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Crónica de un corte parte 3 by es teban
Repasando viejas historias encontré una saga de dos publicaciones "Crónica de un corte partes 1 y 2, y en la segunda parte intenté dejar un final abierto para los lectores.
Encontré buen feedback en las devoluciones y algunas muy buenas sugerencias por eso me animo ahora , despues de tanto tiempo, a darle un final a la historia. Gracias a todos.
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Crónica de un corte - Parte 3
Nuestro protagonista, inducido u obligado por su padre debió hacerle una visita al viejo peluquero del barrio.
Estaba frente al espejo mirando , entre asombrado y resignado, como el peluquero " a puro tijeretazo " le había despoblado la cabeza y se prestaba a dar inicio al corte con las tan temidas maquinillas de mano.
Con la cabeza gacha , observando el blanco de la tela que lo envolvía, y con el peluquero a su espalda esgrimiendo una cortapelos que parecía del #2, esperaba nervioso y a la vez ansioso que toda esa pesadilla terminara de una vez.
Sintió el acero frío de la herramienta en la base de la nuca y seguidamente el momento en el que la misma cobró vida y recorrió toda la parte trasera hasta llegar a la coronilla. Experimentó un escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral y tomó conciencia que ya no había marcha atrás y que lo iban a rapar como cuando era niño.
Mientras el peluquero subía y bajaba la máquina, continuaba con la
charla con un ocasional cliente en espera que tenía ante sus ojos un espectáculo morboso y que, seguramente estaba disfrutando ( es ley que a las personas mayores les agrada ver a los jovencitos bien rapados ).
Por momentos el peluquero dejaba de cortar para seguir la conversación pero, mostrando el dominio de la situación, no le liberaba la presión que ejercia con su mano izquierda para msntener la cabeza firme hacia abajo.
La tela blanca volvia a cubrirse de mechones de cabello cortados casi de raíz.
La maquinilla seguía con su impiadosa tarea de pelarle la nuca.
Cuando el viejo peluquero consideró que era suficiente dejó de cortar y, en un acto bastante humillante, le pasó la palma de su mano, a contrapelo, por la zona rapada como queriendo verificar el buen trabajo realizado.
Señalándole al joven la bola de cabello que reposaba en su regazo, casi irónicamente, le dijo:
- Mirá la porra que tenías. Ahora te vez mucho mejor.- mostrando una sonrisa que fue compartida con el viejo que esperaba turno.
Le volteó la cabeza hacia un costado y le peló todo el lateral. Sus patillas desaparecieron al paso de la cortapelos hasta mas arriba de la sien. Detras de la oreja le dibujó un gran arco hasta casi la parte del casquete de la cabeza , completando el lateral contándole todo el pelo hasta el vértice de la nuca.
Giró el sillon y, dejándolo de espaldas al espejo, dio cuenta del otro costado de la misma forma.
Le entalcó toda la cabeza y le pasó el cepillito de cerdas blancas quitandole todo el polvo.
Lo puso otra vez frente al gran espejo y en una tacita de metal comenzó a preparar la espuma para el rasurado.
Cuando le puso el espejito en la espalda para que viera el corte, el joven tragó saliva y, al ver un rsstrojo de 5 o 6 milímetros supo que ese no era el corte que su padre esperaba ver.
- Y ¿ que te parece ? ¿ cortito no ?- le dijo el peluquero.
Tomando coraje y con la voz entrecortada, respondió:
- Para mí ya estaría bien, pero mi padre lo quiere más corto.
- Pibe, te tengo que pasar la #0 entonces.- dijo el peluquero medio disgustado. - Hubieramos empezado por ahí.- agregó.
Dejó el espejito, medio de mala gana por el tiempo perdido, y de un cajoncito del mueble sacó una cajita de cartón con otra máquina más pequeña que la anterior. La probó y , ajustandole el tornillo superior, fue a la espalda del joven.
Otra vez , peto ahora con vehemencia, le bajó la cabeza y lo empezó a rapar nuevamente. Casi no caía pelo. Le recorrió toda la nuca ejerciendo bastante presión sobre su cuero cabelludo.
Le volvió a rapar los laterales , que quedaron en un blanco absoluto y con peine y tijera le cortó aun más la parte de arriba y los costados haciendo desaparecer la marca de la cortapelos.
Le colocó el espejito nuevamente y el joven vio su nuca casi afeitada. Se estremeció.
- Ahora está bien , nene ? Decile a tu papá que te pasé la doble cero.- le dijo.
Le afeito todo el contorno del corte y lo peino con un poco de gomina haciendole una fina raya sobre un costado y con lo que quedaba adelante intento un jopo hacia arriba.
Otra vez talco y cepillo y le quitó la tela sacudienfola con fuerza.
Bajó del sillón y mientras pagaba por el servicio ya estaba sentado el otro cliente , que con una sonrisa aprobó el corte.
Ya en su casa pasó por la revisión de su padre , quien lo puso sbreaviso de que ese sería el corte cada dos meses a partir de ese día.