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El chico necesita disciplina by THFTD
Esta es la historia de Carmen, un chico de 16 años, complexión delgada y pálida, cara afilada, quizá algo andrógina, su cabello era oscuro intenso que resaltaba aún más con la palidez de su piel, llevaba uno de estos estilos de librito con raya en medio… el cabello le llegaba más allá de los labios y se volvió una masa de cabello incontrolable.
Carmen toda su vida ha sido lo que llamamos un "chico problema" las notas siempre fueron bajas, los castigos por parte de los profesores, incluso sus padres tenÃan discusiones con el que se alargaban tanto que terminaba ganando solo por resistencia… ParecÃa un corcel indomable, melena ondeando y esa actitud de rebeldÃa y terquedad, como una mula o un caballo salvaje y sus padres hartos de ese carácter tan confrontativo ya no sabÃan qué hacer.
Un dÃa, como caÃdo del cielo llegó a ellos una esperanza, era un caluroso verano y los problemas no disminuyeron, el chico seguÃa metiéndose en problemas y sin la escuela para distraerlo un poco, las cosas iban en aumento.
— ¡CARMEN! Es la 3ª vez que la policÃa te trae por vandalismo, ¿Que tienes en la cabeza? ¡YA TIENES 16! — Gritó su padre luego de despedirse del oficial.
— Hmmmmf — Exhaló Carmen con una mirada de hartazgo por los sermones de su padre.
— La policÃa nos dijo que ya debemos 80 dólares en multas — Siguió gritando el padre, pero ahora en un tono más de causa perdida.
— No entiendo qué hice, solo hice grafiti, todos lo hacen — Dijo Carmen burlonamente al escuchar el monto de la burla.
— ¿Pues sabes que? ¡ESTO SE TERMINÃ"! Recoges tus cosas y te vas con tu primo Emilio — Nuevamente molesto replicó el padre de Carmen al escuchar el tono de irreverencia en el que le habló su hijo.
— ¿Y ese quién es? ¿Otro primo adicto? —
Contestó Carmen con una sonrisa burlona.
— Te vas el lunes, ya verás quién es — Finalizó el padre de Carmen mientras tomaba su teléfono. — Y vete a tu cuarto, estás castigado — Agregó de último.
El padre de carmen marcó a su sobrino Emilio, Emilio era el hermano mayor de una familia con 2 hijos problema igual que a lo que se enfrentaba el padre de Carmen, era un hombre de 33 años, complexión robusta y bastante musculosa pues se dedicaba a ser policÃa en uno de los condados vecinos. Emilio siempre tuvo cierto aprecio por su tÃo, especialmente por conocer la historia de Carmen, pues él en carne propia sufrió lo que es convivir con personas asà y después de notar cuanto se desgastaban sus padres al intentar corregir, terminó siendo él quien los corrigiera, sometiéndolos a la fuerza y enlistándolos al ejército para hacerlos hombres de bien.
(Ring, Ring, Ring) Sonó un teléfono.
— ¡TÃo! ¿Que tal? ¿Cómo está? ¿Ya pensó en mi oferta para mandarme a Carmen unos dÃas? — Respondió el teléfono Emilio, de voz gruesa y eufórico por la llamada de su tÃo.
— Emilio, quisiera que todo bien pero nuevamente los policÃas trajeron a Carmen — Dijo el padre de Carmen con decepción en la voz y como adelantando la respuesta a Emilio.
— Mi oferta sigue en pie, aún queda mucho verano y puede venirle bien algo de disciplina, a veces los chicos simplemente no toman enserio a su padres — Replicó Emilio.
— Puedo llevarlo el lunes, ¿Crees poder recibirlo? — Preguntó apenado el padre de Carmen, pues sintió que habÃa perdido toda su autoridad como padre.
— ¡Claro tÃo! Cuente con ello, yo me encargo le aseguro que notará el cambio — Dijo Emilio mientras agendaba el lunes en su teléfono.
— Te debo una sobrino, y te doy libertad total para que corrijas al chico como creas necesario — Terminó el padre de Carmen.
— No se preocupe y tome por seguro que acepto su palabra, nos vemos el lunes tÃo — Saludó Emilio mientras colgaba.
Ese fin de semana, Carmen, pasó los 2 dÃas encerrado en su habitación, pues a pesar de que su padre lo habÃa castigado, para él era uno más de muchos y no representaba una reprimenda real, de hecho hasta tenÃa más ganas de salir a causar problemas en el pueblo. Por fin el lunes llegó, se hicieron las 7:00a.m. y el padre de Carmen subió las escaleras para avisar que salÃan a las 8:00a.m. pues se hacÃan aproximadamente 2 horas de camino a la casa del primo Emilio.
