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BRIGADA DE LA HIGIENE Y LA MASCULINIDAD by BARBERO MILITAR


Don Críspulo Gómez del Arce, más conocido como el Teniente Maquinillas, se dirige a sus correligionarios; todos pertenecen al Círculo Tradicionalista de Caballeros (CTC). Han sido convocados a una reunión de urgencia y de carácter secreto. Su ideología ultraconservadora les ha hecho reaccionar ante la amenaza revolucionaria que se cierne sobre Europa occidental. La Patria está en peligro. Los enemigos de la Cristiandad no descansan, siempre están maquinando, planeando desde la sombra, para poder llevar a cabo sus maléficos planes:

-Queridos camaradas: se acabó el libertinaje y la inmoralidad. Nuestra gran país va a recuperar la dignidad perdida. La influencia anglosajona, en realidad de la masonería internacional, está corrompiendo a nuestra juventud. Especialmente me preocupan los jóvenes varones que en vez de educarse en la disciplina, el patriotismo y de defender los valores católicos, se dejan arrastrar por las modas, por la estridente música rock, tan ajena a nuestra cultura y que, sin duda, transmite mensajes satánicos. Esas melenas asquerosas, en muchos casos mugrientas, esas barbas desaliñadas, esas vestimentas de colorines, colgantes, pulseras… todo este conjunto de cosas nos produce nauseas a los hombres de bien.

-Tenemos que actuar con sigilo y suma prudencia. Tan solo recurriremos a la violencia en caso de que ésta sea estrictamente necesaria; por encima de todo, debemos defender la integridad física de las personas. Son nuestros enemigos los que nos agreden a los hombres de bien para imponernos su ideología del odio. Tened siempre presente que nosotros somos moralmente muy superiores a estos despojos humanos.

-En las calles de París, el pasado mayo del año en curso, se han producido graves revueltas estudiantiles. Aparentemente, unos estudiantes de… mierda, perdonad esta expresión tan escatológica, tomaron la Universidad de la Sorbona; luego vino la huelga general, apoyada por el Partido Comunista, que paralizó Francia por completo, poniendo en grave riesgo el orden establecido. Esto no debe pasar aquí, no podemos ni vamos a permitirlo. Mientras haya hombres con los cojones bien puestos, siento recurrir a este lenguaje tan soez, a nosotros no nos van a pisar. Hay que adelantarse a los acontecimientos. Todo virus tiene su origen en una determinada cepa. Nuestro servicio secreto de investigación ha detectado la madriguera del lobo. Se encuentra en el barrio de Vallecas, donde se ha formado una comuna hippie que según cuentan está sufragada por los revolucionarios de siempre.

-No quiero perder el tiempo rebatiendo sus endebles argumentos, voy a ir a lo mollar del asunto. Todavía no han conseguido arrastrar a ninguna señorita a su antro, lo cual nos facilita mucho las cosas. En el momento en que se incorporen mujeres, aquello se convertirá en Sodoma y Gomorra. Antes de que el tema vaya a mayores, vamos a actuar. Hemos contado hasta veintitrés estudiantes, todos con el pelo largo, todos vistiendo los colorines de moda… Se llaman a sí mismo pacifistas pero en cuanto tienen oportunidad emplean la violencia; sabemos que en las revueltas de la Ciudad Universitaria han prendido fuego a neumáticos para dificultar la actuación de las fuerzas de orden público. Aunque atacan visceralmente la sociedad de consumo, roban botellas de licores de alto precio en los supermercados; en los grandes almacenes sustraen prendas de marca, de las de firma, los saldos no les atraen. También se dedican a montar broncas en las discotecas de moda y trapichean con drogas. Ejercen como piquetes en las puertas de algunas empresas, incitando a la huelga a los trabajadores.

-Existen tres cabecillas y conocemos sus identidades. Son los que manejan el cotarro; los demás les siguen como borregos. Si les damos un escarmiento, posiblemente se les bajen los humos y no vuelvan a intentar rebelarse. El primero de esta siniestra lista es Rosendo Domínguez Deza, conocido como el Che Vallecano. Fue detenido en seis ocasiones por repartir propaganda del el Partido Comunista en la que se incitaba a la huelga general; posiblemente participó en el atraco a una sucursal bancaria, en el que murieron dos policías; fue absuelto por falta de pruebas. Su melena le llega hasta los hombros. En segundo lugar citaremos a José Casimiro del Álamo Vindel, alias Ácrata, ha escrito un libro, retirado de la venta, en el que se hacía apología de la revolución libertaria. Se le considera el fundador de la comuna. Su larga cabellera se la recoge en una coleta. Por último nombraré a Arturo Gómez Tierno, alias Alucine. Este joven, de rubia y ondulada melena, es un traficante de drogas. A lo largo del año, suele viajar a Colombia, Turquía, Marruecos etc. para conseguir todo tipo de sustancias alucinógenas. En las redadas antidroga realizadas por la policía siempre suele aparecer su nombre. Hay que reconocer que estos tres delincuentes actúan con suma cautela, cuentan con la ayuda de abogados expertos que les libran de las condenas. La CTC les ha investigado a fondo y ahora tenemos un dosier que les inculpa en temas extremadamente graves. Sin embargo, nuestras pruebas no tendrían validez en un juicio, las hemos obtenido al margen de la ley.

