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Mi primer Recon by Rapado1978


Esta historia es tan real como que tú ahora mismo estás leyendo estas líneas. Desde adolescente me sentí atraído por los cortes de pelo militar, empecé a visitar paginas donde se hablaba de ellos y me gustaba ver fotos de esas rapadas. Hasta mis 23 años me solía cortar el pelo aunque corto nada exagerado porque vivía en un pueblo pequeño pero cuando me trasladé a Madrid empecé a dar rienda suelta a mi fetiche. En cuanto me situé no tardé en buscar una buena barbería y me estrené con un recon extremo, lados y atrás afeitado y arriba bien rapado con máquina al 1. Ese día no se me olvidará nunca. Llevaba sin cortarme el pelo casi tres meses, el flequillo casi me llegaba a las cejas y el pelo me montaba en las orejas, precisamente porque quería ver un cambio brutal, llevaba mucho tiempo deseándolo. Llevaba como una semana mirando barberías, y es que en esto soy bastante purista, la barbería debería ser masculina, sillones antiguos tipo años 60 o 70, y sobre todo buenas maquinas, si tenían Oster mejor. Localicé una por el centro de Madrid que reunía los requisitos y me decidí a entrar. La barbería tenía 4 sillones, pero solo dos barberos y un ambiente bárbaro, me dirigí al barbero que iba con la cabeza perfectamente afeitada y le comenté lo que me quería hacer y para mi sorpresa él me dice: lo que te quieres hacer es un recon, se me abrieron los ojos como platos y me dijo que lo conocía. Ese día por problemas de agenda tanto mía como suya no me pude pelar, pero me dio cita para el viernes, el barbero me confirmo con un "no faltes eh!". Tan solo quedaban cuatro días para verme con un look como el de las fotos que tanto me gustaban y excitaban. Llego el día y la noche anterior no pude ni dormir pensando en la brutal rapada que me iban a dar. Llego la hora y me dirigí a la barbería muy nervioso. Llegué y solo estaba esperándome mi barbero/verdugo sentado en el sillón. En cuanto me vio se levantó y me hizo sentar en esa maravilla de sillones que son los Belmont. Me puso un paño en los hombros, la cinta del cuello y agarró bien fuerte a mi cuello una capa azul celeste. Para mi sorpresa en ningún momento me pregunto por cómo me iba a pelar, directamente me dijo: vamos a por ese recon. Tengo que reconocer que me gustó mucho la situación. La vez anterior deje muy claro mis intenciones sobre mi pelo. Cogió la Oster y sin mediar palabra me la paso por toda mi cabeza, le pregunte que qué numero era y me dijo, es el 1 pero oster comparado con otras máquinas te puede parecer más corto. Madejas de pelo caían sobre la capa y mis hombros. Cuando termino con el 1 el mismo me dijo, ahora vamos con el cuatro cero para dar forma al recon. La primera pasada empezó en mi patilla y acabó más arriba de la sien. No podía apartar mi mirada del espejo viendo ese cambio brutal. Cuando acabó de pasarme el cuatro cero, pensé que la masacre ya había terminado porque retiró la capa, iluso de mí, la cambio por una toalla que puso por mis hombros, y lo vi que estaba preparando una navaja y jabón de afeitar. Pensé que era para hacer el contorno de cuello y patillas, pero mi sorpresa fue cuando empieza a enjabonar toda mi cabeza menos la parte de arriba. Estaba en shock, ¡me iba a afeitar!!! Le pregunté lo obvio y me dijo "un recon reglamentario va afeitado". Me comenzó a afeitar y la sensación de la pasada de la navaja, el ruido del pelo siendo rasurado fue increíble. Si ya estaba duro, esto me acabó de rematar. Mi maestro barbero (hoy en día lo sigo llamando así) termino su trabajo. Cuando termino y vi y toqué su obra la sensación fue increíble, al levantarme pude ver por el suelo lo que antes era mi pelo. Cuando me relajé un poco le dije que había incluso mejorado lo que yo pretendía y entonces me estuvo indicando sobre mi propia cabeza como se hacía un recon reglamentario a lo que le pregunte qué porque sabía tanto del tema, que no era un corte muy común y ahí descubrí su secreto. Me confesó que durante cinco años estuvo contratado como barbero en la base militar de Torrejon y que los americanos le pedían esos cortes. Me descubrí un poco ante el confesándole que me gustaban los cortes militares y ahí empezamos una conversación de aproximadamente 20 minutos en las que sentamos las bases de una buena amistad que dura hasta hoy y que se ha traducido en cientos flattops, high and thight, horseshoes, muchos recon y alguna que otro afeitado total.



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