(Toc, Toc, Toc,) — Carmen, nos vamos en 1 hora, espero no hayas olvidado lo que te dije — Dijo el padre apurado, pues Emilio le comentó que fuera antes de las 11:00a.m.
— ¿Ehhh…? — Adormecido balbuceó Carmen.
— Rápido Carmen, no tenemos todo el tiempo del mundo — Dijo con desesperación su padre mientras ver cómo el reloj marcaba las 7:20a.m.
— ¡Ya voy joder! — Replicó Carmen mientras bajaba con el cabello revuelto, los mechones cubrÃan todo su rostro en una cascada brillante de cabellos negros.
— ¡Carmen te dije que te arreglaras! — Dijo el padre en reprimenda de su hijo.
— ¿Para que? Solo llegaré y dormiré más en la casa del tonto primo — Murmuró Carmen para si mismo mientras sacudÃa aún más su cabello con su propia mano.
— Uhhh… Como quieras… — Dijo su padre suspirando mientras tomaba las llaves del coche.
Subieron al auto ambos, el padre arrancó el auto y se dirigieron hasta casa del primo Emilio, Carmen iba en pijama aún, con algo de ojeras y molesto por el innecesario viaje que no corregirÃa nada en sus palabras. Al llegar los esperó una nota del primo Emilio en la puerta junto a un mensaje en el teléfono del padre de Carmen.
(TÃo y primo, tuve que salir de emergencia por un tema de la comandancia, regreso en 30 minutos)
— Carmen, bájate tengo que volver, espera a que llegue Emilio — Señaló el padre mientras leÃa un mensaje que Carmen le envió.
— ¡Vas a dejarme aqu� — Preguntó molesto Carmen.
— Pues claro, tengo que volver al trabajo, igual Emilio dijo que no tardaba — Replicó su padre.
Carmen bajó del auto y su padre arrancó en cuanto este puso un pie fuera, pues el mensaje que Carmen le mandó era el siguiente; "Querido tÃo, mis lecciones de disciplina empezarán desde ya, deje a Carmen sin sus maletas en el patio de mi casa, no las necesitará" Emilio tenÃa planeado iniciar con sus lecciones de disciplina haciendo que su padre arrancara sin que dejara a este bajar su equipaje.
— ¡Mierda! ¡Mis maletas! ¡Como puede tardar tanto un policÃa inepto! — Se quejaba Carmen mientras se sentaba en el pórtico de la puerta.
Luego de aproximadamente 15 minutos, Carmen notó como un coche de policÃa paró frente a la casa y un hombre musculoso de aproximadamente 1.81 bajo del auto, gafas oscuras, tés blanca igual que la de él, pero con cabello rubio cortado en un estilo flattop (mesita como algunos lo conocen) ojos azules y una apariencia muy militarizada para ser un simple policÃa.
— ¿Carmen? haz crecido mucho — Dijo el hombre que resultaba ser Emilio.
— ¿Tu eres el primo? ¡Ya era hora! Papá se llevo el equipaje y tengo sueño — Dijo Carmen poniendo los ojos en blanco y con un tono exasperado.
— DirÃjase a mà como señor, cadete — Dijo firmemente Emilio mientras levanto bruscamente a Carmen para saludarlo de pie.
— Ni pienses que te diré asÃ… es estúpido… somos familia — Replicó Carmen mientras pensaba en lo estúpido que sonaba la idea de llamarlo señor.
— Por esa actitud recibirá un castigo cadete — Siguió diciendo Emilio, mientras abrÃa la puerta de casa.
— ¿Dónde me instalo? Tengo sueño y quiero dormir — Dijo Carmen mientras entraba en la casa disgustado por lo pequeña.
— Cadete, antes de eso debemos ir a conseguirle ropa — Dijo Emilio presionando el hombro de Carmen y guiándolo nuevamente a la salida.
— ¿No puede esperar? Aún no es jodido mediodÃa — Dijo Carmen en tono de queja e intentando resistirse a la fuerza ejercida por su primo.
— Cadete, ese vocabulario no será aceptado su castigo será peor — Dijo Emilio mientras terminaba de empujar a Carmen fuera.
— Ya deja esa estupidez de cadete — Dijo Carmen con los en blanco.
— Escúcheme cadete, sà no quiere recibir peor castigo, le sugiero que modifique esa actitud — Dijo Emilio seriamente, transmitiendo una aura de miedo y autoridad.
— Como quiera… señor — Respondió Carmen en un tono semi burlón, pues sintió la presión de la mirada y tono con el que Emilio le advirtió.
