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Sorpresa en casa de mí amigo by Glare


Mí nombre es Fran. Desde que soy adolescente, los cortes militares y rapados me llaman mucho la atención. Es de mis principales fuentes de excitación; suelo ver varios videos de hombres siendo rapados, recibiendo degradés muy altos o afeitándose la cabeza. Tengo extensos tableros en Pinterest sobre lo mismo. Alguna que otra vez le he sacado alguna foto a un desconocido en la calle, disimulando para que no me vea, tan solo para tener en mí celular una imagen de su corte militar. Junto con esto, obviamente, cuando veo a alguien con tal corte suelo concentrarme en su cabeza, aunque alguna que otra vez siento que se dieron cuenta.

Mi amigo Sebas me conoce desde los 8 años (ambos tenemos 19 años actualmente). Fuimos juntos tanto a la primaria como a la secundaria. Debido a que nuestros padres trabajaban hasta tarde, nos solíamos quedar sólos después del colegio, por lo que íbamos a almorzar a su casa o a la mía. Aún después de habernos egresado, continuamos con esta tradición, aunque no diariamente como lo hacíamos en nuestra época escolar.

Ayer me desperté y fui al baño para hacer mí rutina diaria. Me veo en el espejo y comienzo a peinar mí cabellera negra, medio enrulada, largo hasta poco más arriba de los hombros. Al ponerme mí gorra favorita, los mechones sobresalen por toda la circunferencia de la gorra, similar al estilo skater, para hacer una analogía. Termino de cepillarme los dientes y voy a la universidad, dónde estudio producción audiovisual.

Mientras estaba en la clase de Escenografía, me llega un mensaje al celular. Era Sebas, que me invitó a almorzar a su casa. Sebas está haciendo un curso de reparación de motocicletas, el cual tiene una carga horaria baja, por lo que él ya estaba en su casa desde temprano. Obviamente, acepté. Me dijo que había comprado milanesas en la carnicería, así que yo me ofrecí a llevar algunas gaseosas.
Terminando la clase de Escenografía, tomé el colectivo y fuí directamente hacia la casa de Sebas. Toque el timbre y Sebas me recibió con nuestro clásico saludo especial. Consiste en hacer un doble apretón de manos y luego chocar mí pie izquierdo con el derecho de él. Una boludez que creamos hace unos años.

Caminamos por el pasillo de su casa hasta llegar a la sala de estar. No nos gusta comer la comida fría así que ni bien llegamos, comenzamos a charlar y Sebas puso las milanesas en la sartén, a fuego bajo así no se queman y se cocinan bien de adentro.
Mientras Sebas se pone a hacer un puré de papas (sí, lo podría haber hecho yo, pero él insistió en hacerlo, ya que le gusta cocinar), aproveché para sentarme en el sillón y echar un vistazo a mí celular. Entre a Pinterest para ver si había material nuevo para mis tableros, a lo cual encontré varios pins interesantes, como un recluta estadounidense siendo pelado a cero, un joven que quiso un cambio de look y se hizo un rapado con degradé, y un corte de pelo muy bueno en el que la parte de arriba y la trasera de la cabeza estaban rapadas a 3# y los laterales izquierdo y derecho estaban pelados a cero. Todo esto lo hice con el brillo del celular bajo y chequeando que Sebas no esté mirando. Obviamente no sabe de mí fetiche y tampoco quiero que lo sepa.

De mientras, me percaté de un detallé: me olvidé de comprar la gaseosa. Rápidamente, le grité a Sebas que me había olvidado y que ya mismo iba a ir a comprar una Coca Cola y una Sprite al almacén que está prácticamente en la esquina de la manzana. Sebas dijo que vaya rápido que ya casi estaban las milanesas. En tal apuro, dejé el celular en la mesa y fui corriendo hacia el almacén.
Llegué al almacén y agarré las gaseosas de la heladera. Fui al mostrador para que me cobren las bebidas y partí corriendo de vuelta a la casa de Sebas. Entré rápido ya que no había cerrado la puerta con llave.

Sebas justamente ya estaba sirviendo las milanesas en los platos.

