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Vivir en el campo PARTE 1 by jenrique
Vivir en un pueblo chico tiene sus ventajas y sus desventajas.
Al ser pocos habitantes, casi todos nos conocemos entonces siempre estabamos dispuestos a ayudarnos unos a otros.
En un lugar asi, en general, no hay mucho para elegir. Un gran almacen de ramos generales frente a la plaza de la estacion a la que ya no llegaba ningun tren y los pastos la iban devorando de a poco ; el hospital, que era mas bien una gran sala de primeros auxilios ; la escuela primaria ( para hacer el secundario habia que movilizarse 5 km ); la comisaria, donde nunca pasaba nada ; el bar, lugar de reunion con un billar y algunas mesas que en el verano salian a la vereda para ver las estrellas ; y un único salon de barberia y peluqueria conocido como "lo de Don Prieto".
Todo giraba en torno a la plaza donde, los fines de semana, se juntaban los pocos jovenes que quedaban en el pueblo.
La actividad, casi en su totalidad rural, se desparramaba en los alrededores. Recuerdo un año que se produjo un gran acontecimiento, fue la llegada del primer Banco, que además hacia las veces de estafeta postal: el viejo Banco Provincia.
La vida transcurria en el seno familiar. Cada casa era un mundo.
Por lo general varios hijos, con la madre encargandose de la crianza y los quehaceres, y el padre, figura relevante, trabajandoel campo.
No faltaba nada, pero tampoco sobraba nada.
Se trataba de ahorrar porque era muy difícil vestir y alimentar a tantos crios.
La educación en la casa era bsstante rigida ( no digo severa ) y el padre era el modelo a seguir.
Mi padre siempre estuvo presenteen nuestras vidas tratando de inculcar el respeto, el trabajo y la solidaridad entre todos.
Yo tenia tres hermanas mayores y un hermano menor. Habia que hamacarse para mantener semejante familia.
Todos ibamos a la escuela. Para mis padres eso era una obligación, y despues se ayudaba en casa y en el campo.
Mi madre ponia enfasis en la crianza de mis hermanas y mi padre en la de los varones. Era bastante estricto en cuanto a eso.
Controlaba mucho nuestro comportamiento y nuestra apariencia.
La unica salida que teniamos juntos los tres hombres de la casa era la visita a la peluqueria.
Mi padre no se podia dar el lujo de llevarnos con la frecuencia que hubiera querido, por tal motivo cuando llegaba la orden era porque ya teniamos el pelo bastante crecido. A veces mi hermana mayor la oficiaba de "peluquera" y solo nos rebajaba un poco el flequillo con la tijera de costura.
Las visitas "a lo de Don Prieto" eran un suplicio, mas para mi que para mi hermanito al que mucho no le importaban los cortes de pelo, pero yo siendo un poco mas adolescente, los odiaba. Sin embargo no habia quejas de mi parte. Era la palabra del padre y se cumplia.
El viejo peluquero parecia sacado de una película de terror (visto hoy despues de mucho tiempo) y para colmo, el local no ayudaba demasiado.Era casi tetrico.
Tipica peluqueria de pueblo de los finales de los '50.
Dos sillones de barberia ( uno para el corte y otro para el afeitado ). A veces estaban los dos ocupados porque mientras prepara a uno para la afeitada, con toallas calientes, en el otro sillon peluqueaba a algun parroquiano.
Frente a los sillones un mueble de madera oscura con un gran espejo con manchas de humedad en las esquinas.
En la pared opuesta se disponian sillas desiguales que servian como sala de espera y en ambas esquinas de esa pared se disponian, del lado mas cercano a la puerta una mesita baja con revistas viejas y el diario del dia, y sobre el otro rincon un perchero de pie donde se colgaba la bata del barbero y la gran tela blanca de algodon que se usaba como capa protectora, aunque , generalmente , se colocaba en el respaldo del sillon de corte.
Don Prieto vestia a la viaja epoca con un delantal cruzado que le caia hasta mas abajo de las rodillas y en el bolsillito superior lucia siempre a mano un peine blanco y una tijera de punta.
Ya desde el dia anterior nuestro padre nos ponia a sobre aviso.
-Mañana todos a la peluqueria, eh? , a ver si Don Prieto nos esquila estas lanas.
Yo miraba las risas burlonas de mis hermanas y las sufria.
La noche pasaba rapidisimo como todo lo que uno espera que no llegue nunca.
A la mañana, despues del desayuno, saliamos para el pueblo. Mi madre le entregaba un papel con algunas cosas anotadas que se necesitaban para la casa.
Al llegar a la peluqueria , por lo general, habia que esperar. Mi padre nos hacia sentar en las sillas y él a nuestro lado. De inmediato se enrollaba en alguna charla de politica o de acontecimientos del pueblo con el peluquero y otros clientes, mientras Don Prieto daba cuenta de la cabellera de algun viejo habitue a pura maquinita.
Alli no habia cortes de "estilo". Para esa epoca , y mas viviendo en el campo, era todo desconocimiento.