Por fin subieron al auto, y Emilio condujo por unos 20 minutos hasta detenerse en una tienda de ropa muy normal, ropa de diversas marcas y estilos bastante juveniles, pero obviamente no estaban dentro de los planes que tenÃa preparado Emilio para Carmen.
— Cadete, nuestra primera parada — Dijo Emilio mientras bajaba del auto.
— Está bien… señor — Respondió Carmen en un tono algo indiferente.
— "Señor si, señor" se responde cuando le pregunto algo cadete — Gritó en tono autoritario Emilio, casi como cuando se grita a los policÃas en las barracas de preparación.
— Señor si, señor — Respondió casi instintivamente Carmen luego del subidón de voz.
Al adentrarse, Emilio tomó 2 jeans y 7 camisas del mismo color y estilo, en talla chica, pues no creÃa que por la complexión tan delgada de Carmen se fuera a necesitar un mediano y mucho menos grande.
— Cadete, pruébese esto y dÃgame si embona con su talla — Dijo Emilio mientras le entregaba el montón de ropa a Carmen.
— ¿Esto?… Señor si, señor — Extrañado y aún no acostumbrado exclamó Carmen, pues la ropa era todo camisas simples de color blanco, en cuello redondo y de manga corta, mientras que los jeans ambos eran de color azul mezclilla clásico, nada como los estilos alternativos y más urbanos con los que solÃa vestir, era ropa muy sobria.
— Cadete, le traje estos dos pares de botas, pruébeselas también — Le dijo Emilio mientras le pasaba las botas por encima del vestidor.
— Botas… — Murmuró extrañado Carmen, parecÃa ropa de servicio comunitario o militar, su cabeza aún intentaba asimilar la situación tan peculiar.
— Señor, me quedan mejor las de talla 7, señor — Dijo Carmen en un tono algo ligero pero intentando imitar el acento con el que Emilio daba las órdenes y hablaba.
— Perfecto cadete, saldrá usando uno de los conjuntos — Dijo Emilio mientras se llevaba los otros jeans y las otras 6 camisas idénticas para pagarlas.
Al salir del vestidor, Carmen se veÃa raro pero bien, era un estilo muy sobrio y sin peculiaridades que lo hicieron resaltar, o eso se dirÃa si no fuera por su melena desenfadada que aún lo hacÃa destacar desde lejos y en cualquier multitud.
— Cadete, suba al auto que aún tenemos otra parada — Dijo Emilio mientras cargaba con las bolsas del resto de ropa y las subÃa en los asientos traseros del auto.
Carmen subió al auto en silencio, pensó que tal vez irÃan a comer algo, pues morÃa de hambre y ya era casi la 1 de la tarde. Pero nada más lejos de la realidad, luego de conducir por aproximadamente 20 minutos más, se detuvieron en la comisarÃa. Carmen pensó que serÃa para otro pendiente de su primo asà que lo tomó por sorpresa la fuerte voz de Emilio dirigiéndose a él.
— Cadete, baje y acompáñeme — Dijo Emilio mientras abrÃa la puerta de la comisarÃa.
Carmen pensó en lo raro y tenso que se estaba poniendo la situación y quizá solo era para pendientes o algún trabajo que le asignaran, pues escuchó que Emilio habló de disciplinarlo alguna vez con su padre por llamada.
— Acompáñeme cadete — Ordenó Emilio mientras cruzaban las barracas y los compañeros policÃas de Emilio lo saludaban con un saludo militar.
Carmen comenzó a entrar en pánico cuando noto que no paraban en ninguna de las oficinas aledañas al pasillo, pues vio que la última puerta en el fondo tenÃa pintados los colores rojo, azul y blanco, como los de una barberÃa, y fue su sorpresa cuando noto que cuanto más se acercaban más se hacÃa presente el olor a gel para el cabello, ungüentos y perfumes. Los sonidos de las tijeras y los pedales de las sillas comenzaron a mezclarse igual con las sensaciones que Carmen comenzó a experimentar.
— Emilio… ¿que hacemos aqu� — Preguntó nerviosamente Carmen notando cómo Emilio se posicionó detrás de él para impedir su hipotética huida.
— Cadete, dÃgame señor, última vez que se lo recalco y estamos aquà para su terminar su proceso como cadete — Dijo Emilio empujando a Carmen por el umbral de la puerta dónde rápidamente el ambiente cambió al de una barberÃa muy pequeña.
— Emilio mi cabello no… —Dijo Carmen mientras se ocultaba tÃmidamente detrás del trapeador que usaba como cabello.
