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CHANGE OF BARBER by puropelo
Desde que recuerdo , ya a los 5 años mi padre me llevaba a la peluquería del Sr. Malcom.
Era un anciano de casi 70 años de quién mi padre era uno de los pocos clientes fieles que le quedaban, teniendo en cuenta la edad que tenía y que el pulso ya no le daba y se notaba mucho el temblar de su mano.
Algunos otros clientes ancianos no reparaban en esos detalles y anteponían a ellos el tiempo que hacía que el peluquero les cortaba el pelo.
Algunos niños también eran llevados por sus padres y abuelos y el Señor Malcom los rapaba más de la cuenta.
Recuerdo que a mis 8 o 9 años la peluquería cerró su atención al público.
Para mi padre era como si se hubiera parado el mundo. Si bien aún no era momento para nuestro corte de pelo, se desesperó para encontrar un nuevo barbero
Para mi desgracia y para su suerte , casi tan pronto como cerró la barbería del Sr. Malcom, un cartel sobre la cortina metálica ciega anunciaba la inminente apertura de Gordon’s Barbershop.
Recuerdo a mi padre volver una noche de su trabajo con una alegría que no le entraba en el cuerpo:
— Carmen. Abrirán otra barbería donde estaba el Sr. Malcom. Ya no tendré que buscar peluquería. — le contaba, casi eufórico, a mi madre.
Después de unos días, camino a la escuela, al pasar por la puerta de la tienda un señor de unos 60 años como mi abuelo, algo obeso y con la nuca cortada al rape, estaba dándole indicaciones a un obrero subido a una escalera quién estaba instalando una de esas luces tricolores típicas de las barberías de caballeros.
Otro señor pintaba en el ventanal grande ( había otro más pequeño del otro lado de la puerta) el anuncio oficial "Gordon’s barbershop ".
Como el local estaba abierto, de pasada, miré hacia adentro y no vi ningún cambio con la peluquería anterior. Seguí mi camino a la escuela.
Entre los niños sólo se conversaba de la llegada de un nuevo "verdugo". Muchos ya imaginaban a sus padres arrastrándolos a la peluquería del Sr. Gordon.
De regreso de la escuela seguía trabajando gente en el local . El ventanal ya había sido pintado y se me heló la sangre cuando , debajo de lo que había visto pintado a la mañana mientras iba a la escuela, leí: Especialidad en CORTES DE CABELLO ESCOLARES. Me quise morir.
Mi padre , por la tardecita, al volver del trabajo trajo la novedad. "La peluquería abriría el sábado". No había mucho más que trabajar. El Sr. Malcom había vendido el local juntamente con todo el mobiliario.
El sábado de la apertura algunos viejos del barrio estuvieron desde temprano para conocer al "nuevo fígaro" y aprovechar a darse el primer corte de pelo.
El lunes algunos niños, incluso compañeros míos, hicieron su ingreso a la escuela luciendo unos terribles cortes de pelo con la nuca y los costados casi afeitados. Arriba les habían dejado un pequeño tupé peinado con algún gel de olor espantoso.
Más de uno contó lo hosco que era el nuevo peluquero con los niños. No le gustaban los cabellos largos que estaban de moda y que las maquinillas eran su herramienta predilecta. Los pelaba más de lo que pedían los padres quienes, de todos modos, salían conformes con los rapados de sus hijos.
Ni bien llegué a casa corrí al almanaque de la cocina, donde mi padre marcaba los días de visita a la peluquería, para contar cuánto me faltaba para caer en la silla del " carnicero Gordon ".
Aún tenía 15 días más antes del corte.
Esa semana algo raro pasó en la escuela.
Al ingresar, cuando todos estábamos en formación, el Director se paró delante del alumnado y anunció algunos cambios que, a partir del lunes siguiente iban a empezar a ponerse en práctica para mantener el orden y la uniformidad de todos los alumnos.
1 ) El uniforme escolar debía cumplirse a rajatablas. Sería controlado por los celadores. 2) Las niñas deberían concurrir con el cabello recogido. y 3) Los varones debían presentarse bien peinados y , como mínimo, con un corte "a la media americana" o con un "corte escolar" , si era más económico para los padres.
Todo resultaba muy raro. Nunca se habían tomado medidas tan drásticas.
A quienes tuvieran el pelo fuera de la norma, los celadores , mostrando su mejor sonrisa, les recordaban que "tenían que pasar por la peluquería".
