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Cortes de Pelo de Cine 6 by BARBERO MILITAR


EN LA MILI AMERICANA
Nacionalidad: estadounidense (año 1994)

Un chico con poco futuro cree encontrar en el ejército un modo de vida seguro: se trabaja poco y se cobra un sueldo bastante digno. Por supuesto las cosas se le tuercen.

Mientras juega al golf se fija en la cabeza de un soldado. Aprovechándose de que este se ha agachado un momento, le pasa la mano por su rapado cogote, imitando el sonido de la maquinilla "zzzzzzzz". El militar, como si tuviera un resorte, se levanta y le exige una explicación por tomarse tantas confianzas con él. El protagonista, ante la amenaza que supone aquel fornido caballero, se disculpa por su imprudencia:

-No he podido evitarlo, perdón.

En una de las escenas, el director filma el corte de pelo de ingreso que se les impone obligatoriamente a los reclutas. Los quintos visten pantalones vaqueros y camisetas marrones. La mayoría de ellos lucen unas escandalosas melenas. Como sintonía de fondo escuchamos una canción rock, muy estridente. Los chicos esperan en fila su turno. Encontramos cuatro sillones de barbero, girados de espaldas a los espejos; de esta forma, los recién llegados no pueden observar el brutal pelado que les están metiendo. A la derecha, se sitúa un sargento negro, controlando que el proceso de rapado se realice con celeridad. Los barberos visten las tradicionales batas blancas. Las capas con las que se cubre a los mozos, por el contrario, son de rayas, muy coloridas para mi gusto. Las maquinillas que se emplean para esquilar a estos inocentes corderitos son de la marca Oster, de carcasa negra.

Comienzan a pelar a un joven moreno, de larga melena, metiéndole la Oster por la zona delantera de su cabeza. Como tiene el cabello muy fino, en el momento en que el pelo entra en contacto con la cuchilla, sale despedido a gran velocidad. La cuchilla que utilizan para pelar a los reclutas es del número cero y medio. No podía faltar en esta escena el chico de color con el cabello ensortijado. En tercer lugar se despoja de sus greñas a otro joven melenudo, que cierra los ojos, en un intento por evadirse de la cruel realidad. El siguiente de los chicos ha sido ya completamente rapado, el barbero le sujeta la cabeza para acabar de esquilarle con la maquinilla. En la siguiente secuencia, un muchacho de grandes orejas acaba de ser pelado, el oficial de barbería que le atendía da por concluido su trabajo y le quita la capa.

Por último, se sienta en el sillón de tortura el protagonista de la historia: un chaval de pelo moreno, muy largo y ensortijado. Un barbero maduro de gafas le envuelve en la capa. Este caballerete se permite el lujo de dirigirle la palabra al oficial de peluquería. A continuación reproduzco el diálogo del guion:

Recluta protagonista:
-Hola, verá… yo soy famoso por mi pelo. Lo que quiero es que me corte un poquito por los lados, no demasiado, y que lo demás quede como está ahora.

Barbero:
-Me gustaría verte con el pelo corto pero insolente, el auténtico look de los noventa, algo que te quede tan bien en el campo de tiro como en la disco.

Recluta protagonista:
-Vale, perfecto.

Se escucha amenazante el sonido de la maquinilla. En uno de los fotogramas aparece la Oster en primer plano; se ve como se la acercan a la cabeza al muchacho. A continuación se la meten por la frente.

En la siguiente secuencia se ve la zona trasera de la cabeza del protagonista; creo que le cortaron el pelo con la cuchilla del número dos. La disminución del cuello es inexistente; se ve a las claras que le han hecho un trabajo poco fino. Cuando el barbero gira el sillón y el mozo contempla el resultado en el espejo, emite un grito de angustia profundo, le sale del alma.

Abandona la barbería en compañía de otro amigo, al que han pelado de la misma forma. El diálogo entre ellos tampoco tiene desperdicio:

Recluta protagonista:
-No parece mi cabeza. No sé, ¿no parece más grande que antes?, ¿parezco una patata asada?

Recluta amigo:
-¿La verdad?

Recluta protagonista:
-La verdad, sí…

Recluta amigo:
-Estás muy bien. De verdad que sí…

Recluta amigo:
-¿En serio?, ¿en serio?

