sobre él y dicta su sentencia:

-Lo lleva muy largo, Carlson, quiero verle el viernes.

-Sí, señor -responde mansamente el muchacho-

El barbero continúa con la caza de brujas:

-El lunes, Fabriccio

-Sí, señor -contesta con resignación el caballerete de origen italiano-

De repente, fija su mirada en un alumno que lleva el pelo cortado al rape. Su cráneo presenta una perfecta forma esférica. Seguramente, este chico se lo habrá cortado así por propia iniciativa. El peluquero, le acaricia la cabeza y el joven le sonríe. Da su aprobación:

-Así me gusta. (en el doblaje original, en inglés, se refiere al cadete pelón como "mi hombre")

Continúa a la busca y captura del melenudo. A uno de ellos, tras darle un tirón de pelos, le da una cita:

-El martes.

Todavía no ha acabado de imponer la disciplina; se acerca a un chico de gafas, con aspecto desaliñado y arremete contra él:

¿Cómo va eso Waiders? Está hecho un desastre. ¿Cuándo fue la última vez que se cortó el pelo?

Con cara de preocupación responde a su superior:

-Creo que hace dos semanas, sargento.

El oficial de barbería no siente la menor compasión por aquel cadete:

-Cree, cree, ¿usted cree?... Quiero verle después del desayuno, ¿entendido?

-Si sargento, señor (añade el pobre chico)

El protagonista de la película tampoco se va a librar de caer en manos del esquilador. El sargento le reprocha que sea tan curioso:

¿Qué es lo que está mirando, Lobato?... El miércoles…

Más tarde, el chaval de gafas aparece sentado en el sillón del barbero. Mientras realiza su trabajo, el peluquero aprovecha para humillar al joven :

-Waiders, le aseguro que es el peor ejemplo de cadete soldado que ha infectado esta ejemplar institución. Reconózcalo, no está hecho para esta vida. ¿Por qué no se hace un favor y se larga de Kent a toda prisa?

Aquel pobre chaval intenta hacerle entender al barbero que eso es algo que no depende de su voluntad:

-Si yo pudiera decidirlo lo haría, señor.

El sargento peluquero continúa con sus impertinencias:

-Tiene la lengua larga… listo… Hasta la próxima, je,je, je.

Una vez que el muchacho de gafas ha abandonado la peluquería, el sargento barbero se arregla el bigote frente al espejo. Acto seguido, comienza a barrer el suelo, mientras silba una melodía. De repente y de manera misteriosa, se abre la puerta de uno de los armarios y aparece el muñeco diabólico. El sargento se sorprende ante tan inesperada presencia:

-Pero, ¿qué demonios?... ¿Cómo has llegado hasta aquí?

-Observa a su alrededor; es consciente de que nadie le mira. Es el momento oportuno de que salga a relucir su fetichismo por el cabello rapado. Comienza a hablar con el muñeco como si fuera un niño de verdad:

-Ese corte que llevas no es reglamentario, soldado. ¿Cuándo fue la última vez que te cortaron?, eh.

Mientras sonríe malévolamente, sienta al muñeco en el sillón del barbero. Le agarra del flequillo y pronuncia una de sus frases favoritas:

-Despídete de él.

El muñeco vuelve a la vida y decide vengarse de aquel pelagatos. El sargento echa mano de la maquinilla de carcasa negra, la enciende y le dedica una mirada amenazante a su "nuevo cliente". Se acerca sigilosamente al niño de plástico, sujetando la esquiladora en su mano, mientras se ríe sarcásticamente. Está dispuesto a raparlo al cero; no puede evitar renunciar a su fantasía. Como música de fondo, se escucha una sintonía de suspense, acompañada por el sonido vibrante del cortapelos. El rostro del barbero cada vez se encuentra más cerca del muñeco, su sonrisa resulta más siniestra e inquietante.

Finalmente, aquel diabólico ser reacciona; toma una navaja que se encontraba en la zona baja del sillón y, por sorpresa, rebana el pescuezo del sargento. La maquinilla cae al suelo de manera violenta; aparece rodeada de mechones de cabello y de los chorros de sangre que proceden del cuello del militar. El sargento entra en pánico; observa asustado en el espejo la profunda herida que le ha infligido aquel perverso muñeco. Al final, se desploma encima del asiento de la barbería. El muñeco diabólico emite unas sonoras carcajadas, de las que hielan la sangre al más pintado.

SWONN
Nacionalidad: (estadounidense) (año 1992)

Dos acomodados estudiantes de derecho en Chicago, en el año 1924, deciden asesinar a un adolescente de catorce años; pretendían demostrar así que se podía cometer el crimen perfecto. Son detenidos y acusados por asesinato. Al final, se libran de la pena de muerte, gracias a que el jurado acepta que padecen un tipo de demencia: mantienen relaciones homosexuales entre ellos.

Uno de los jóvenes libertinos, tras ser detenido, debe pasar por todos los trámites de ingreso en prisión. Se le obliga a ponerse en manos del barbero; por el uniforme que utiliza éste, he llegado a la conclusión de que se trataba de otro recluso como él. Le rapan de manera un tanto precaria, ni siquiera le colocan una sábana para proteger su ropa.

