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Con papá a la peluquería by Hector


Era el comienzo de la década del ´70 y yo, con 13 años, vivía bajo la órbita de mi padre siendo el único hijo varón rodeado de tres hermanas mayores.
Por supuesto mi padre me quería formar a su imagen y semejanza, y para mi desgracia era muy tradicionalista. Como se dice habitualmente " yo debía bailar su música".

En lo que tenía que ver con mi actividad escolar y con mi apariencia frente a los demás era más que estricto.
Era la época en que a los adolescentes y los jóvenes, en la mayoría de los casos, se les permitía llevar el cabello un poco más largo porque la moda se venía imponiendo , a pesar de las contras que oponían algunos padres "agarrados a la antigua" y ni que hablar de los viejos peluqueros de esos tiempos, que veían disminuir la cantidad de clientes y por lo tanto, mermar sus ganancias.
La clientela se reducía ahora a ancianos, gente mayor y niños y jovencitos arrastrados por sus padres a los viejos sillones de las peluquerías, donde eran rapados sin piedad con las máquinas del "cero".

Mi padre era uno de estos caballeros y Carmelo y su hijo, los peluqueros de turno.
La peluquería estaba en la otra cuadra de mi casa. Carmelo ya tendía cerca de 70 años y , como era obvio, no se había actualizado en nada que tuviera que ver con estilos de corte de cabello. Las viejas máquinas manuales seguían siendo sus aliadas. Eduardo, su hijo, andaría por los 40 años y era más "canchero" con los cortes. Poca maquinilla y más tijera, cosa de no salir de su silla esquilado.

Mi padre era fiel al viejo Carmelo y a mí, muy pocas veces me había cortado el hijo.
En una esquina del espejo de Carmelo, un cartelito escrito en fibra negra mostraba el precio de los servicios:

CORTES DE CABELLO

* AMERICANA............................$ 25.- ( Con máquina N° 0 )
* MEDIA AMERICANA................$ 25.- ( Con máquina N° 1 o N° 0 )
* AL RAPE..................................$ 20.- ( Solo máquina N° 0 )
* PELADO ESCOLAR...................$ 20.-
* CORTE REGULAR.....................$ 40.- ( Solo a tijera )

AFEITADO

* BARBA Y BIGOTE......................$ 40.-
* PELO Y BARBA..........................$ 45.- ( El corte de pelo al N° 0 )




De toda la lista , sólo el hijo hacía el corte regular y los afeitados a navaja ,porque el viejo ya no tenía el pulso firme.

Un sábado a la mañana, previo al comienzo de las clases, mi padre decidió que mi pelo estaba lo suficiente crecido como para ir de "visita" a lo de Carmelo.

-- Marta, me voy a la peluquería y me lo llevo a éste.-- le dijo a mi madre que estaba colgando ropa.
-- No lo traigas pelado como la última vez, ¿eh?-- le avisó mi madre.
-- Quedate tranquila.--

Claro, el que no se quedaba tranquilo era yo. Sabía que me iba a hacer pelar como siempre.

Llegamos a la peluquería y ambos peluqueros tenían clientes pero no había nadie en espera.
Mi padre saludó y nos sentamos a esperar el turno.
El viejo Carmelo ya estaba terminando de rapar a un anciano, pero Eduardo venía un poco más atrasado con su corte.
El viejo liberó de la tela al cliente , la sacudió en el aire y mientras recibía el pago, nos miró y preguntó:

--¿ Quién va primero?--

Mi padre se puso de pie y se encaminó al sillón. Se sentó de frente al espejo y de inmediato la tela blanca de algodón le pasó por delante, cubriéndolo mientras el peluquero se la ajustaba con fuerza por detrás y le sujetaba hacia adentro del cuello un paño menor de color celeste.

Cuando vi a mi padre en la silla del viejo Carmelo respiré porque a mí me iba a tocar el hijo que seguía avanzando con su corte, también corto a otro adulto mayor.

Mientras Carmelo peinaba a mi padre llegó la pregunta clásica, aunque ya se conocía la respuesta:

-- ¿ Como siempre, ¿no?--
-- Sí Carmelo, al rape--

Cuando el peluquero le empujó la cabeza hacia abajo y le empezó a correr la máquina del "cero", sonó el llamador de la puerta. Miré hacia la entrada y me quise morir.
Mariana, una compañera de escuela, y su madre traían a cortarle el pelo al hermanito,



que por el escándalo que hacía no quería saber nada. El viejo Carmelo quiso apaciguar las aguas mientras seguía pelando a mi padre, que ya tenía casi la nuca rapada.