Recluta amigo:
-Pareces más macho.

Al final, aparecen en pantalla un grupo de soldados, todos llevan la cabeza pelada al dos y lucen el mismo modelo de gafas graduadas

CONTRA EL MURO
Nacionalidad: (estadounidense) (año 1994)

Un joven acude a una barbería tradicional, inaugurada en 1947. El barbero le conoce de toda la vida y entabla conversación con él. En realidad, al principio solo aparecen en escena una serie de objetos de uso cotidiano: un ventilador, una pequeña bandera de los Estados Unidos etc. Como sonido de fondo, escuchamos la conversación que mantienen el barbero y el futuro funcionario de prisiones:

Barbero:
-He oído que has vuelto para quedarte.

Funcionario de prisiones:
-Sí señor McCarteny.


Barbero:
-¿Lo quieres como siempre?

Funcionario de prisiones:
-No, bastante corto.

Barbero:
-Hasta la coronilla, a cepillo, ¿al número uno?

Funcionario de prisiones:
-¿Cómo es el número uno?

Barbero:
-Así, aproximadamente.

Funcionario de prisiones:
-Muy bien, lo suficiente para que se me vean las orejas.

El joven moreno está de espaldas y luce una melena larguísima. El barbero gira el sillón y empieza a peinarle el cabello. Al director, por desgracia, no le interesa filmar el corte de pelo; más bien utiliza las secuencias de la peluquería para demostrar que el protagonista de la historia ha cambiado su imagen; desea iniciar una nueva vida y darse a respetar como funcionario de prisiones.

Barbero:
-¿A qué te dedicas ahora?

Funcionario de prisiones:
-Verá, voy a empezar a trabajar en la fábrica.

Nota: El joven le llama fábrica al centro penitenciario en donde trabajó también su padre.

Barbero:
-Siguiendo la tradición familiar

-Sí, eso parece.

Abandona la barbería con un corte de pelo moderno, estilo años setenta: luce patillas largas y flequillo, al menos le han quedado las orejas al aire; su melena ha desaparecido y ya no se le puede acusar de ser un hippie revolucionario. Podrá convertirse en un celador de prisiones respetable.

MAYOR PAYNE
Nacionalidad: (estadounidense) (año 1995)

El mayor Payne, un militar curtido en mil batallas, se ve obligado a abandonar su amado Cuerpo de Marines; se siente incapaz de adaptarse a la vida civil. Al final, gracias a la ayuda de su antiguo general, encuentra un trabajo en la Escuela Preparatoria de Madison (Virginia). Su misión es entrenar a los Cuerpos de Oficiales de Reserva Junior, conocidos coloquialmente como "los chicos verdes". En realidad, aquella institución se ha convertido en un lugar en el que los padres depositan a sus hijos más problemáticos. Todo cambiará desde el momento en que este militar retirado hace acto de presencia.

Nada más llegar, les obliga a formar delante de él para pasarles revista. Aquellos muchachos carecen de ideales; la disciplina y la uniformidad brillan por su ausencia. El mayor Payne, no se rinde fácilmente, a grandes males grandes remedios. Decide tomar una medida extraordinaria para acabar con la insubordinación y hacerles entender quien es el que manda allí: ordena que se les afeite la cabeza a los diez chicos que se encuentran bajo sus órdenes.

Por desgracia, al director no le pareció relevante mostrar al público como les rasuraban los cráneos a aquellos cadetes tan peculiares. En la escena posterior a la revista militar, los chicos aparecen en formación con las cabezas mondas y lirondas, sin un solo pelo. En este caso no hay truco ni cartón; los jóvenes actores tuvieron que sacrificar su cabello para dotar de un mayor realismo y credibilidad a la historia.

El Mayor Payne arenga a los muchachos, recurriendo a su habitual sarcasmo:

-De ahora en adelante, pequeño grupo de bolas de billar, vais a empezar a pareceros a mí; vais a andar como yo; vais a hablar como yo y os aseguro que cuando lleguen los juegos seréis tan iguales a mí que estaréis calvos de verdad.