Ese sábado la peluquería del Sr. Gordon presentó un lleno casi absoluto desde la mañana. Con la puerta abierta y sin cortinas en los ventanales, se veía el interior repleto de niños de la escuela cuyos padre no querían tener problemas con la Dirección y, aprovechando el anuncio de corte de pelo de la vidriera, llevaron a sus hijos a rapar a lo del nuevo peluquero.
Los pelados que se veían desde afuera, que el peluquero daba a quien caía en la silla eran atroces, y los niños salían llorando de la peluquería frotándose sus nucas al ras.
Con mis amigos nos juntábamos frente a la peluquería para disfrutar de los cortes de pelo del Sr. Gordon y para encontrarle una razón a los cambios implementados en el colegio.
El primer lunes de la requisa hubo sorpresas.
Cuando estábamos alineados para entrar en las aulas, los celadores habían separado de las filas a 5 alumnos que lucían sus crecidos cabellos y habían hecho caso omiso a la nueva disposición.
Uno de ellos era James Godfriend, compañero de mi clase.
A los rebeldes les entregaron unas notas que deberían presentar al día siguiente firmadas por sus padres.
Cuando Jimmy volvió al aula todos nos fuimos sobre él queriendo saber lo que había pasado.
Jimmy estaba blanco como un papel y nos contó, con la voz entrecortada, el tema de la nota. Lo tranquilizamos haciéndole ver que no pasaba de un llamado de atención, pero la cosa no terminaba allí. Jimmy y los otros cuatro alumnos notificados debían presentarse en el primer recreo en la sala de profesores donde un peluquero impuesto por la Dirección del colegio los iba a rapar al riguroso "doble cero". Quedamos petrificados. No podíamos salir del asombro. Salimos del shock cuando entró la maestra de Ciencias para dar su clase.
Ninguno pudo prestar la más mínima atención a la clase. El cuchicheo era lo que pasaría con Jimmy.
Cuando tocó el fin de la hora y el inicio del recreo, todos acompañamos a Jimmy hasta la puerta de la sala donde se llevaría a cabo la sentencia.
Los otros cuatro alumnos ya estaban formando una fila junto a la puerta de la sala donde se había dispuesto un taburete que serviría de cadalso. Sobre él había doblada una tela blanca de algodón y sobre una mesita había una valijita de madera de mano que imaginamos eran las herramientas del peluquero.
Un celador apartó a todos los curiosos que esperaban en la puerta, aunque de lejos igual se veía la improvisada peluquería. El celador cambió el orden de los 5 niños en fila y Jimmy quedó segundo. Pensamos que estaban alineados por cursos o por orden alfabético.
En un momento se hizo un silencio de cripta en el patio cuando el Director se dirigía a la sala de profesores acompañado de……el Sr. Gordon, el peluquero.
Supimos que el castigo sería atroz. Los iban a rapar como convictos.
Alguien preguntó a uno de los celadores por qué habían elegido al Sr. Gordon. La respuesta del celador fue contundente y se aclararon muchas cosas.
— Se eligió al Sr. Gordon porque es el barbero adecuado para estos cortes extremos y, además, porque es el hermano del Sr. Director.----- dijo con una sonrisa.
En ese momento entendimos el nuevo reglamento. Había que ocupar al Sr. Gordon y qué mejor que los días lunes de descanso en la peluquería, se dedicara a rapar jovencitos rebeldes en la escuela donde su hermano era Director.
El primer alumno subió al taburete, fue envuelto por esa tela blanca enorme y con una maquinita sacada de la valija de madera, fue rapado sin piedad ante la mirada morbosa del Director. Todo el pelo acabó en el piso y sólo le dejaron un pequeño flequillo peinado como un cepillo corto.
Jimmy fue rapado de igual manera con la maquinilla del "doble cero" que dejó su nuca casi afeitada.
Los otros alumnos terminaron igual de rasurados.
Luego de hacernos presenciar que nos ocurriría si no cumplimos con el reglamento, los celadores nos acompañaron a las aulas.
La cabeza despellejada de Jimmy fue el blanco de los toqueteos y las bromas.
