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Mi Amigo Jorge by Wesley Nóbrega
Ya se había pasado tres meses desde que me corté el pelo por la última vez, no me era más posible peinarme, pues después de un tempo sin cortármelo, el cabello se me queda muy rizado e incontrolable. Llamé a mi barbero y amigo Jorge que me atendía ya hace muchos años.
Jorge, así como yo, es un joven hombre de los treinta años de edad, teníamos casi los mismos gustos y siempre charlábamos sobre el trabajo, pues Jorge es Profesor de Barberos en la misma escuela en la que yo también doy clases de comunicación y oralidad.
Llegué a la peluquería de Jorge y la primera cosa que percibí fue que él se le había quitado la gruesa barba que lleva hace mucho tiempo:
- ¿Te cansaste de la barba? " le pregunté mientras lo saludaba con una sonrisa.
- Sí, mi piel necesitaba respirar " y al mirar mi pelo " ¡Y se nota que tu cabello ya está bastante largo, he!
- Sí " conteste casi como un niño que lleva una bronca " ya ha pasado mucho tiempo que no me lo corto.
Jorge indicó que me sentara al sillón de barbero, pues ya me esperaba para nuestra cita, era final del día y sólo estábamos los dos en la peluquería.
Jorge puso el pañuelo de papel en mi cuello y me cubrió con la capa protectora enseguida, preguntándome lo que quería hacer en mi cabello en aquél día. Le pedí que me pasase la máquina uno a los lados y dejar mi nuca bien cortita e que me cortara dos centímetros al topo.
Empezó su trabajo, pasando la maquinilla muy cerca de mi cuero cabelludo, una sensación que me encanta, sentir los pelos levantándose y cayendo sobre mi e sobre el suelo. Jorge charlaba conmigo sobre las cosas, sobre la vida y sobre el trabajo mientras me cortaba el pelo, pero yo no podía dejar de notar lo guapo que Jorge es:
Jorge es de estos hombres de piel morena y ojos oscuros penetrantes, siempre lleva una linda sonrisa mientras habla contigo. Como es un Barbero muy profesional su pelo negro y grueso siempre está muy arreglado, con el topete de cabello escobado para arriba y finalizado con algún producto firmador.
Pero hoy veo que su pelo ya lleva algunos días sin cortárselo también y le comento:
- Veo que no te cortaras el pelo por esos días también, Jorge " le hablo sonriendo.
- Sí " sonriéndome de vuelta " estoy casi sin tiempo para arreglarme también.
- Si quieres te ayudo " y demos carcajadas sobre eso.
Sin embargo, me puse a pensar lo maravilloso que sería sentir aquel cabello grueso y negro en mis manos y mientras le pasaba la maquina a los lados, a la nuca y todo el resto. En este pensamiento me dejó un poco excitado y traté de intentar a pensar en otras cosas, para que Jorge no percibiese mi miembro duro.
Mis pensamientos sobre cortar al pelo de Jorge no me salían de la cabeza, además cuando percibí que uno de sus brazos estaba sin cabello algún mientras el otro continuaba lleno; en este instante me puse a pensar lo tanto de pelos que Jorge tendría por todo su cuerpo e imaginárselo depilándose me dejaba cada vez más excitado, casi imposible controlarme.
- ¿Qué pasó en tu brazo que está sin pelos? " Le pregunté
- Estaba experimentando una navaja nueva " Jorge me contestó sonriéndose
- Deberías raparse al otro brazo también, para no quedarse diferente " le sonreí de vuelta.
- Es que no tengo mucha coordinación motora con mi otro brazo, entiendes
- Te comprendo mi amigo.
- Quizás, tu podrías ayudarme después que termine tu corte de cabello " me hablo con una sonrisa diferente, lo que me dejo muy más interesado en nuestra charla.
- Si quieres " me puse un poco más travieso también " puedo depilárselo el brazo y te doy un corte de cabello.
- Vale, necesito cortarme el pelo también.