Los diez jóvenes que componían aquel pintoresco escuadrón se dirigen al pabellón en donde tenían sus dormitorios. Sus resplandecientes cabezas no pasan desapercibidas para el resto de los estudiantes. Deben soportar todo tipo de comentarios burlescos:

-Eh, puedo verme reflejado en vuestras calvas -grita uno de aquellos insolidarios colegiales-

Una vez dentro de los dormitorios, uno de los veteranos de aquel escuadrón, Alex Stone, se despacha a gusto con su nuevo superior. Los muchachos más jóvenes muestran su preocupación por la nueva situación que les va a tocar vivir:

-Cerdo, fascista, nazi… Yo sí sé lo que le afeitaría. Maldito Mayor Payne…

-Me pregunto qué mal le hemos hecho.

-No puedo creer lo que ocurre.

-Tíos, esta pelada va a acabar conmigo. Cada vez que cojo algo de frío me constipo.

-Ese maldito Payne va a acabar conmigo y con mis nervios.

-Ahora soy igualito que Casper el fantasma.

El Mayor Payne continúa aplicando ultrajantes castigos a los chicos de su escuadrón. Les obliga a sumergirse en una charca de barro; tan solo sobresalen sus cabezas, que siguen estando tan pulidas y brillantes como el primer día en que se las afeitaron; doy por hecho que los actores deberían pasar por la barbería a diario, para mantener sus cráneos perfectamente rasurados. Aquellos cadetes, a los que Payne les llama "cabezas de cerilla", completamente enfangados, deben cantar una canción:

-Mi barracón me va a gustar, aprenderé a no protestar.

En otra de las escenas, hace su aparición el padrastro de Alex Stone; se trata de un borracho contumaz, acostumbrado a maltratar a su hijastro. Mira a Alex con desprecio y, mientras le acaricia la cabeza, saca a relucir toda su amargura interior. A continuación reproduzco la conversación que mantienen estos dos personajes.

Padrastro:
-Mírate tú. Pareces un auténtico soldado. Ya eres un tipo duro, eh.

Alex Stone:
-¿Qué estás haciendo aquí?

Padrastro:
Es el día de los padres y he venido a ver qué hacéis.

Alex Stone:
-Borracho.

Padrastro:
-A mí no me des la espalda. Oh, ¿por qué no me saludas?

Alex Stone:
-¿Y por qué voy a saludarte?

Padrastro:
-A un superior se le saluda. ¿Aquí no te lo han enseñado?

Alex Stone:
-¿Tú eres un superior? Te echaron a patadas ¿recuerdas?

El padrastro golpea en la cara al chico.

Padrastro:
-No me repliques como tu madre. Ahora eres mío, me perteneces y vas a respetarme. ¡Vamos, salúdame!

Alex Stone:
-No

Vuelve a levantar la mano contra el joven y el Mayor Payne se la detiene en el aire.

Mayor Payne:
-Si vuelve a pegar a este muchacho seré yo quien le salude.

Padrastro:
-Esto es algo entre mi hijo y yo.


Alex Stone:
-Hijastro.

Mayor Payne:
-Sea quien sea, ahora me ocupo yo de él.

El padrastro de Alex intenta golpear a Payne pero, como no podía ser de otra forma, fracasa estrepitosamente en el intento. El Mayor demuestra su gran agilidad física y magníficos reflejos para esquivar los golpes de este apestoso borracho. Alex, cumpliendo las órdenes de su superior, regresa con sus compañeros.

Mayor Payne:
-Vuelve con los demás, hijo.

El padrastro, al darse cuenta de que ya no puede controlar la vida de su hijastro, decide abandonar el lugar; camina con desgana, se sabe derrotado. Alex queda bajo la custodia del Mayor Payne.

En la última escena aparece el nuevo grupo de reclutas; entre ellos se encuentra un muchacho invidente con su perro guía. El Mayor Payne vuelve a las andadas. Solicita que le traigan "el machete". En la siguiente secuencia aparece aquel chico ciego con la cabeza afeitada, totalmente blanca; se la acaricia y puede sentir la tersura de su cuero cabelludo. El pobre can tampoco se ha librado del humillante rapado. Finalmente, escuchamos la risa tonta y burlona del Mayor Payne.

CARRIE 2. LA IRA
Nacionalidad: estadounidense (año 1999).