-¿Vamos a dejar que esta chusma continúe envenenando a nuestra juventud?; ¿nos quedaremos de brazos cruzados esperando a que se solucione el tema por sí mismo? Tenemos un plan. Hemos infiltrado a uno de los nuestros en su comuna. Se hace pasar por un abogado laboralista. Les ha convencido de que deben dar un paso atrás. Hay muchas pruebas en su contra. Si la policía los empapela pueden acabar procesados y en la cárcel; todos sus planes se truncarían. Les ha aconsejado que, de momento, se muestren cautos y se retiren, a la espera de que la situación sea más propicia para luchar por la revolución que predican.

-El plan secreto consiste en lo siguiente: Aurelio, nuestro agente secreto, el falso abogado laboralista, les va a convencer de que deben abandonar su refugio vallecano para ocupar, en secreto, una vivienda ubicada en la calle Nicasio Gallego. Como todos sabéis es propiedad de nuestro Círculo. El agente Aurelio ha conseguido información valiosísima para inculparlos y encarcelarlos. Sin quieren evitar acabar en prisión, tendrán que aceptar nuestras condiciones. Debe quedaros muy claro que no vamos a ceder lo mas mínimo; no hay negociación posible porque nosotros tenemos la verdad y ellos caminan en tinieblas. No les va a quedar más remedio que aceptar nuestras condiciones, la alternativa sería la prisión; previamente serían interrogados por la brigada político social que ya sabemos como se las gasta.

La Operación Don Pelayo se va a poner en marcha de inmediato. Se la ha denominado así en honor al caudillo astur que comenzó la Reconquista cristiana de España para acabar con la dominación musulmana. Los caballeros de la CTC se convertirían en una especie de cruzados contra los nuevos sarracenos, es decir, contra los melenudos revolucionarios corruptores de los jóvenes varones de nuestra patria. Hay que transformarlos en hombres de bien. Una vez que ocupen el piso, serán arrestados y tendrán que someterse a un proceso de reeducación. La alternativa es entregarlos a las autoridades para que sean juzgados y encarcelados.

Y así sucedió. Los pisos de aquel edificio de la calle Nicasio Gallego eran propiedad de gentes relacionadas con el Círculo. Estaban al tanto de los planes "regeneracionistas" que se iban a llevar a cabo. Una vez que estuvieron acomodados los tres cabecillas revolucionarios en aquella vivienda, se puso en marcha la Operación Don Pelayo.

Eran exactamente las 22 horas. Rosendo, Casimiro y Arturo, se encontraban en el salón. A pesar de que había un cómodo sofá y diversas sillas, preferían sentarse en el suelo, encima de la alfombra. En aquel momento se encontraban "colocados". Alucine les había proporcionado drogas gratis para vivir nuevas experiencias psicodélicas, para realizar un viaje astral. También habían consumido una gran cantidad de güisqui de elevado precio y lo habían mezclado con vino y cerveza. En aquel momento no eran dueños de sus actos.

De repente, cuando menos se lo esperaban, la puerta de la calle se abrió. Aparecieron doce caballeros, vestidos con un extraño uniforme de color verde oliva. Estaban dirigidos por el Teniente Maquinillas. Los tres revolucionarios pensaron que se trataba de una alucinación producida por las drogas consumidas, por el abundante alcohol que habían ingerido. Les entró lo que en su argot denominaban "la risa floja". Al encontrarse en aquel estado tan lamentable, no pudieron defenderse ni enfrentarse a sus captores. Una furgoneta gris esperaba en la acera. No ofrecieron resistencia y siguieron a sus secuestradores pensando que se trataba de seres que provenían de otra galaxia.

Una vez dentro del vehículo, fueron conducidos a un pueblo de la sierra madrileña, a una casona perdida en las montañas. Poco a poco se les fue pasando el efecto de las drogas y la bebida y empezaron a ser conscientes de que aquellos extraterrestres en realidad eran sus enemigos ideológicos, los que ellos denominaban fascistas.

La Brigada de la Higiene y la Masculinidad actuó de forma contundente: los desnudaron, los ducharon con agua caliente para que se desprendieran del mal olor corporal y les aplicaron un desinfectante en todo su cuerpo. Después les proporcionaron unos calzoncillos tipo braslip, una camiseta, unos calcetines altos, de los que llegan hasta la rodilla y unos zapatos negros, lisos de cordones, de los que usaban los militares.

Acto seguido, fueron conducidos a una sala pequeña. Al contemplar el sillón del barbero, instalado en el centro de la estancia, se quedaron pálidos. El Che Vallecano comenzó a gritar desesperadamente:

-No sé quien son ustedes pero no tienen derecho a lo que nos van a hacer. Nos vengaremos…

José Casimiro también se enfrentó verbalmente a sus secuestradores:

-Esto es un secuestro en toda regla, incluso en un régimen dictatorial como en el que vivimos ningún ciudadano puede ser retenido en contra de su voluntad.

