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La Apuesta by Juan Pablo
Franco era un chico de 25 años, amigo mio con quien compartía muchos momentos. Pasabamos mucho tiempo en su casa, viendo televisión y jugando a la playstation. El vivía solo por lo que no había problemas con estar semidesnudos. Cuando llegabamos a su casa siempre nos quedábamos en cuero, muchas veces porque volvíamos del gimnasio, transpirados. Muchas veces nos bañábamos en los vestuarios y no teníamos vergüenza en mostrarnos desnudos. Hacíamos bromas con el tamaño de nuestros miembros pero ninguno de los dos demostraba interés sexual en el otro. En varias ocasiones llegamos a apretarnos el bulto como un chiste hasta que el otro lograba silvar. Era difícil hacerlo mientras alguien te aprieta los testículos y te da por reírte. El tenía un cuerpo muy trabajado, era alto y su miembro se marcaba facilmente en los pantalones.En ese tiempo era invierno por lo que teníamos pantalones largos, joggings para no tener frío al salir del gimnasio. Era divertido cuando hacíamos luchas y nos revolcabamos en el piso agarrandonós para inmovilizar al otro.
Ese día estábamos tomando alcohol en su casa, antes de salir a bailar. Hablábamos de la vida mientras decidíamos que camisa y jean ponernos. Al verme en cuero dijo: "necesitás más gimnasio, estás muy flaquito. Tenés que hacer como yo, mirá que lomo que tengo". Yo solo me reí pero me molesto en un punto que hiriera mi orgullo. Le dije: "Yo soy tan fuerte como vos, te lo puedo demostrar. No me vengas a fanfarronear". Él me propuso un desafío. Me dijo que tenía que hacer 100 flexiones de brazos en 4 minutos. Yo acepté, sabía que podía lograrlo. Pero eso no era todo. Él agregó al desafío que si no lo cumplía en los cuatro minutos me tendría que rapar el pelo, con la doble cero. Me asustó un poco pero igual dije que estaba bien porque lo lograría. En caso de terminar en tiempo el que se raparía sería él. >Yo estaba decidido a ganar, para demostrarle que podía y también para verlo sufrir un poco con su cabeza pelada.
Pusimos un cronómetro y apenas comenzó me tiré al piso a hacer flexiones. Podía ver cómo pasaban los segundos y calculaba que podía ganar. Me regodeaba pensando en como le iba a cortar el pelo. Al principio fue fácil porque tenía fuerza pero a medida que hacía más y más flexiones se complicaba. Ya quedaban dos minutos y 54 flexiones por hacer. No podía más, los brazos me temblaban. El se reía fuerte y se mofaba de mi situación. "Vas a quedar peladito, con la cabeza brillosa sin un pelo". Yo al mismo tiempo yo me alentaba a seguir. Gritaba "vamos loco, que llego. Puedo hacerlo, HUEVOS!!" Una a una las flexiones costaban cada vez más. Tenía que sacar fuerzas de cualquier lado para terminar. Él se encargó de avisarme cuando faltaba un minuto y aún faltaban 30 flexiones más. Ya no estaba seguro de poder terminar pero no bajaba los brazos. Todavía quedaban posibilidades. Él empezó a hacer la cuenta regresiva como anticipando lo que se me venía. Mi cabeza subía y bajaba acercándose a sus zapatillas cuando él estaba parado carca de mis hombros. Sentía el olor pero no me importaba, trataba de concentrarme en las flexiones. "JAJA, no podés más. Directo a la doble cero", me gritaba él. Yo ya me estaba enojando. Quedaban 20 segundos y 15 flexiones por terminar. No podía más, estaba tirado en el piso sin fuerza de levantarme de nuevo. Me levanté para hacer cuatro mas, pero no alcanzó.
Franco acercó una silla y fue a buscar una toalla para ponerme en el cuello. Yo le dijo que no me lo iba a cortar, que no me animaba. El no estaba de acuerdo. "Te lo tenés que cortar, los promesas se cumplen. Así que dale, sentate". Yo me negaba pero me hizo sentar a la fuerza. Me decía: "bancatela, ya está. Poné huevos y dejame que te corte todo el pelo". Yo me saqué el pantalón y me quedé en slip para no llenarlo de pelos. Estando en cuero sentía el frío de la silla plástica en la espalda. Me puso la toalla alrededor del cuello y yo no lo podía creer. Me agarraba la cabeza y tenía ganas de llorar. Le pedía que me perdone la apuesta pero me decía que no había vuelta atrás.
Enchufó la maquina y le sacó el peine que tenía puesto. Había quedado en doble cero. Le dije que espere, necesitaba acostumbrarme a la idea de raparme. En algún punto esta situación me excitaba. Mi pene estaba algo duro. Le dije con voz de hombre: "Ya está loco, rapame a cero". Encendió la máquina y el ruido me dió miedo. La acercó a mi frente y yo conté "1, 2 y.." No me animé. ¿En qué me había metido? "Soy un boludo, no me puede dar miedo esto" Me bajé el slip y agarrándome los huevos grité "Soy macho, loco. Me la tengo que aguantar" y seguí "DALE !! 1, 2 y.. 3 !!" La máquina empezó a pasar por la cabeza y veía caer los mechones de mi pelo morocho. Ya no había vuelta atrás. Sentía el frío en mi cuero cabelludo ahora desnudo. El gritaba "Noooo, que feo que te está quedando". Yo ponía cara de macho malo, pero por dentro quería llorar. Me estaba arrepintiendo. A los pocos segundo ya había terminado. No me quedaba ni un pelo. Pasé mi mano por mi cabeza y la sentí áspera. Estaba tocando piel sin pelo. El no paraba de sonreírse. Me acerqué al espejo del baño y me vi, pelado.