— Cadete, ese cabello es inaceptable, necesita un corte adecuado para su estancia y por última vez, sà no quiere perder las cejas también dirÃjase a mà como señor — Finalizó Emilio mientras saludaba con un gesto al barbero.
La barberÃa era pequeña, Carmen asintió y tragó saliva luego de oÃr la amenaza de su primo sobre sus cejas, habÃa una sola silla de barbero algo rústica, cuero rojo y ostentosa, un espejo frente a ella de cuerpo completo y un montón de máquinas y peines colgados a los lados de dicho espejo, habÃa una pequeña encienta con algunos productos para el cabello y las peinetas de la máquina encima. El barbero sorprendentemente era joven, unos 25 años, cabello bien arreglado y barba tupida. Emilio se sentó en una de las dos sillas de espera y arrastró a Carmen con él a la otra sillas, pues el barbero aún estaba limpiando las máquinas… quizá del último cliente.
— Comandante, ¿que lo trae por aqu� — Saludó el barbero mientras giraba la silla de frente al espejo nuevamente.
— El cadete viene a hacerse su corte de instrucción — Mientras sacude la mata de pelo exagerada en la cabeza de Carmen.
— Ya veo, pues toma asiento cadete… Parece que te haz escapado un buen tiempo de las tijeras… — Dice en tono serio pero burlón el barbero, invitando a Carmen a que se ponga de pie y tome asiento.
— ¿Puede ser sin máquina? ¿Porfavor? — Dice tÃmidamente Carmen no sabiendo qué hacer ante la situación y sentándose torpemente sobre el sillón rojo.
— Cadete, usted no escoge — Replica Emiliano en un tono fuerte y autoritario. — No Ãbamos a ser tan sádicos, pero el cadete cree que sus actos no tienen consecuencias — Dijo ininterrumpidamente.
— ¿Un 3 o 4 entonces? — Preguntó el barbero ansioso por destazar esa melena gruesa y frondosa.
— 2 y 0, alto y desvanecido — Fueron las palabras de Emilio mientras toma una foto de la escena.
— Eso no… es muy corto — Intentó dimitir Carmen.
— Cadete, última vez que interrumpe o habla, de lo contrario las cejas también se van — Dijo Emilio levantando la voz.
Carmen se limitó a asentir con los ojos bastante rojos, quizá por el sueño o quizá por el futuro que se avecinaba inminentemente sobre su cabello. El barbero inició elevando la silla *Twik, Twik, Twik* mientras el barbero pedaleaba la silla, para luego colocar la capa encima y atar de forma ajustada unos trozos de papel higiénico en su cuello para evitar que tanto cabello entre en la capa.
— Este tipo de cadetes son los mejores, se creen rudos hasta que se enfrentan a la máquina y la a realidad donde su cabello caerá al suelo como basura — Dijo el barbero al notar las ganas de llorar de Carmen.
Un *Clack* seco hace eco en el pequeño recinto para luego que un zumbido *bzzzzzzzzz* invada seguidamente el silencio incómodo del ventilador quien era el único en escucharse, todo mientas el barbero ponÃa la peineta del 4 en la máquina para reducir a nada los largos mechones de Carmen.
— Cabeza abajo cadete — Dijo el barbero mientras empujaba la cabeza de Carmen hasta lograr que su mentón tocara su pecho.
*Bzzzhuuuum* Un zumbido forzado al cortar la primer franja de cabello, una pila de mechones comenzó a caer por cuello y nuca en una cascada constante, era el primer movimiento y ya habÃa una pila considerable de cabello cortado, luego del pase de máquina solo quedaron pequeñas cerdas de cabello cortado al número 4.
Carmen gimió al sentir el deslice de la máquina por su cuello mientras subÃa lentamente hasta la lÃnea del remolino en su coronilla.
— Cadete, quiero silencio absoluto — Dijo Emilio reacio al ver como Carmen estaba a punto de soltar llanto.
— Comandante, ¿Porque no lo trajo antes? Los chicos de esta edad por eso se hacen rebeldes, creen que con estos cortes ya pueden ir por ahà desafiando a todos — Dijo el barbero mientras volvÃa a someter la melena del ahora cautivo Carmen.
En ágiles movimientos, esa franja comenzó a rodear la cabeza de Carmen, cada movimiento del barbero hacÃa que se desprendieran mechones de más de 10 centÃmetros, poco a poco se iba notando la pequeña cabeza del chico que recordaba a las ovejas cuando las esquilan forzosamente.