En este momento yo no podría creer en lo que estaba a punto de pasar, tener el pelo de Jorge en mis manos, en mi control… lo que más quería ahora era que él terminase de cortar mi pelo, que no tardó mucho, Jorge me llevó hasta el lavatorio para lavarme el pelo cortado y ahí, no pondríamos dejar de cambiarnos las miradas, pues nuestra posición en el lavatorio no nos permitía. Me llevó devuelta al sillón para peinarme y mostrar nuca en el espejo.
- ¿Cuánto le debo? " le pregunté mientras me levantaba.
- Sí me ayudas con mi propio pelo, no me debes nada.
Entonces era verdad, Jorge estaba dispuesto a entregarse a mí como su barbero en aquél día, yo no podía dejar esa oportunidad pasar, no es siempre que un chico guapo te deja cortárselo el pelo.
- ¡Qué sea! " me puse travieso nuevamente " siéntate que te voy a cuidar e dárselo un corte de pelo como mereces.
- Es todo que necesito " me respondió el chico travieso que estaba conmigo " Solo voy cerrar las puertas de la tienda para quedarnos a gusto.
Jorge cerró las puertas de la peluquería, me miró con una larga sonrisa y sentó en el sillón de barbero. Como yo ya conocía muy bien el sitio, pues iba ahí por muchos años, sabía muy bien donde estaban todos los utensilios que necesitaría para cuidar a mi ‘cliente’. Le puse el pañuelo de papel en el cuello e no resistí en pasar mis manos en el pelo de su nuca y solo de sentir su pelo grueso en mis manos me energizó profundamente y me permití acariciar un poco más todo su cabello lleno de gel, despeinándolo un poco. Era la primera vez que veía Jorge con el pelo desarreglado.
Busqué la capa que acabaras de utilizársela conmigo y le cubrí, Jorge ahora estaba bajo mi control y eso me encantaba.
Le tomé el brazo aún lleno de pelos y le pase un poco de la crema de barbear mientras cambiábamos las miradas, creo que a Jorge también le estaba encantando pasar por aquella situación, pues su sonrisa y su mirada le entregaba.
- ¿Dónde está la nueva navaja que utilizo para raparse el otro brazo? " Le pregunté
- Es esta misma que utilicé contigo.
Me tomé la navaja y empecé a rapárselo el brazo peludo, mientras le quitaba el pelo, limpiaba la navaja en una toalla blanca que estaba por allí. Le dejé la piel bien suave y le pasé otra toalla para limpiar la crema que le restaba en el brazo. Jorge pasó su mano sobre su piel para ver el resultado, mirándome muy satisfecho de mi trabajo.
- Hiciste un increíble trabajo " me habló " no son todos que manosean tan bien una navaja afilada.
- Yo tengo mis dotes " yo no abandonaba más mi actitud traviesa.
- Seguro que harás un buen trabajo en mi pelo también " su voz ahora era sensual " córtamelo, por favor.
Le sonreí de vuelta y pasando mis manos de su brazo hasta el pecho, caminé para buscar la maquinilla, puse el peine dos y me fui hacia atrás de Jorge, nuevamente acariciando su hombro y su cuello, encarándolo en el espejo. Empujé su cabeza un poco para bajo, encendí la máquina que energizó el ambiente con su ruido y sosteniéndolo por el pelo de la corona empecé a pasar la maquina en su nuca. El pelo negro y grueso de Jorge comenzó por caerse en la capa y en mis manos y la sensación me hipnotizaba. Yo estaba intentando ser profesional y por eso subía la maquina hasta la línea natural de su corte de pelo habitual; aún con mano en la corona del cabello, so incliné para el lado y pasé la maquina al lado derecho de su cabeza, cortando las costillas mientras le miraba al espejo, corte por detrás de su oreja y limpié el pelo en aquél lado.