- Te ayudo sirviendo el puré.
- Dale, dijo Sebas riéndose. No sé de qué se reía.

Llevamos nuestros platos a la mesa y tuvimos un rico almuerzo. Él y yo anduvimos charlando de la universidad, del curso que él estaba haciendo, de motos, política, etc.
Al rato, un mensaje le llega al celular de Sebas. Era de que sus papás iban a celebrar el ascenso de su papá en el trabajo, y que iban a volver mañana a la mañana a casa. Sebas se preguntó qué clase de celebración consiste en no volver a casa a la noche. Obviamente se habían ido a un albergue transitorio a pasar una acalorada noche, pero yo no le quise decir.

- Bueno, supongo que me queda la casa sola, dijo Sebas.
- Me quedo a dormir entonces.
- Te hubieses esperado a que te invite, ansioso.
- Era obvio que me ibas a invitar, te hice ahorrar saliva.

Sebas se rió, agarró los platos y los llevó a la cocina. Yo me ofrecí a lavarlos pero no quiso, así que agarré mí celular para revisarlo un rato. Ni bien lo abrí vi mí tablero de Pinterest de rapados. Ahí me acordé que eso es lo que estaba viendo hasta antes de haber ido a comprar las gaseosas. Tengo el celular con contraseña del tipo patrón, así que es improbable que Sebas haya visto algo.
A la tarde, Sebas y yo anduvimos jugando con la PS4 un rato, mientras seguíamos charlando de la vida. Con el tiempo, se hizo de noche y dejamos de jugar para ir a jugar con la pelota al patio de su casa. Era de esas noches de verano con mucho calor y humedad, así que nos sacamos la remera para jugar. Me saqué mí gorra y la dejé encima de la mesa.
Ambos somos habilidosos con la pelota así que estuvimos un tiempo largo jugando mientras charlabamos. Después de habernos cansado, decidimos sentarnos en la sala de estar y tomar unas cervezas que tenía Sebas en la heladera.

Después de un par de cervezas, estábamos acomodando las cosas para tirarnos a dormir. Él tiene un colchón inflable que le quedó de cuando íbamos a los campamentos del colegio, así que lo inflé. El colchón es bastante grande así que se tarda en inflar. Mientras lo inflo, noto una sonrisa picarona de Sebas mientras tiende su cama.

- ¿Qué pasa?, le pregunto.
- Nada, me acordé de algo.
- ¿Qué?
- Un chiste, nada

Creo que Sebas no quería que sepa de qué se reía así que no insistí en saber. Sebas me avisó que iba a ir a su baño y que ya volvía para acostarse. El baño de Sebas es en suite (se entra por una puerta corrediza al costado de su placard). Mientras sigo inflando el maldito colchón gigante, Sebas sale del baño. Yo sigo concentrado en el colchón.

De repente, siento algo en mis hombros, eran las manos de Sebas. No me volteé a ver porque no puedo girar la cabeza mientras estoy soplando la boquilla del colchón. Al instante, escucho un zumbido atrás de mí cabeza y siento algo en la frente de mí cabeza. Esta cosa, la cual evidentemente era una máquina cortapelo, comenzó a rapar la parte de arriba de mí cabeza, dejando una franja con el pelo muy corto en el medio. Yo no tenía forma de ver lo que me había hecho en la cabeza.
Ni bien sentí la máquina rapandome la cabeza, le grité a Sebas.

- ¿Qué carajo estás haciendo, infeliz?
- Amigo, si te querías rapar me hubieses dicho, que yo acá tengo la cortapelo de mí papá.
- Yo no me quería rapar, basta
- No te hagás el boludo, yo sé que no te animás, agradeceme.
- ¿Eh?
- Ví tu tablero de Pinterest. Tenés ganas de raparte. En una peluquería te iban a hacer lo mismo y te iban a cobrar por hacerlo.
A esta altura ya no podía seguir negándolo. Sin embargo, me sorprendió que haya encontrado el tablero.
- Pero si mí celular tiene contraseña, ¿cómo entraste?
- No es muy difícil adivinarla, es la inicial de tu nombre. La tenes desde el Galaxy Young que tenías en 2015 más o menos (se ríe).