Un equipo de fútbol americano pretende crear un efecto sorpresa entre el público. Deciden raparse las cabezas con el fin de llamar la atención. El vestuario se convierte en la barbería improvisada. Todos los jóvenes gritan, se encuentran en un estado de trance. La mayoría ya han sido despojados de sus cabelleras. Se ve perfectamente como le pasan la maquinilla, sin ningún tipo de peine, al jugador que en ese momento está sentado en la silla; sin embargo, no consiguen convencer a uno de los protagonistas de la película. El apuesto joven no está dispuesto a prescindir de su cabello por algo tan estúpido. En el vestuario continúan los gritos de guerra mientras la maquinilla no deja de funcionar.

EL BOLA
Nacionalidad: española (año 2000)

Esta es la historia de un chico al que su padre maltrataba. Por supuesto que la violencia física, sobre todo cuando es extrema, es una auténtica aberración. Aquel hombre amargado, da muestras de su autoritarismo cuando se dirige a su hijo en los siguientes términos:

-Esta tarde te cortas el pelo… pero que te lo corten, no vengas igual. Le pides el dinero a tu madre… ¿me has oído?

El chico, con el gesto preocupado, responde a su padre que sí.

Después, aparece en la pantalla el rostro del niño protagonista. El barbero le está cortando el pelo con la maquinilla eléctrica, a la que le ha acoplado un suplemento muy alto. Se trata de un potente artefacto; se lo meten por la frente y el chaval nos obsequia con una mirada triste. Seguramente, no le apetecerá que le rapen tanto pero sabe que desobedecer a su padre le costaría un precio muy alto.

EL HOMBRE QUE NUNCA ESTUVO ALLÍ
Nacionalidad: estadounidense (año 2001).

La voz del barbero, protagonista de la historia, se escucha en off mientras aparecen escenas del local:

-Sí, trabajaba en una peluquería, pero nunca me consideré un peluquero. Me tropecé con este trabajo, o más exactamente me casé con él. No era mi negocio, como decía aquel, solo trabajo aquí. Era un garito de veinte metros cuadrados con tres sillones o plazas, como las llamábamos, aunque solo trabajábamos allí dos personas. Frank, mi cuñado era el peluquero principal y… joder, ¡cómo hablaba! Sus puntos de vista pueden ser interesantes si tienes once o doce años pero, a veces, me sacaba de quicio. Aunque no solía quejarme, como he dicho él era el peluquero principal. A August, el padre de Frank, le llamaban Guzzi. Rapó cabezas en Santa Rosa treintaicinco años, hasta que se le paró el corazón en mitad a un corte a cepillo. Le dejó el negocio a Frank libre de cargas y eso satisfacía todas sus ambiciones: cortar el pelo y darle a la lengua. Yo… no hablo mucho; me dedico a cortar el pelo.

Cuando el director nos obsequia con un plano general del establecimiento, podemos admirar la calidad estética del lugar: el suelo aparece revestido de mosaico, con teselas blancas salpicadas con pequeños dibujos geométricos negros, todo ello enmarcado con una cenefa muy discreta; Los sillones de barbero, de línea clásica, están tapizados en piel marrón; los dos barberos visten batas blancas; tanto los focos como los espejos son muy del gusto "art deco". Las paredes fueron alicatadas con baldosas blancas en la parte inferior; para la zona superior, por el contrario, se utilizó pintura. El mobiliario, al igual que los marcos de los espejos, es de color blanco. Podemos referirnos a este local como a una barbería con estilo, de las que no pasan desapercibidas para los que estamos interesados en el tema.

El protagonista de la película continúa con sus reflexiones mientras aparecen en la pantalla una serie de niños que lucen los cortes tradicionales de la época. Al primero de ellos, le han cortado el pelo al rape, El barbero Ed, le habrá metido la maquinilla a fondo:

-Ser peluquero es como ser camarero. No es difícil cuando aprendes lo más básico. Los chicos tienen el rapado o corte alemán, a cepillo, ondulado, de punta, con tupé, el estilo juvenil y, de vez en cuando, el estilo ejecutivo.

En una de las tomas de la película, aparecen las manos del protagonista en primer plano; utiliza una maquinilla de carcasa negra, tipo Oster, además de un peine. Le está dando la característica forma de cepillo al pelo de un jovencito. El muchacho rubio, lee tranquilamente un tebeo de terror, ajeno a lo que se cuece a su alrededor. Ed, mira la cabeza del niño y comienza con sus habituales reflexiones:

-Frank, el pelo… ¿no te parece extraño?