El director nos presenta un primer plano del protagonista, muy apesadumbrado por todo lo que se le viene encima. Lleva el pelo bastante corto y se lo rapan con una maquinilla eléctrica, con un peine del cuatro. Le introducen la esquiladora por la zona delantera del cráneo. La cabeza no llega a clarear, con una medida tan larga es imposible que se transparente el cuero cabelludo. Como sonido de fondo escuchamos la intensa vibración de la maquinilla.

En mi opinión, para ser fiel a la realidad y crear una ambientación realista, el guionista debería haber recurrido a una maquinilla manual, mucho más popular en los Estados Unidos de los años veinte. Seguramente, en las cárceles americanas usarían todavía herramientas de rapar mecánicas, de uso manual. La primera maquinilla eléctrica que se comercializó fue de la marca Wahl en 1919.

VIDA DE ESTE CHICO
Nacionalidad: estadounidense (año 1993)

Todo lo interesante de esta película aparece en única escena. No existen diálogos, tan solo escuchamos una empalagosa canción de los años cincuenta como música de fondo. El muchacho protagonista, interpretado por Leonardo DiCaprio, siempre anda metido el líos. Su madre por fin conoce a un hombre viudo (Robert de Niro) que aparenta ser todo un caballero. Tras casarse con ella, se propone enderezar a su hijastro.

Considera que lleva el pelo demasiado largo. Le acompaña a una barbería tradicional donde le hacen un corte a cepillo parisién. La grabación de dicha escena se realiza a cámara lenta. Podemos contemplar como caen los mechones de pelo, hasta acabar en un suelo de mosaico, típico de las barberías americanas de los años cincuenta.

La imagen del padrastro aparece reflejada en el espejo; permanece sentado y ha adoptado una postura muy cómoda, con las manos en la nuca, mientras observa plácidamente como el barbero obedece sus instrucciones. El oficial de barbería le pasa, una y otra vez, por el cogote la maquinilla, tipo Oster, al muchacho. Éste no parece disfrutar demasiado de la situación, un rictus de amargura se refleja en su rostro.

En la siguiente secuencia, De Niro se ha levantado de su asiento. Sujeta con una mano el cuello del muchacho, mientras sostiene entre sus labios un cigarrillo. Con la mano que le queda libre, gesticula sobre la cabeza del chico; desea que le pelen el flequillo en forma de cepillo. El viejo oficial de barbería empuña la maquinilla y a pulso se la pasa por la parte superior de la cabeza, pero cortando solo la terminación del cabello. El pobre chaval tiene una mirada triste; se siente impotente ante el autoritarismo de su padrastro.

EL AÑO DEL DESPERTAR
Nacionalidad: (francesa) (año 1993)

Gran película, desde el punto de vista que nos interesa. La acción está ambientada en los años cuarenta, en una escuela militar francesa. El uniforme de los cadetes es muy del gusto francés: visten chaquetones cruzados de color azul marino y con botones cromados; se cubren la cabeza con amplias boinas.

Cuando un grupo de estudiantes se dirige a clase, observan que en el patio están castigando a algunos de sus compañeros. Los infractores han sido condenados a un brutal rapado al cero. Los pobres chicos deben permanecer de rodillas, mientras unos caballeros, que visten bata gris, les pasan las maquinillas manuales por el cráneo. Tres de los muchachos ya han sufrido el ultrajante rapado; se encuentran en posición de firme, contemplando como esquilan a los otros cadetes de su sección. Sus cabezas denudas, de perfecta forma esférica, resplandecen al sol. Como sonido de fondo escuchamos el traqueteo producido por las esquiladoras manuales.

Uno de los cadetes les explica a sus compañeros lo que ha ocurrido:

-Parecía como si hubiesen roto la cerradura y demolido la puerta a hachazos.

Otro de los mozos opina al respecto:

-Por culpa de tres o cuatro, al final, han acabado castigando a toda la sección.

Alguno de ellos protesta enérgicamente por la mala comida:

-Hace cuatro días que nos han reducido las raciones porque esos listos hacen excursiones al almacén de víveres. Ya estoy harto de tantas sardinas con tomate.

Otro, se burla de su superior:

-Mirad la geta del capitán, le habrán cogido las botellas de Burdeos, así adelgazará un poco.

Al final, para descargar la tensión y avergonzar a sus compañeros, gritan:

-¡Pelones, pelones, pelones! …

Cuando están en clase, algunos de los muchachos no prestan atención a las lecciones; prefieren mirar por al ventana para ver como esquilan a los ladronzuelos. El profesor no está dispuesto a consentir que se distraigan y les amenaza de la siguiente forma:

-Al primero que vuelva a mirar por la ventana, le afeitaré yo la cabeza.

El correctivo que sufre el protagonista, al final de la película, es realmente humillante. En una gélida mañana, en la que la nieve ha hecho acto de presencia, sus compañeros han formado en el patio. El pobre chico aparece arrodillado sobre una manta gris; debajo de su cuello le han colocado una pequeña toalla. Delante de él, se sitúa el capitán; su misión es corroborar que se cumple el castigo. Un señor, de los de bata gris, le pasa por toda la cabeza la maquinilla manual del número dos. Se alterna planos cortos, en los que se ve como le meten la esquiladora al cadete, con planos generales de una gran belleza plástica.

Una vez que ha sido rapado, el director nos obsequia con un primer plano del muchacho; éste se encuentra tiritando, tiembla de frío y solloza desconsolado. La experiencia habrá sido, sin duda, traumatizante.




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