Cuando volvía a casa , sabiendo que el sábado era mi día de peluquería quise hacer buena letra con mi padre y , tal vez obtuviera cierto indulto de parte del peluquero. Durante la cena comenté lo ocurrido en la escuela y pedí autorización a mi padre para cortarme el pelo al otro día y evitar que me pillaran en la escuela,
Mi padre quedó más que satisfecho pero, no obstante, dio las instrucciones:
— Dígale a ese peluquero que es su primer corte y que no tenga contemplaciones. Que le haga un buen corte "al rape" con la máquina del "cero" y que le perfile media nuca con la maquinilla del N° 00. —
Al otro día , al salir del colegio fui para la peluquería.
Se veía al Sr. Gordon sentado en su sillón leyendo el periódico. No había clientes.
Entré y me recibió un llamador. El peluquero bajó el periódico, me miró de arriba a abajo y me preguntó:
— ¿Se va a cortar jovencito ?.----
— Sí Señor. Buenos días. —- respondí respetuosamente.
Dobló el periódico y lo puso sobre el mueble.
— Cuelgue el delantal para protegerlo del cabello cortado y deje su maletín en una silla. — me dijo mientras tomaba una enorme tela blanca de algodón y arrimando la humillante sillita de madera para niños al centro del salón me invitó a subir a la silleta.
Me trepé a las alturas, me tomó de los hombros y me tiró la espalda contra el respaldo.
Sentí el ruido que hizo la tela cuando la sacudió en el aire y dándole vuelo me la pasó por delante dejándome totalmente cubierto. Sólo se veían las punteras de mis zapatos.
Me ató la tela muy fuerte por detrás y me puso un paño más pequeño color celeste en la base de la nuca.
Opinó sobre el largo de mi cabello:
— Está crecido , ¿no?. ¿ Cuánto hace que no se corta el pelo ?
¿ Nunca se cortó acá , verdad ?.----
— No Señor. Me cortaba el Sr. Malcom cuando me llevaba mi padre.---
Mientras seleccionaba sus herramientas seguía preguntando:
—- ¿Y ahora qué dice su padre con respecto al corte? —
—- Me dijo que me diera un buen corte al rape con la máquina "cero" y que me perfile la parte trasera con la "doble cero" , aunque yo prefiero la "triple cero" porque no quiero problemas en la escuela.---
— ¿A qué escuela va ? —
— A la Primaria Elemental .---
— Ah, sí. Se han puesto muy exigentes. Ayer me llamaron para pelar a cinco jóvenes rebeldes que no querían cortarse el pelo. Les di una buena rapada. —-
— Bueno joven, baje la cabeza para que trabaje la "cero".---
Con su mano libre me la empujó con violencia hasta llegar al pecho y me empezó a rapar la nuca con la maquinilla del "cero". Me pelaba obstinadamente mientras le imprimía presión al acero del cabezal de la máquina contra mi cuero cabelludo que, considerando la gran cantidad de pelo que caía en la tela y en el piso, me estaba dejando la nuca al ras.
Me rapaba a voluntad toda mi cabeza y cada tanto se detenía para darme un cepillado.
La cabeza a un costado joven, me dijo mientras me rapaba el lateral izquierdo. Eliminó la patilla subiendo la máquina hasta la sien. Dobló mi oreja con dos dedos y me peló arriba haciendo grandes arcos y llegando con la máquina hasta la parte superior de la cabeza.
La cabeza hacia el otro costado y me peló, de la misma forma, el otro lado.
Ya no me reconocía. Me pelaba más que el Sr. Malcom.
Me peló con la número uno la parte superior hasta la coronilla. Sólo dejó un miserable flequillo de un centímetro que luego peinaría como un cepillo.
Me sacudió la cabeza con un plumero de cerdas semiduras y volcó el pelo arrancado al piso, alrededor de las patas de la sillita.
Del primer cajoncito del mueble sacó otra máquina más pequeña de púas extremadamente finas y estrechas una contra otra.
— La cabecita abajo joven. Le voy a pasar a su pedido la máquina número "tres ceros". Le va a quedar bien peladito y no tendrá problemas en la escuela. Eso sí, tendrá que volver en tres semanas para mantener el "cortecito". —-
—- Eso es, bien quietito para un buen corte "al rape".----
Me afeitó el contorno con la navaja barbera. Me dio un buen cepillado y una entalcada y con gel me paró el flequillo dejándolo parado.
Me había masacrado.
En casa mi padre no paraba de frotarme la nuca rapada y mi madre me miraba con lástima y dejaba escapar alguna lágrima.
En la escuela se habían olvidado de Jimmy Godfriends y ahora el centro de las bromas pasé a ser yo.