Su cuñado no entiende de qué va todo aquello. Ed continúa con su disertación:

No sé, sale constantemente, no deja de crecer.

Frank, sonríe y le responde:

-Si, mejor para nosotros, ¿verdad?

El barbero protagonista vuelve a insistir sobre el mismo tema:

-Quiero decir que crece sin parar. Es parte de nosotros pero lo cortamos y lo tiramos.

El cuñado intenta acabar con aquellos oscuros pensamientos:

-Vamos, Edi, vas a asustar al niño.

El niño continúa ensimismado con su tebeo y cuando le indican que el trabajo ya está terminado, se levanta del asiento y, sin dejar de leer, abandona el establecimiento.

Posteriormente aparece sentado un señor mayor al que le están cortando el pelo de los lados con la tradicional maquinilla negra. También el cuñado, que se queja de haber sufrido una indigestión, utiliza constantemente este instrumento en su trabajo.

En otra de las escenas se nos muestra a un caballero al que le están afeitando. Le aplican paños calientes para ablandarle la barba. La voz en off continúa:

-Algún día, todo el mundo tiene que cortarse el pelo. Ahora, trabajábamos para el banco; seguíamos cortando el pelo, tratando de salir a flote, pagando los plazos, en el precipicio día tras día, día tras día… y, entre tanto, cortábamos el pelo…

-Tuve que ocuparme del negocio, para evitar que el banco se lo quedara. Ahora yo era el peluquero principal. Contraté a un ayudante; era el tipo que menos hablaba de todos los que entrevisté pero creo que el motivo fue que estaba nervioso. Desde entonces, no dejó de hablar, desde que abría el negocio por la mañana hasta que cerraba.

En otra de las escenas, Ed acude a la sala de espera de unas clases de piano. Se dedica a observar los cortes de pelo que lucían los pequeños estudiantes varones; eran los habituales en los años cincuenta.

EL EXPERIMENTO
Nacionalidad: alemana (año 2001)

Se trataba de un experimento psicológico para comprobar cómo se comportan los hombres cuando pierden la libertad. Los voluntarios que participen como conejillos de indias recibirán una cantidad de dinero. Se divide a los participantes en dos grupos: unos ejercen de guardianes y otros como presos. Los reclusos visten una especie de saco blanco y no utilizan ropa interior. Los nuevos policías llevan un elegante uniforme azul con porra incluida. Los presos fueron conducidos a las aseos. Una vez allí se les obligó a desnudarse y tras ducharse, fueron desinfectados uno por uno, de manera humillante.

Entre los reclusos se ha infiltrado un periodista que quiere investigar de que va todo aquello. Le provoca a uno de los guardianes, acusándole de oler muy mal. Aquella misma noche, a traición, conducen al preso contestatario a una sala en la que no existen cámaras de seguridad. Le atan a una silla y le amordazan con un precinto. El recluso respira con dificultad, se encuentra muy nervioso. El policía ofendido le muestra una maquinilla de batería y la enciende. Acto seguido, se coloca detrás de la víctima. Otro de los guardianes, se pitorrea del joven periodista, le dice que diga adiós a sus ricitos. Por su parte, el policía al que humilló nuestro protagonista le exige que no se mueva porque aquello podría dolerle. Otro de los policías, aficionado a imitar a Elvis Presley, le pide a su compañero que le preste la maquinilla; éste se la cede a cambio de que le rape bien, porque tiene que quedar presentable. Los compañeros continúan con sus bromas diciendo cosas como " A ver si mueves tan bien la mano como las caderas"

Otro guardián se anima a probar la esquiladora. Los allí presentes lo califican de artista. Para hacerse el gracioso, uno de los funcionario de prisiones opina que el joven esquilado va a pasar frío; le harán un gorrito para que meta también los huevos. Al poco se acerca el guardián maloliente y le amenaza con las siguientes palabras: "Conozco a los de tu calaña, no seguirás jodiendo el experimento. Diremos que has solicitado ser puesto en libertad y te largarás mañana mismo…"

Por último, lo tiran al suelo y orinan encima de él. El periodista es ahora quien huele muy mal.




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