4661 Stories - Awaiting Approval:Stories 1; Comments 1.
This site is for Male Haircut Stories and Comments only.
El Supervisor by Juan Pablo
Estuve trabajando en una empresa de seguridad durante un año como vigilador, actividad a la que nunca me había dedicado pero teniendo 37 años, la necesidad me obligó.
No quería afeitarme por lo que supuse que con una barba corta y prolija no habría problemas y así me presenté el primer día. Después de firmar todos los papeles del alta, el supervisor me condujo a una salita donde estaban todos los uniformes. Como es una oficina dentro de un edificio que tiene el baño compartido con otras empresas, me dio la ropa para que me pruebe ahí mismo frente a él. Ni siquiera se fue o se dio vuelta para darme un poco de intimidad. Tuve que quedarme en ropa interior delante suyo mientras probaba los talles de pantalones y camisas. Ahí ya me di cuenta que en el trabajo habría cierto uso de su autoridad sobre mi.
Con el uniforme ya en una bolsa, me indicó a que lugar me tenía que presentar al día siguiente y agregó: "solo te falta una buena afeitada". Yo intentando mantener mi postura le pregunte si no podía mantenerla asi de corta. Su respuesta fue un rotundo no, moviendo su cara con una sonrisa sobradora. "Tiene que ser al ras"
Como yo no estaba muy decido a mantener ese trabajo porque lo tomaba como algo temporal, decidí arriesgarme y pasarme la maquina con el número 1. Al ser de pelo rubio oscuro, prácticamente no se nota mucho. Al otro día me presenté en el shopping donde me tocaba trabajar. Mi compañero del turno anterior me explicó las tareas a realizar y se fue. Me sentía tranquilo, aunque estar en la puerta de un local tan concurrido y con el uniforme de vigilador me daba un poco de vergüenza, sobre todo en la posibilidad de cruzarme algún conocido.
Pasadas unas horas ocurrió lo que no me imaginé. Llegó el supervisor. Ya su cara no era muy alegre al verme y me imaginé por qué.
"Te dije que te tenías que afeitar", me recriminó de mal modo, sin un saludo previo. Yo me disculpé diciendo que hacía muchos años no me afeitaba y que me quedaría mal. De verdad me daba mucha adrenalina afeitarme, no lo quería hacer por completo. Luego el supervisor se dirigió a hablar con la administración del Shopping y a entregar papeles por mi incorporación. Al rato volvío y me recordó que mi turno terminaba a las 14hs, que me pasaría a buscar con el auto para ir a la oficina.
Un rato antes del horario llegó mi compañero que tomó mi lugar y yo aproveché para ir a cambiarme la ropa.
Con la mochila en mi espalda cargada con los borcegos y el resto del uniforme, me acerqué a la puerta del shopping y ya estaba el auto de la empresa de seguridad esperando. Me acerqué y me subí al asiento del acompañante estrechando la mano a mi supervisor.
Me dijo que pasaríamos por otro lugar antes de la oficina, y no me imaginé donde me llevaría.
Estacionó el auto por calle San Juan y fuimos caminando hasta mitad de cuadra. Sus pasos nos dirigieron a la entrada de una peluquería antigua. Yo lo miré asombrado sin decir palabra y él solo me dijo "entra". Mi cuerpo ya era todo nervios mientras pasaba la entrada. Estaba muy nervioso.
Cerró la puerta y exclamó: "Gerardo, acá te traigo un cliente".
El peluquero levantó la capa blanca que descansaba en el respaldo del sillón y me invitó a sentarme señalando con su mano. Lo miré al supervisor y al ver mi cara de terror me advirtió que me sentara si quería seguir trabajando.
Agaché la cabeza y me senté en el sillón. Era de esos sillones antiguos, con los apoyabrazos en blanco y el respaldo y asiento en cuerina roja. El peluquero me colocó la capa y mientras le preguntó a él que hacía. "Afeitalo todo", dijo sin piedad. Yo solté todo el aire, como una forma de quejarme de la situación. Pero no tenía otra opción, era la regla de la empresa.
Prendió la maquina y me sacó toda la barba. Después siguió con el bigote. Me sentía muy humillado. Era muy impresionante ver mi cara descubierta después de tanto tiempo. No me reconocía. En un cuenco preparó la espuma agitando la brocha y me llenó la cara con ella. Con una navaja terminó el trabajo y me dejó la cara sin un pelo. Con un "listo" le avisó que el trabajo estaba terminado. Mi supervisor estaba mirando una revista vieja cuando levantó la mirada y me vio a través del espejo.
-No, no. Yo te dije que lo afeites todo. La cabeza también.
No podía creer su pedido. Un silencio de unos segundos me tomó para negarme con un rotundo "no, no quiero cortarme el pelo"
Se levantó de la silla de espera y se acercó. Mirándome a través del reflejo del espejo me increpó: "acá primero vas a aprender a respetar la autoridad. Si no cumpliste lo que se te pidió te mereces un castigo"
Se volvió a la silla y el peluquero, entendiendo quién decidía el corte, agarró la máquina y la encendió preguntándome si estaba listo.
Yo no estaba listo en absoluto. Temblaba con mucho miedo. Pero la situación me llevó a obedecer porque mi supervisor tenía un carácter muy dominante.
Casi por llorar, vi como la maquina se metía entre los pelos sobre mi frente, dejando mi cabeza pelada. No podía creer lo que estaba viendo. Nunca me había cortado el pelo tan corto. Mi respiración estaba agitada y mis pies no paraban de moverse como un nene en pleno berrinche. A los segundos mi cabeza estaba totalmente descubierta. Me pasó la rasuradora y el blanco de la piel en mi cabeza predominaba.
Sin pelo y sin barba, el peluquero me sacó la capa sacudiéndola. Por si la sumisión no era suficiente, tuve que pagar yo.
Yo estaba enojado pero sin decir palabra. Enojado conmigo por haber aceptado semejante situación. Nos subimos al auto. Mi supervisor gozandome, me preguntó: "Y.. ¿aprendiste? jaja. Acá, el supervisor soy yo"