Yo estaba en shock. Vió todo mí tablero, lleno de gente rapada, muchos de ellos incluso a la cero. Estaba avergonzado, ¿se habrá dado cuenta de que se trataba de un fetiche? Yo sólo supe quedarme callado.
Sebas siguió rapando toda la parte superior de mí cabeza. Veía los largos mechones de mí cabello caer sobre el colchón y sobre mí pecho. Ambos seguíamos con el torso desnudo desde que habíamos jugado fútbol.
Sebas continúo rapando la parte de atrás de mí cabeza. Por el momento, solo los mechones de los costados izquierdos y derechos de mí cabeza estaban quedando sanos y salvos.

- Te está quedando bien. ¿Qué se te dió por raparte? Siempre lo tenés largo.
- Emm, me estaba hartando del pelo largo, por eso hice el tablero, con unas cuantas ideas.
- Sí, sí, anduve chusmeando el tablero. Hay muchos cortes, estabas buscando inspiración para mostrarle la foto al peluquero, ¿no?
- Sí, sí, contesté nervioso. Sebas, en su inocencia, nunca creyó que era un fetiche, sino que pensó que estaba buscando inspiración para un cambio de look.
- El corte de Wos* está muy bueno, yo de hecho me lo iba a hacer hace unos meses pero me lo quise dejar crecer para hacerme el mullet. (*Wos es un cantante que lleva el pelo rapado, con la mitad inferior de la cabeza afeitada, generando un contraste en el tamaño del pelo.)
- Sí, está bastante bueno ese, pero igual es un toque extremo.
- Yo te voy a hacer uno que ví que te va a quedar genial.
De repente, escuché un clic en la máquina. Dejó caer el cabezal sobre el colchón y comenzoó a rapar a cero el costado izquierdo de mí cabeza.
- ¿Estás pelando a cero? Te dije que no quería nada extremo, dije enojado.
- Si lo tenías en el tablero es porque te gusta.

Me quedé callado. La verdad es que ese corte sí me gustaba mucho. Sentí como la totalidad de mis mechones caían, y el movimiento repetitivo de la máquina masajeaba el cuero cabelludo. Al estar raspado a la cero, sentía el frío de la máquina sobre el costado de mí cabeza. Era muy excitante, pero tenía que calmarme, ya que de otra forma Sebas se daría cuenta de que estaba pasando algo raro.
Sebas dió vuelta la máquina y comenzó a pelar el costado derecho de mí cabeza.

-Ya casi termino, está quedando piola.
- Más te vale.
- Sí, sí, vos tranquilo.
- Es que ya me imagino que me van a gastar. Mañana mí familia me tiene que ver así, y el lunes mis compañeros de la facultad.
- Amigo, calmate, en serio. Es lo que vos querías. Tu felicidad está primero. Agradecé que estoy cumpliendo tu deseo, que si no era por mí seguro no te rapabas. Te está quedando bien, así que tranquilizate.
- Bueno, bueno, tenés razón.

Seguí notando el frío de las máquinas en mí cabeza. Luego de unos minutos, dejé de notar la pesadez de mí pelo en la cabeza. Estaba pelado, todos los largos mechones de mí cabeza habían desaparecido. Sebas apagó la máquina y me siguió hasta el baño, en donde fuí a ver cómo que me había quedado el pelo.
Estaba en shock. Pasé de tener un montón de pelo a tan solo unos milímetros en la parte superior y trasera de mí cabeza, mientras que los laterales izquierdo y derecho estaban afeitados al ras.

- Arriba y atrás te pasé la 2#, y los costados son con la cero, como en el pin ese que guardaste.
- Sí, sí, me di cuenta.
- No te noto contento.
- Es que todavía estoy sorprendido, pero sí, me gusta, está bueno, supongo.
- Vamos a darle un último retoque.

Sebas abrió la alacena y agarró su espuma de afeitar y un paquete de dos máquinas de afeitar Gillette, sin abrir.