Alucine todavía seguía bajo los efectos de las drogas:

-¡Paz y amor hermanos!, ¡paz y amor!; lo dicen hasta en el anuncio de la Coca Cola. Evadiros de vuestra gris realidad, esnifar un poco de polvo blanco. Juntos viajaremos por el espacio sideral y nos olvidaremos de lo mal que está el mundo. Luego, nos devolvéis a nuestra guarida madrileña y todos tan amigos.

Uno de los miembros de la Brigada se vistió con una impoluta bata blanca de algodón, de las que atan a un costado; después colocó sus herramientas sobre una pequeña repisa. Alipio Martín iba a ejercer como barbero, ya lo hizo cuando estuvo sirviendo como soldado en un acuartelamiento de Ceuta. Con mucha sorna preguntó:

-¿Cuál de estos caballeros va a ser el primero al que voy a tener el honor de servir?

Arturo Alucine opuso cierta resistencia cuando fue conducido por dos fornidos caballeros hasta el sillón del barbero. Le agarraron de los brazos, levantándole unos centímetros del suelo. Le sentaron a la fuerza. En varias ocasiones realizó amagos de escaparse pero todo fue en vano; aquellos colosos, uniformados como militares, no se lo permitieron. Cuando le colocaron la capa blanca de algodón para evitar mancharle con los mechones de pelo, tuvo otra de sus habituales salidas de tono:

-Soy un fantasma, un espectro venido del más allá, ¡alejaros de mí, malditos bastardos!

Alipio tomó unas tijeras de un tamaño considerable y le cortó la melena, cuando la iba a tirar al suelo uno de los miembros de la brigada le detuvo:

-No estropees algo que puede sernos de utilidad; con ella se puede hacer una peluca para alguna imagen sagrada, de las que llevan postizos.

Los compañeros del traficante de drogas no daban crédito a lo que estaba ocurriendo, aquello no podía estar pasando. Ni siquiera la policía político social se atrevió a raparlos, prefirieron golpearlos en las mejillas y agarrarles de los pelos para que soltaran la lengua. Cuando el improvisado barbero echó mano de la maquinilla del dos ceros, mostrándola a la concurrencia como si fuera un arma mortífera, palidecieron y perdieron el habla.

Alucine se quedo petrificado al ver la maquinilla avanzando por su frente, cercenando todo el cabello que se encontraba a su paso. En menos de un cuarto de hora su cabeza ya había adquirido la inconfundible forma esférica, ya estaba rapado al doble cero. Apenas le quedaba un miserable medio milímetro de largura a su cabello. Los mechones, esparcidos por el suelo, acumulados en su regazo, daban testimonio de la masacre capilar. Reaccionó de una manera inesperada, lejos de angustiarse comenzó a reírse y empezó a decir frases incongruentes:

-Chicos, da un gustirrinín muy grande cuando te pasan la esquiladora, te hace tantas cosquillas en el coco que te excitas a tope; me atrevería a compararlo con el placer que se siente cuando te metes un chute de coca.

Los brigadistas le reprendieron por sus comentarios fuera de lugar y le obligaron a vestir un uniforme gris, compuesto por un pantalón de tergal y una camisa a juego, muy apropiado para un preso. Arturo no paraba de acariciarse la cabeza y sonreía constantemente.

El siguiente en ser pelado fue el Che Vallecano. Inicialmente, ofreció una gran resistencia, no quería sentarse en el sillón. A la fuerza tuvieron que inyectarle en los glúteos un tranquilizante que le dejó completamente amodorrado. La maquinilla, al igual que a su compañero hizo estragos con su cabellera. Para humillarle aún más le proporcionaron un espejo de mano; pudo comprobar como su cabeza había adquirido una tonalidad blanquecina, transparentándosele por completo el cuero cabelludo.

En último lugar fue esquilado Casimiro. El barbero actuó con el mismo rigor que con el resto de sus compañeros. Mientras la maquinilla fulminaba su melena, se escuchaba un traqueteo mecánico, interrumpido por alguno de sus quejumbrosos comentarios:

-¡A esto no hay derecho, es un atropello a la libertad…!

Una vez que los revolucionarios estuvieron debidamente uniformados, se les informó con todo lujo de detalles sobre la situación en que se encontraban. Si daban parte a la policía de lo que había ocurrido, la Brigada de la Higiene y la Masculinidad haría llegar a la autoridad competente un amplio dosier en el que figuraban sus numerosos actos delictivos; en consecuencia, serían detenidos, pasarían a disposición judicial y acabarían encarcelados. La Operación Don Pelayo pretendía reeducarlos y convertirlos en caballeros de provecho, útiles para la sociedad y ejemplo para otros jóvenes.

El milagro sucedió. Muchos lo calificarían de lavado de cerebro. La ideología revolucionaria que procesaban los detenidos fue arrancada de raíz de sus jóvenes cerebros. Para la Brigada se trataba de un proceso de desprogramación, les hicieron entender las bondades del pensamiento Tradicionalista frente a la maldad intrínseca del marxismo. Los enemigos de la paz social y el orden establecido sufrieron una humillante derrota.




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