Los ojos de Carmen cedieron en lágrimas al ver como el barbero luego de empujar su cabeza hacia un lado esquiló todo un costado, colocando la máquina en su mejilla y lentamente subiendo hasta la lÃnea de la coronilla, doblando su oreja para poder limpiar bien toda esa mata de cabellos tan voluminosa, el barber continuó haciendo lo mismo del otro lado… Carmen se veÃa ridÃculo pues lo que antes era un estilo rebelde y desenfadado ahora se veÃa como un puñado de cabello cual palmera.
— Entonces… ¿Arriba un 2? — Pregunta el barbero mientras quita la peineta y busca la del número 2.
— Afirmativo, no le dejes nada de ese ridÃculo cabello — Agregó Emilio casi desinteresado del proceso.
— Quieto y mirando al frente — Dijo el barbero mientras elevaba varios mechones de la frente del chico.
*Bzzzzuuuuuuhm* Un zumbido seco, una cascada de negros cabellos comenzó a llenar el regazo de Carmen, tanto era el cabello que estaba siendo cortado que el barbero tuvo que usar un peine para despejar cada vez que la máquina hacÃa su trabajo. Comenzó a hacer movimientos cada vez más rápidos, cada uno de los pases de la máquina dejaba casi expuesto el cuero cabelludo, los antiguos mechones que tocaban tÃmidamente los labios ahora apenas y se notaban, Carmen al ver como se apuntaba su nueva imagen dejó caer aún más lagrimas de las que ya habÃa sacado.
— Era lo que te faltaba cadete… Algo de disciplina — Dijo Emilio mientras observaba de reojo como caÃa todo el cabello.
Finalmente terminó el barbero de esquilar la parte superior de la cabeza de Carmen, el corte parecÃa terminado ante la percepción del chico, pero nada más allá de la realidad, pues los costados se notaban más largos que la parte superior, un 2 encima contra un 4 en los costados no es para nada el corte final… El barbero quitó la peineta, y con las cuchillas desnudas mejor conocidas como al 0, fueron encajadas en los laterales , subiendo por la oreja y hasta la altura de las cejas, pequeñas cerdas de cabello volaron, pues iban desollando el diminuto de cabello que quedaba para dar paso al cuero expuesto rapado al 0. El barbero continuó a esa misma altura cortando una especie de franja que rodeaba su cabeza, para después limpiar lo que quedaba por debajo.
Carmen se limitó a hacer caras y muecas de dolor al sentir la raposa sensación de la máquina afeitándolo.
— Ya parece un hombre — Dijo el barbero con una leve sonrisa.
— Esperemos comience a aprender modales luego de esto, otra falta y adiós a las cejas — Le respondió Emilio mirando seriamente y en muestra de amenaza a Carmen.
El barbero continuó con el corte desvaneciendo un poco la zona más alta de los costados, uniendo ambas longitudes con un 1 y jugueteando con la palanca para crear esa suave transición del blanco pálido que mostraba el cuero cabelludo, con ese intenso oscuro que quedaba en la parte superior de su cabeza, Carmen se sentÃa avergonzado, triste y molesto por el enorme cambio de imagen, pues antes ni sus cejas, ni su frente y mucho menos sus orejas eran visibles…
— Listo, el corte inducción para el cadete — Dijo el barbero mientras desabrochaba la capa y desechaba el pequeño retazo de papel en su cuello.
— M… Me pica todo… — Balbuceó Carmen entre aturdido y aún en shock por su radical esquila.
— ¡Cadete! — Levantó la voz Emilio haciendo un llamado a la acción.
— Señor, si señor — Respondió casi instintivamente Carmen.
— Es una polÃtica que luego de cada corte de inducción el cadete barre la barberÃa, y usted tenia el cabello de 5 — Dijo Emilio señalando la escoba y recogedor en una de las esquinas de la pequeña habitación.
— Señor, si señor — Respondió Carmen en tono resignado y aún con lágrimas en los ojos.
Al terminar, salieron de la comisarÃa y Carmen iba todo el rato frotando su mano contra los cabellos recién afeitados, se sentÃan como una lija contra las yemas de sus dedos, una experiencia sensorial totalmente distinta, el aire comenzó a ser más frÃo, el sol más caliente e incluso sus ojos hacÃan menos esfuerzo… Todo un cambio sin el casco de pelos y sudor que lo cubrÃan antes. Y esto solo fue la primer mañana del resto del verano que Carmen vivió con su primo Emilio.
Hace muchÃsimo no subÃa historias, esta vez intenté algo diferente, si les gustó, los invito a ver las que ya he publicado y dejar algún comentario. Igualmente quiero que me digan qué tal sintieron la historia, si les pareció lento el ritmo, si prefieren que vaya más al grano o les gusta la construcción de atmósfera.