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Busco peluquero by Cliente
Busco peluquero.
Tengo una historia de mi adolescencia que contar, pero escribo principalmente para buscar un peluquero que me corte el pelo, interesados me dejan su mail y los contacto. Perdón si hago larga la historia, llevo varios días intentando escribirla con los mayores detalles.
La historia fue así, yo tenía 15 años recién cumplidos. Hacia varios años que no me quería cortar el pelo y aunque me molestaba y recortaba las puntas cada tanto, no quería saber nada con el pelo corto, mucho menos con las maquinitas.
Como iba a un colegio bastante conservador, se me requería llevarlo atado (si, estaba tan largo que me lo podía atar), pero el director: un tipo grandote siempre bien vestido, afeitado y con el pelo bien corto, estaba empecinado con mi cabello y no dejaba pasar la chance de decírmelo. Al cruzarme por algún pasillo estiraba su mano y con la yema del dedo me tocaba un mechón y me decía:
- caballero, lo esperan en la peluquería.
Me daba mucha vergüenza porque por lo general estaba acompañado de amigos u otros alumnos que se reían de la situación.
Lo peor llegó en medio de un acto escolar. Resulta que varios compañeros y yo dimos un pequeño discurso. Cuando acabé de leer mi parte, en la que expresaba mi compromiso con la causa (cosas de adolescentes), el director dijo "...y promete cortarse el pelo". Aunque él no tenía micrófono, varias personas lo escucharon, incluido el marido de mi madre, que desde chico obra como mi papá y al que siempre le he tenido respeto.
Héctor, el marido de mi madre, me solía preguntar si lo acompañaba a la peluquería (no se atrevía a llevarme directamente con el) pero yo adivinaba sus intenciones y huía de la propuesta.
Ya llegamos al momento clave, espero no aburrirlos.
Dos o tres días después, Héctor me llevo a la casa de un compañero del colegio y ocurrió un diálogo más o menos así:
- lo que dijo el director el otro día te dejó mal parado.
- que cosa?
- ese pelo no va más, los pibes lo usan más corto, con onda, con ese pelo no se te acerca ninguna minita.
Me quedé callado. Pero Héctor tenía más que decir:
- si me querés odiar, odiame, pero yo te tengo que hacer un favor y me lo vas agradecer.
(Yo odiaba hablar sobre mi pelo, por lo que me mantenía en silencio)
- después del acto el director me dijo bien clarito que te cortaras el pelo. Qué Busque la forma de que concurras con un aspecto acorde.
En ese momento frenó el auto, yo estaba muy nervioso, por primera vez vi en Héctor la intención material de peluquearme, estaba harto de mi pelo, y el incidente del acto escolar lo había hecho tomar una decisión. Estábamos frente a un "salón masculino", había llegado la hora.
En ese momento me resigne, estaba grande para caprichos, y acepté que me lo tenía que cortar, en mi mente, solo debía cortarlo un poco. Entramos y Héctor se potenció, sus ganas de que me corte el pelo acabarían en un acto placentero para él, ya que al poner un pie en la más clásica de todas las peluquerías de la ciudad dijo la frase que hasta hoy recuerdo y que inspiró está historia:
- buenas tardes. Busco un peluquero para mi hijo.
Los dos peluqueros me miraron desde los sillones, no había nadie. Ni se me ocurre quien iría a ese lugar tan anticuado. Por lo bajo reaccioné y dije, medio preguntando:
- me lo puedo cortar mañana... (?)
- mañana es domingo, contestó el peluquero, no abre nadie.
Y Héctor sentenció:
- sentate
Uno de los peluqueros se levantó, y le pegó dos palmadas al sillón, indicando mi lugar, mientras tanto Héctor tomó asiento y hablaba sobre la movida flogger (Argentina, año 2008) y lo mal que se veían los pibes. "Parecen nenas"
Mi verdugo, más silencioso pero no por eso menos sádico, me ajusto la capa celeste y larga con mucha fuerza y me sacó la colita de pelo. Ahí dije:
- Dejemelo para taparme las orejas.
Me miró por el espejo y sonrió, lo miró a Héctor y colocando sus dedos entre la mata de pelos de mi nuca dijo "ok". Con la tijera corto mi cabello, y cayó a mis lados tipo "carre" o corte taza, se dio vuelta dándome la espalda, yo temblaba, recuerdo mis manos aferradas al sillón antiguo, quería llorar.
Y lloré (que verguenza), cuando el peluquero volteó y me metió la máquina por mi sien, no pude contener las lágrimas. Empezaron los comentarios de: que maricon, dejate de joder, al fin pareces un hombre, uy qué cortito! Etc.
Siguió por la nuca, luego de bajarme la cabeza y dejarme viendo todo el pelo sobre la capa celeste. Subía y subía por la coronilla, silbando, acariciando la nuca a contrapelo y haciéndolo bien lento. Hoy en día pienso que ese tipo disfrutó realmente ese momento.
En una de esas pasadas de máquina por la nuca, el muy hijo de puta siguió hasta mi frente. Mechones de 30 cm cayeron entre mis piernas. Sin hablarse, con algunas miradas y mucha cancha, habían decidido entre los 3, que me raparían.
- levanta la cabeza
- mirate che
- ahora si estás fachero
Yo no quería verme, pero me vi. Las patillas estaban a medio dedo desde el comienzo de la oreja, no me reconocía, el contorno de mis ojos estaba rojo, de lágrimas y de furia. Héctor pagaba el corte. Finalmente el verdugo le dijo:
- vengan a buscarme cuando quieran, pero la próxima, a usted también lo sentamos en el sillón.
Héctor pagó, nunca volvimos a la peluquería, hoy en día le sigo diciendo que me debe una rapada, pero se está quedando pelado por el paso de los años. Yo nunca me lo volví a cortar de esa forma, solo el corte de moda: cortito abajo y a los costados, pero nada drástico.
No hubo una persona que no haya comentado sobre mi nuevo look, los comentarios seguían brotando de la gente. Peludo, o pelado, siempre opinan.
El director me sobó la nuca y sonrió.
Ahí nació este fetiche, este malestar estomacal los días de peluquería, este interés por los cortes de pelo, y después de tantos años, quisiera un corte de verdad.
Ahora soy yo el que busca peluquero.
Déjame tu mail.
Capital Federal y alrededores. Argentina.