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nuevo peluquero by padreexigente
A principios de los años ´ 80 nos tuvimos que mudar a Lanús (Bs As) por razones laborales. Yo era docente (ahora jubilado) y me habían ofrecido un cargo vacante de Director en un colegio , y era muy conveniente para la familia tanto en lo económico como en el aspecto geográfico. Estaríamos más cerca de la capital y como mis hijos ya eran adolescentes, era mucho mejor para el futuro educacional de ellos.
Veníamos de un pueblo relativamente chico donde la educación de los jóvenes terminaba en el colegio secundario. Para continuar el nivel universitario ya tenían que irse del pueblo. Aún faltaba para eso porque el varón tenía 13 años y la nena 16, pero al salirme esa oportunidad laboral ni lo pensé y nos fuimos del pueblo.
Pudimos alquilar una casa, a través de unos amigos, que era bastante cómoda para los 4 integrantes.
De a poco nos fuimos acomodando y, por suerte, encontramos buena gente en el vecindario.
Ya habíamos conseguido las vacantes escolares para los hijos, yo tenía un nuevo trabajo y mi esposa se repartía entre el mantenimiento de la casa y sus clases particulares de inglés.
No nos costó mucho entablar buenas relaciones con gente del barrio. Era todo nuevo pero veníamos bien.
Ya para ese marzo estábamos bien instalados. Faltaban pocos días para el inicio del ciclo lectivo, tanto para mí como para mis hijos. Eduardo empezaría el secundario y Paula ya estaba en su 4to. año del colegio Normal (quería ser médica). El varón todavía estaba en lo que aquí llamamos " la edad del pavo". Aún no sabía que quería ser. Estaba enrollado con la música y había que seguirlo de cerca.
El viernes anterior al comienzo de las clases le comenté que era hora de que se cortara el pelo. Desde que habíamos llegado, con todo el tema de la mudanza y la adaptación al nuevo lugar, no había visitado una peluquería ( bueno, en realidad yo tampoco, pero como siempre fui de llevar el pelo bien corto, me duraba el corte que me había hecho Don Miguel antes de venirnos para la ciudad, pero a mí también me venía bien otro cortecito ).
Mucho no le gustó la idea pero la decisión era mía y ya estaba tomada. Había que conseguir un peluquero.
El sábado a la media mañana salimos de casa. Objetivo: corte de pelo.
Mi vecino, Don Jesús, estaba sacando el auto. Nos saludamos y charlamos unos minutos:
Buen día, ¿ que hacés tan temprano? ¿ Anda todo bien?.- preguntó amablemente.
Buen día, Don Jesús. Si, todo bien. Acá salimos con el mozo a ver si conseguimos una peluquería donde le corten esta melena. El lunes empieza las clases y no va a ir con todo ese pelo.-
El viejo sonrió y le hizo una broma que mucho no le gustó:
¿ Te toca peluquería, che ?.-
Creo que mucho no quiere, pero desde que llegamos que no se lo corta, así que vamos a buscar alguna.
Mirá, viste en la avenida donde está la escuela N°9 , bueno , al lado tenés una, la de Eugenio. Es medio "caradeculo" pero es especialista en niños y jovencitos. Si lo que estás buscando es un buen corte para la escuela es el peluquero ideal. Te lo va a dejar hecho un "hombrecito". Después tenés en la estación, pero son saloncitos unisex de los que aparecieron ahora.-
Noo, nada de saloncitos. Una peluquería de hombres, como había en el pueblo.-
Entonces llevalo donde te digo. Decile que es para la escuela y te lo traes bien tusadito.- (risas)
Gracias Don Jesús, allá vamos.-
No era lejos, sólo tres cuadras. Fue protestando todo el camino diciendo que no se quería cortar el pelo. Poco me importaban sus berrinches.
Cuando llegamos a la escuela y doblamos la esquina, allí estaba. El poste tricolor funcionando indicaba que estaba abierta. Realmente era un local chico. Un solo sillón y algunas sillas de espera. El mueble espejado y un perchero de pie donde descansaba la tela blanca clásica de las peluquerías tradicionales. Me gustó.
El peluquero, de más de 50 años estaba sentado en su sillón leyendo el diario. Seríamos los primeros.
Entramos, saludé, y el peluquero se puso de pie y dejó la lectura.
Buen día. Para cortarnos el pelo ¿ puede ser ?.- dije parado en el centro del salón.
El peluquero descolgó la tela del perchero, la sacudió con fuerza y preguntó:
¿Quién va primero?.-
Lo mandé a mi hijo a una de las sillas de espera y fui al sillón.
Me senté de frente al espejo y vi volar por delante de mí la sábana blanca. Me la ajustó por detrás y me puso un paño blanco en la base de la nuca.
Con un peine que sacó del bolsillo superior de su chaqueta me empezó a peinar.
En la pared había varias fotos, más bien antiguas, que mostraban distintos tipos de cortes clásicos.
¿Cómo lo va a cortar?.- me dijo secamente.