- En esta te apoyo, dijo Sebas.

Sebas puso espuma entre sus manos y comenzó a frotarlas para generar espuma. Puso toda la espuma en los laterales de mí cabeza.

- Agarrá una máquina y afeitate los laterales. Yo voy a hacer lo mismo, desde hace un tiempo que me quiero pelar los laterales.

Como mencioné previamente, Sebas tiene un mullet. Su cabello rubio está cortado con tijera arriba y atrás, de un largo de unos 5 dedos, y tiene el costado izquierdo y derecho rapados con la #5.
Sebas comenzó a frotar más espuma y la colocó sobre sus costados rapados. Paso siguiente, comenzó a afeitarlos con la maquinita.

- Te está quedando bien, le dije.
- ¿Viste que fácil es animarse?, dijo mientras se comenzaba a vislumbrar su piel mientras afeitaba el costado de su cabeza.
- Sí, bueno, pero vos no te rapaste todo.
- Jajaja, bueno, ni ahí, capaz en un futuro.

Luego de unos minutos de pasarnos la
maquinita y ver la espuma cayendo sobre el lavamanos, nos vimos al espejo. Mientras que Sebas tenía sus costados afeitados, formando un mullet bastante extremo, yo estaba totalmente rapado, con mis costados izquierdo y derecho brillando gracias al reflejo de la luz en mí desnudo cuero cabelludo.

- Hagamos algo más así ya quedamos más facheros y nos vamos a dormir.
- ¿Otra cosa más? Qué pesado.

Sebas volvió a agarrar la máquina cortapelo sin cabezal y la prendió. Dirigió la máquina hacía su ceja y se hizo un corte en la punta de la ceja derecha. Luego, agarró mí cabeza y realizó dos cortes en la punta de mí ceja izquierda.

- Bueno, ya con esto, mí familia me deshereda.
- Pero estamos más facheros que nunca, no lo podes negar. Pasaste de vagabundo con pelo largo a bestia fachera, bien a la moda.
- Vamos a dormir, antes de que se te ocurra otra cosa.

Sebas guardó la máquina y se dirigió a su cama. Yo terminé de inflar mí colchón y me recosté. La sensación de sentir mí piel desnuda contra la cama es indescriptible: me sentía más fresco que nunca. Estaba bastante excitado; no podía dejar de tocar mí cabeza rapada. Mí mano acariciaba mí cabeza de atrás hacia adelante. Todo lo que siempre admiré en gente que pasaba por la calle o veía en imágenes de Pinterest, ahora me había sucedido a mí. Tardé en dormirme esa noche, pero al final pude tener un feliz sueño.
Al día siguiente, nos despertamos y fuimos a la sala de estar. Los papás de Sebas ya habían llegado. Estaban en shock: su hijo tenía un rebelde corte y un corte en la ceja, mientras que su amigo estaba rapado.

- ¿Qué se hicieron?, preguntó asustado el padre.
- Se quedó a dormir y bueno, pintó, dijo Sebas. ¿Ustedes a dónde fueron?
- Ah, anduvimos paseando... por ahí. El padre estaba nervioso frente a la pregunta.
A tu amigo le queda bien el pelo así, por lo menos no tiene esa porra larguísima que tenía antes, un espanto.

Me ofendió un poco el comentario, pero tenía razón; estaba mucho más prolijo.

- Respecto a vos... (dice el padre dirigiéndose a Sebas), después hablamos.
- Bueno, bueno.
- Yo me voy a ir yendo, dije.
- Dale, chau Fran, nos vemos después, dijo Sebas.
- Chau Fran, saludos a la familia, dijeron los padres de Sebas.

Fui caminando a mí casa, aunque para adelantar la sorpresa a mis padres, subí una foto a Instagram con mí nuevo look. Mí familia me mandó por privado que estaban shockeados por lo que hice, pero por su parte, mis amigos llenaron mí foto de likes y me dejaron comentarios alabando mí nuevo estilo. Fue uno de los mejores días de mí vida. Ya estoy ansioso por la siguiente vez que me quede a dormir con Sebas.




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