Le giré el sillón para el lado izquierdo, lo que sorprendió Jorge, y le corté las costillas, subiendo la máquina hacia la línea de su corte de pelo de siempre, pero en ese momento me imaginé subiendo un poco más la máquina. ¿Cómo Jorge reaccionaría si le hago eso? No, quiero tener esta oportunidad nuevamente otro día, es mejor hacer todo cierto en esta vez. Le bajé la oreja izquierda para pasar la máquina y córtaselo bien el pelo y le giré nuevamente hacia el espejo.
- ¿Qué te parece? " le pregunté
- Fuiste muy bien hasta ahora " nosotros dos estábamos utilizando voces de coqueteo " eres un profesional.
Dejé la maquina un poco de lado e cogí el peine y el spray para mojárselo el pelo. Peinándolo y mojándolo, me quedé imaginándome pasando la maquina en todo aquel cabello negro y grueso, lo fantástico que sería. ¡Estaba controlándome para no pelárselo todo! Tomé la tijera y levantando su topete con el peine, corté un centímetro de su cabello. ¡Qué sensación maravillosa! Fui peinándolo y cortándolo todo el pelo de arriba, mientras los mechones caían por la linda cara de Jorge. Peiné y percibí los cabellos recién cortados espetados, le miré al espejo y dejé salir:
- ¡Qué lindo eres! " Jorge dio una larga sonrisa
- ¡Qué bueno - me habló " pues siempre pienso lo mismo de ti cuando te corto el pelo!
Estábamos los dos encantados uno por el otro, y nos quedamos mirándonos por el espejo, mientras yo le acariciaba el pelo. ¡Pero yo necesitaba más! Cogí nuevamente la máquina y cambié el peine por el tres. Volví para Jorge, que parecía no comprender lo que estaba haciendo, pero continuaba con la expresión traviesa y contento. Encendí la máquina y empecé a pasarla por el lado derecho, pero ahora subiendo un poco más, con la intención de hacerlo pensar que yo estaba apenas aliñando el pelo de arriba con el de bajo. Le giré, dejando de espaldas al espejo e hice la misma cosa al lado izquierdo, llegando hacia la nuca donde permitirme subir la máquina un poco más, hasta su corona y la pasé varias veces, casi como estuviera creando coraje para atreverme más.
Giré el sillón dejando Jorge de vuelta mirándose al espero, me puse a su lado acariciando el pelo de arriba y aún con la maquina encendida, la puse al centro de la frente y la enterré al su cabello. Jorge simplemente, cerró los ojos, pero siguió con su linda sonrisa, entonces percibí que a él le gustaba lo que yo le estaba haciendo. Seguí pasando la máquina por todo su cabello; pasaba la máquina e después mi mano, la máquina y mi mano, y continué así hasta cortárselo todo el pelo.
Percibí lo tanto de pelo que Jorge tenia, la capa y el suelo estaba lleno de largos pelos cortados. Apagué la máquina y empecé a acariciar la cabeza de Jorge, con sus pelos negros y gruesos bien cortitos y la sensación de pasar las manos por su cabello era fenomenal, su cabeza parecía estar bien suave, casi como una alfombra. Le pasé la crema de barbear para pasar la navaja en los cantitos del cabello, para dejarlo bien arreglado.
Terminé mi trabajo y miré Jorge al espejo:
- ¡Eres tan guapo, hombre, ahora te veo también muy sexy! " Le hablé y la quité la capa.
- Fuiste un tanto atrevido " Jorge hablaba mientras se levantaba y se puso frente a mí - Pero me encanto tu atrevimiento y el trabajo que me has hecho. Ahora que me ves sexy, es hora de pagármelo por tu trabajo.
Jorge me tomó en sus brazos y me besó. Al instante me quedé sin iniciativa, pero me entregué en su beso e le abracé de vuelta acariciándolo por la cabeza. Nos besábamos mientras él me acariciaba las nalgas por dentro de mis calzas y yo acariciándolo en su pelo cortito, mientras deslizaba mi otra mano hacia su duro pene.
- ¿Pasas el resto de la noche conmigo?
- Sí
Y nos entregamos al suelo de la peluquería lleno de cabellos cortados.