Por lo general lo llevo corto. Rapadito hasta la media nuca y un poco a los costados , y después corto con tijera. Como esa foto. Le mostré uno de los cuadros.- Mi hijo abrió la boca como sorprendido, tal vez imaginando un corte igual para él.
Asintió con la cabeza y fue hacia el mueble. Tomó una de las máquinas de mano (hoy antiguas, pero en esa época muy comunes) con las cuchillas de púas muy estrechas. Yo sabía que era la N° 0. Se dirigió a mi nuca , me bajó un poco la cabeza y la empezó a correr pelándome hasta la media cabeza. La pasó varias veces y siguió por el costado izquierdo. Me dejó la patilla bien cortita y lo mismo hizo del otro lado.
Dejó la máquina y empezó a cortar a tijera la parte superior , la parte alta de la nuca hasta la coronilla y los dos costados. Dejó el pelo con una longitud acorde como para peinarlo al costado. Me afeitó los bordes del corte, me entalcó y cepilló y me peinó con un fijador en crema. Puso el espejito de mano por detrás y me mostró el corte. Lo vi bien. La parte baja de la nuca bien cortita y el resto , corto pero sin pelar. Aprobé el corte.
Me sacó la tela, dejando que mi pelo terminara en el piso y mientras bajaba del sillón me preguntó :
¿ El chico también se corta?.-
Sí.- le dije.-
Y lo llamó al sillón poniendo un suplemento en el asiento que trajo de la trastienda.
Vamos nene, sentate y a quedarse quietito.-
Yo me quedé al lado del sillón para darle las instrucciones del corte mientras lo envolvía con la tela blanca ajustada al cuello.
¿ El chico cómo se corta?
Cortito…el lunes tiene que ir a la escuela.- le dije , recordando las palabras de mi vecino.
¿Le hago un escolar?.- dijo mientras le peinaba toda la mata de pelo que tenía.
No sé, ¿ cómo sería?
La cabeza toda rapada al #1, al #2 o al #3, eso como usted quiera arriba y la nuca y los costados al # 0 y luego se la refino con la #00.
Preferiría una americana. Arriba que le quede un poco para peinarse.- el escolar me pareció extremadamente rapado.
Muy bien. Voy a empezar a pelarle la nuca al 2 porque está muy largo y la #0 le va a tironear.
Me fui a sentar a una silla de espera. Cuando el peluquero tomó la máquina del N° 2 y la hizo funcionar en el aire para probar el nivel de las cuchillas le movió el tornillo de arriba para dejarla en condiciones.
Noo, con la máquina no….- empezaron los zollosos.
No quiero que me pele, por favor.- Me daba lástima , pero no había otra.
Le bajó la cabeza casi bruscamente y, sin piedad, lo empezó a pelar al "2".
La tela se empezó a cubrir con grandes mechones de pelo. Veía el accionar del peluquero y recordé la frase de Don Jesús: " Te lo vas a traer bien tusadito".
Lo rapaba con ganas. En 10 minutos le había cortado todo el pelo de la nuca hasta la coronilla. Tenía un rastrojo de apenas medio centímetro. Cada tanto le cepillaba la cabeza y seguía yendo y viniendo con la máquina.
Le peló los costados igual despojándolo del pelo de las patillas y descubrien do sus orejas que quedaron expuestas. Sacudiendo un poco la tela todo el pelo acabó en el piso.
Tomó la maquinita del 0 y le dejó la nuca y los laterales en blanco.
Estaba irreconocible pero estaba mucho mejor que cuando había llegado. Lo había rapado como a mí me gusta.
Le rebajó bastante el pelo de arriba con peine y tijera. En todo el contorno de la parte superior le había disimulado la línea de la "0".
Otra vez la tela llena de pelos. La desabrochó y la sacudió con fuerza en el aire y se la volvió a ajustar. Le entalcó la nuca y se la cepilló para desprender el pelo cortado.
De uno de los cajoncitos sacó otra maquinita más pequeña para refinarle la nuca.
Más llanto.
Bajame la cabecita que ya estamos terminando.- le dijo.
La # 00 acabó con lo que le quedaba en la parte de atrás. Se la dejó al ras.
Dio otra pasada por los costados y quedó bien peladito. Talco , cepillo y un peinado con raya al costado con esa crema que sacó de un pote verde.
Me preguntó si estaba conforme:
¿ Qué le parece ?.-
Excelente corte. No va a haber problemas en la escuela.- le dije.
Me preguntó si estábamos de paso o éramos nuevos en el barrio.
Le expliqué y me sugirió un próximo corte antes de los 40 días para mantenerlo.
Eduardito bajó del sillón aún llorando , pagué y salimos.
En el recorrido a casa le dije que le quedaba muy bien. Al llegar a casa se aguantó las bromas de su hermana y a mi mujer le encantó.
Al otro día cuando lo vio Don Jesús le preguntó si lo "había agarrado Eugenio", pero que ahora ya era un hombrecito.
Esa fue nuestra peluquería, hasta que cerró muchos años después.