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Recuendo en la villa by Elcolonense
Esta es mi primera historia y , por cierto, he segudo algunos lineamientos de los escritores cuyos trabajos respeto.
Tal vez sea muy repetitivo en algunos conceptos, pero espero ir mejorando
La historia es de mi niñez en Cordoba y me he enterado, por contactos que aun tengo por alla, que Don Vicente ha fallecido el año pasado , asi que, sirva este relato como un recuerdo para él...aunque de niño lo odiaba.
Cuando mi padre me llevó a la peluqueria del tano Vicente a mis 13 o 14 años.
Abrió pla puerta de madera con vidrio repartido y me tiró adentro.
- Don Vicente...le dejo a este para que me lo pele.
Me mandó a una silla de espera y él se fue para trabajar en el taller y volver al rato.
El peluquero y los clientes viejos que habia se reian y yo me moria de bronca y de vergüenza.
Yo veia dsfilar a los viejos al sillon para que el tano los esquilara con esas terribles maquinas de mano que hacian estragos.
Ese dia habia un chico llevado por su padre o su abuelo y, cuando le tocó el turno, el tano pareció disfrutar de ese momento. Lo rapo con saña, sin piedad. Disfrutaba haciendolo.
Cuando fue mi momento, se metió en la trastienda y sacó un suplemento para el sillon . Lo puso en el asiento y me llamó
- Vamo' nene.....sentate y a quedarse quietito, estamos?
Yo me sente aterrado.
Mientras me pasaba por delante la gran sabana blanca de algodón y la ajustaba con fuerza con un ganchito de metal y ponia otro paño blanco menor en la base de la nuca, me dijo morbosamente.
- Pibe, que porra que tenes...cuando te pele vas a pesar 2 kilos menos.
Me aliso el pelo con un peine y me entalco la base de la nuca con un pompon gastado de una talquera metalica.
Me dejó de frente al espejo y yo podia ver como manipulaba sus herramientas hasta elegir una maquina de mano de puas bastante estrechas. Yo sabia que era una de las que mas pelaba (no estaba al tanto de los numeros de las cortapelos pero ya la conocia).
Le puso. entre las puas, unas gotitas de algun aceite lubricante y la hizo funcionar repetidamente en el aire y le ajustó el tornillo superior para calibrar la hoja de corte. Parecia toda una ceremonia para crear en mi una ansiedad y una angustia desmedida.
Cuando se dirigio a mi espalda me bajó con firmeza la cabeza hasta dejar mi nuca casi horizontal. Yo podia ver por los rabillos de los ojos algunos de los movimientos del peluquero.
- Pibe, dejame la cabecita asi porque es mas facil trabajar y no te voy a tironear del pelito.
Lo tenes bastante crecido.,..pareces una niña. Los hombres tienen que llevar el pelo cortito, entendes?. Esta porra no se usa.
Mientras me enterró la maquinilla en la linea del crecimiento del pelo en la nuca, y la empezo a subir hasta la coronilla, un viejo que esperaba empezo a darle charla al peluquero.
La presión que le metia a la cortapelo yo la sentia sobre el cuero cabelludo.
Sin abandonar la conversación, y siempre sujetandome la cabeza, me la iba girando buscando los mejores angulos para meter la maquinita.
La tela blanca ya se cubria con mi pelo arrasado. Cada tanto me pasaba la mano a contrapelo por mi nuca rapada.
A veces dejaba de cortar para seguir la charla pero no dejaba de tener mi cabeza sometida hacia abajo.
Cuando volvia a la nuca parecia hacerlo con mas vehemencia.
Me paso el cepillo de madera por la nuca al ras y desabrocho la tela pero solo para sacudirla y liberarla de la carga de pelo. Luego la volvio a ajustar.
Otra vez,maquina en mano,me volteo la cabeza hacia u lado y me pelo todo el lateral hasta la sien. Detras de las orejas paso la maquina haciendo un gran arco absolutamente rapado.
Repitio en el otro costado. Yo me veia con la cabeza ya pelada y una mata de pelo en la parte superior lista para ser aniquilada.
Sin embargo el peluquero decidio hacer un descanso y encendio un cigarrillo continuando la conversacion y dejandome frente al espejo a medio pelar con la cabeza gacha.
Me estaba exponiendo como un trofeo de guerra.
Cuando el peluquero se disponia a seguir con mi esquila, escuche la voz de mi padre saludando al entrar.
De pronto lo vi de reojo junto al sillon felicitando al viejo por mi corte de pelo. Me sobo a contrapelo la nuca y , ante mi sorpresa, dijo:
- Muy buen cortecito,Vicente, pero no puede pelarle un poco mas la nuca?
- ¿quiere que le meta la "cero" ?
- ¿Puede ser?-, dijo mi padre.
- Por supuesto, Ud es quien manda.-
Yo me queria morir. Me iban a pelar al 'cero".
El peluquero abrio un cajoncito y sacó algo envuelto en una franela que puso sobre el mármol del mueble. Lo fue descubriendo con parsimonia y aparecio una maquinilla mas pequeña de puas muy estrechas.
La hizo funcionar en el aire y la lubrico. Se la mostro a mi padre como pidiendo autorizacion para iniciar el rapado.
- Adelante Vicente, todo suyo.- dijo con una sonrisa de satisfaccion.
Me empujo la cabeza hacia adelante y me la comezo a correr por la nuca lentamente pero sin pausa dibujando franjas hasta la coronilla. Me pelaba sin piedad. Iba y venia con la cero moviendome la cabeza de un lado a otro. Lo hacia obsesivamente y con vehemencia. Se regodeaba con lo que estaba haciendo. Me cepillaba la cabeza y seguia con la maquinita Chick chick chick. Era una tortura. En un momento, tanta bronca y tanta humillacion hicieron que mi animo se quebrara. Empece a llorar en silencio.
Me imaginaba la nuca en blanco y la sonrisa de mi padre disfrutando del espectaculo.
Cuando se canso de pelar la nuca me paso la yema de los dedos a contrapelo hasta arriba como verificando el corte.
Me pelo ambos laterales hasta las sienes. Detras de las orejas ya no tenia mas pelo, solo dos grandes arcos que casi llegaban hasta la cima de mi cabeza. Las patillas habian desaparecido.
Me corto arriba un poco mas de pelo para que el contraste con mi nuca rapada no fuera tanto.
Me cepillo la cabeza con un cepillo entalcado y peino lo que quedaba.
Al estar casi rasurado atras, sentia los dientes del peine directamente sobre mi cuero cabelludo.
Me puso el espejito de mano para que viera mi nuca, pero solo lo hizo con el fin de satisfacer su morbo, porque ya no habia nada mas que hacer.
Me paso la navaja barbera por el contorno pelado para remarcar los bordes y me quito la tela blanca poniendo fin a la tortura.
Baje del sillon y no pude contener el impulso de pasar mi mano por la parte trasera. No quedaba nada. Me habia masacrado.
Mi padre sonreia con la satisfaccion de ver a su hijo rapado como siempre habia querido.
Pago por el corte y dejo una buena propina. Don Vicente, como siempre, habia cumplido.