-- Bueno, che, nada de escándalos acá , ¿estamos? . Al que llora o patalee lo pelo como a este señor, ¿está claro?-- a mí me causó gracia, sabiendo que si a mí me tocaba Eduardo , al pibito lo agarraba Carmelo.

Mariana se sentó al lado mío y me saludó:

-- ¿ Vos venís a esta peluquería vieja ? ¿ No vas al saloncito donde van los chicos ?-- me dio vergüenza pero le dije que a mí me cortaba el peluquero más joven.

-- Lo tenés bastante crecido, te queda lindo. No te lo cortes mucho--
-- No. Seguro que ahora me toca Eduardo. Ya está terminando el corte.

Cuando el anciano bajó del sillón , pagó y salió, yo me paré para ir a la silla del peluquero joven que me esperaba con la tela desplegada.

Cuando mi padre vio que yo iba al sillón del hijo de Carmelo me paró en seco y le habló a la madre de Mariana:

-- Señora, que pase su hijo al sillón, mi hijo espera a Don Carmelo.-- me quise morir.

Volví a mi silla de espera y mi compañera me dijo: -- Uhh...te va a agarrar el viejo y te va a pelar.--

Mi padre ya estaba listo, totalmente rapado. El viejo, sacudiendo la tela blanca de algodón y poniendo un suplemento apoyada entre los brazos del sillón, me invitó a tomar asiento mientras me envolvía con la tela.
Al mismo tiempo se sentaba , en el sillón de Eduardo, el hermanito de Mariana.

Mientras la madre pidió un corte regular a tijera, no muy corto, mi padre le dio las instrucciones a Carmelo:

-- ¿ Como le cortamos al pibe ?--
-- Hágale una americana al "cero", Don Carmelo.-- A mí me iba a pelar sin piedad.

Cuando el peluquero tomó la máquina de arriba del mueble, vi por el espejo la cara de terror de Mariana y en un minuto perdí su imagen cuando el viejo me empujó con fuerza la cabeza hacia abajo y me empezó a correr la máquina desde la base de la



nuca hasta bien arriba, al llegar a la coronilla. Me pelaba sin misericordia apretando el acero de la herramienta contra mi cuero cabelludo. Todo el pelo arrancado de raíz caía en la capa y rodaba a mi regazo. La tela blanca ya era un inmenso manojo de pelo que por momentos caía al piso por su propio peso.
Mi padre, despreocupado, leía el periódico.

En el silencio del local sólo se escuchaba el click, click, click de la maquinita y el chasquido suave de las tijeras del otro corte.
En un momento, estando con la cabeza apretada hacia abajo escuché al otro peluquero hablar con la madre de Mariana:

-- ¿ Está bien así, señora, o lo quiere más corto?--
-- No, no....así está bien . No lo quiero rapado.--

Yo escuché eso y me invadió la angustia. A mí me estaban pelando brutalmente y al chico , en quince minutos ya le habían recortado el pelo.

Cuando los tres salieron de la peluquería, Mariana me saludo con un " el lunes nos vemos en la escuela ".

Tumbándome la cabeza hacia un lado y otro me rapó los costados dejándolos al "cero".
De arriba ya me había cortado muy corto. Me cepilló y empolvó la nuca y las orejas y después de afeitarme todo el borde del corte expuso mi nuca a la vista de mi padre y preguntó mientras me pasaba la yema de sus dedos a contrapelo:

-- ¿Así está bien o lo quiere más peladito?-- dijo Don Carmelo.

Mi padre se arrimó al sillón, me sobó un poco la nuca de abajo hacia arriba, y dijo:

-- De acá atrás pélelo un poco más, Carmelo.--

Me largué a llorar cuando vi que el corte seguía.
De un cajoncito del mueble sacó otra maquinita más pequeña, envuelta en una franela, que dejaba ver unas púas finas y estrechas. Pensé en la doble cero, pero se me fue el alma al piso cuando el peluquero, haciéndola funcionar en el aire, dijo:

-- ¿Le paso la "000" hasta la media cabeza?--
-- Perfecto.--

Me rapó media nuca con la triple cero y cuando me puso el espejito por detrás me vi casi afeitado. Me sacó la tela, bajé llorando pensando en la escuela el lunes. Sería el hazmerreir.



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